Premio Nobel de Física 2015: Un neutrino puede ser otro neutrino (y así esquivaban las detecciones)
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Como todos los premios importantes, cada elección de un Premio Nobel trae consigo polémica y discusión. Este año, por lo menos, nos quitamos la polémica del anterior al que se le achacaba no suponer un avance en conocimiento sino una mejora técnica. La academia sueca ha decidido esta vez premiar a dos investigadores en un campo muy diferente: la física de partículas. El descubrimiento de las oscilaciones de los neutrinos puede parecer un tema complejo pero ya veréis cómo no lo es.
El Premio Nobel en cuestión se ha concedido a dos de los principales investigadores en el campo de los neutrinos y las variaciones de estos entre un tipo y otro. Para poder explicarlo mejor y entenderlo todos, vamos primero a ponernos en situación. No será complicado de entender pero lo que sí cuesta realmente es creerse los resultados que han valido el Premio Nobel. Suena a ciencia ficción, alentará a conspiranoicos e incrédulos, pero lo más importante es que ha hecho avanzar el conocimiento científico.
Los neutrinos que faltaban siempre estuvieron ahí
Ya os hemos hablado más de una vez de lo esquivos que pueden resultar los neutrinos a la hora de ser detectados, eso lo conocemos todos. Desde las primeras medidas de neutrinos que se hicieron todo el mundo tenía claro que no era algo fácil, pero se fueron consiguiendo cosas. Curiosamente, cuantos más neutrinos se conseguían detectar más se daban cuenta los investigadores que algo pasaba con estas partículas, ya que faltaban muchos neutrinos. Incluso las simulaciones más pesimistas lo avalaban.
El caso es extraño, además, porque faltaban principalmente neutrinos de un tipo.
Los neutrinos pueden ser de 3 tipos diferentes: muónicos, tauónicos o electrónicos; pero solo se conseguian detectar neutrinos muónicos en las cantidad que predecían las teorías ni el modelo estándar. Al principio los investigadores creían que se trataba de algun fenómeno no conocido que impedía a estos neutrinos llegar a la Tierra, pero con el tiempo se fueron dando cuenta que la respuesta era aún más disparatada.
Lo que en realidad sucedía es que los neutrinos muónicos que salen del Sol o que se producen en la atmósfera se convierten por el camino en neutrinos tauónicos de forma que aparece un exceso de estos últimos y un déficit de los primeros. Para que nos hagamos una idea de lo que esto significa, es como si tuviéramos un perro pastor alemán que al traernos el palo de vuelta se convierte en un San Bernardo así porque sí.
¿Increíble, no os parece? Así que claro cuando uno descubre un fenómeno tan sorprendete y que es cierto, le dan un Premio Nobel.
La necesidad de una teoría mejor se hace evidente, y eso es genial
Pero la cosa no queda ahí, las oscilaciones de los neutrinos no solo nos hablan de neutrinos que transmutan entre un tipo y otro. Una de las implicaciones más importantes es que estas particulas tienen que tener pasa, a diferencia de lo que se creía en los años 60. Este descubrimiento no solo supone una revolución en cuanto a conceptos sino que invalida al modelo estándar de física de partículas como la teoría que explica todos los feníomenos del mundo nanoscópico y abre la puerta a nuevas teorías.
¿Será la supersimetría? ¿Será la teoría de cuerdas? Nadie lo sabe aún, pero lo que sabemos es que el modelo estándar no es una teoría 100% fiable y, a pesar de habernos servido durante muchos años muy bien, debemos buscar más allá. Es por esto, además de por descubrir el fenómeno de la oscilación de neutrinos, que Kajita y A.B. McDonald han recibido hoy el Premio Nobel de Física. Porque en física, demostrar que todos están equivocados es motivo de Premio Nobel y no de acabar en la hoguera.
Vía | Nobel Prize ORG