Darwinismo, Neodarwinismo y Epigenética
El Darwinismo, una teoría que cambió el mundo
En 1859, Charles Darwin publicó el libro al que había dedicado 21 años de su vida, El Origen de las Especies. Considerado por muchos el libro más influyente en la Historia de la Ciencia, contenía una extensa y detallada explicación de hechos constatables para, a continuación, enunciar una teoría de la Evolución totalmente revolucionaria para su época.
El Darwinismo defiende la selección natural como el mecanismo por el cual las especies evolucionan. De este modo, todas las especies compiten entre sí por unos recursos limitados y solo las más adaptadas a sus ecosistemas son las “elegidas” para perpetuarse. La base de esta selección es la variabilidad entre individuos de la misma especie. Así, los individuos más adaptados accederán mejor a los recursos y se reproducirán más, lo que dará lugar, en un proceso lento y continuo a través de las generaciones, a una especie más apta.
La teoría evolutiva propuesta por Darwin es un ejemplo de cómo un trabajo científico puede cambiar el mundo. El Origen de las Especies, y sobre todo su profundo materialismo, influyó en las ideas filosóficas, teológicas y sociales de los siglos posteriores; supuso un episodio clave en la histórica controversia entre Religión y Ciencia, teorías políticas como el marxismo bebieron directamente de sus ideas, y de ellas nació también el concepto de Darwinismo Social, que sirvió en su época como defensa del capitalismo y como excusa para un gran número de persecuciones racistas y clasistas.
La base que sostiene la Biología
Antes de que Darwin diera a conocer sus teorías, la mayor parte del mundo científico estaba de acuerdo en la constancia de las especies, es decir, en que las que vivían hoy día eran similares a las que aparecieron cuando nació el mundo. En este punto coincidían la religión y la ciencia, puesto que ésta aceptaba, aun sin quererlo, un mundo no exclusivamente material.
La unión entre esta teoría evolutiva y la genética que se iría investigando posteriormente dio lugar a la teoría evolutiva actual, conocida popularmente como Neodarwinismo. En ella, la variabilidad entre individuos de la misma especie se explica por la presencia de mutaciones azarosas que, en algunos casos excepcionales, aportarán una cualidad al individuo que le permitirá sobrevivir mejor y reproducirse más. Esta mutación, por tanto, será heredada por la descendencia y podrá llegar a ser mayoritaria en la población. Sin embargo, el Neodarwinismo afirma que no todas las mutaciones o caracteres se heredan: los caracteres adquiridos no pueden ser transmitidos a la descendencia.
La biología moderna sigue encontrando en la teoría de Darwin uno de sus puntales básicos. Así, le sirve para explicar el origen de todos los tejidos, órganos y organismos de la biosfera, para estudiar poblaciones y ecosistemas, para construir la historia biológica de nuestro planeta… Además, esta teoría también sirvió para unificar distintas ramas de la Biología que antes tenían poco en común: citología, genética, sistemática, botánica, etc. Por ello, es una especie de “Teoría del todo” para la Biología, que permitió una revolución científica en este ámbito que se extiende hasta nuestros días.
Sin embargo, recientes descubrimientos científicos relacionados con una disciplina llamada Epigenética hacen dudar de ciertos postulados que el Neodarwinismo da como ciertos.
La Epigenética, un nuevo lenguaje celular
La epigenética es una rama de la genética clásica que nació a mediados del siglo XX. Se basa en que no toda la información genética de la célula está contenida en la secuencia de ADN. También existen ciertas modificaciones que no afectan estrictamente a las bases capaces de contener información. Éstas pueden ser la adición de grupos funcionales a los nucleótidos, la utilización de unas y otras histonas para empaquetar el ADN o la localización de los genes dentro del núcleo, por citar algunos ejemplos. Además, la epigenética es el enlace entre la información genética del individuo y su alrededor, puesto que muchas de estas modificaciones tienen lugar a lo largo de la vida en función de las características ambientales.
En la actualidad, recientes estudios epigenéticos apuntan a algún tipo de herencia de caracteres adquiridos, concepto que el Neodarwinismo rechaza.
Un ejemplo de ello es el trabajo de los científicos Brian G. Dias y Kerry J. Ressler, del Departamento de Psiquiatría y Ciencias del Comportamiento de la Universidad Emory de Georgia, publicado en la revista Nature en diciembre de 2013. Estos investigadores enseñaron a ratones de laboratorio a experimentar miedo al percibir olor a acetofenona. A continuación, demostraron que las generaciones posteriores también tenían especial sensibilidad al mismo olor, reaccionando del mismo modo que sus padres. En su estudio se aseguraban de que dicha reacción no provenía de la cultura en la que había crecido la descendencia. Por tanto, solo podía deberse a la herencia de ciertos patrones epigenéticos que los padres habían desarrollado durante su vida y había sido traspasado a la descendencia.
Esto puede estar relacionado con otro que hecho, y es que los hijos de los combatientes de Vietnam tenían, en un alto porcentaje, mayor probabilidad de sufrir transtornos mentales como esquizofrenia o depresión que la media. En este caso si podría haber influido la cultura, es decir, la relación entre padre e hijo. Sin embargo, no conocemos hasta qué punto la harencia de ciertos patrones epigenéticos puede estar relacionada.
Del mismo modo, se ha demostrado que la falta de alimento en ratones conlleva la activación de una serie de genes de estrés para resistir mejor esta circunstancia. La descendencia de los ratones con los que se llevó a cabo este experimento también poseían estos genes activados, por lo que estaban más preparados a las condiciones de falta de alimento.
En la misma dirección van muchos de los trabajos de Marcus Pembrey, reconocido genetista del Instituto de Salud Infantil de Londres. Uno de ellos, llevado a cabo en 2002, consistió en el estudio de 300 familias de una aldea aislada en Suiza. Pembrey comprobó que los nietos de las personas que, en su tiempo, pudieron acceder abundantemente a alimentos tienen en la actualidad una mayor incidencia de enfermedades como la diabetes.
Las consecuencias de una corrección al Neodarwinismo
Como sabemos, la Teoría sintética de la evolución o Neodarwinismo es la base de la que parten muchas ramas de la Biología a la hora de desarrollar sus trabajos. Esto se debe a que proporciona una explicación sencilla: achaca a mutaciones azarosas todo el proceso de formación de un organismo. En la actualidad se está demostrando que, al menos en lo que se refiere al comportamiento de los seres vivos, no todo es explicable por la presencia de mutaciones. Es un hecho científico que los padres transmiten ciertos patrones de comportamiento a sus descendientes.
Las consecuencias que pueda tener la aceptación de la herencia de caracteres adquiridos son imprevisibles. El posible hecho de que no solo las mutaciones, sino también el estilo de vida de los organismos influyan en el desarrollo evolutivo volverían mucho más complejas las explicaciones necesarias para justificar el origen de los órganos y las especies. Así, habría que replantearse muchos aspectos que la ciencia da como explicados.
La epigenética abriría, en este caso, un camino totalmente inexplorado en la Biología, demostraría la enorme complejidad de la vida, y volveríamos a encontrarnos ante muchos fenómenos que la ciencia no estaría en condiciones de esclarecer.