La relación directa entre el rendimiento mental y físico
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“Después de todo un día trabajando no me apetece hacer ejercicio, prefiero descansar”, “El gimnasio me aburre, y no tengo amigos disponibles para practicar ningún deporte”, “¿Cómo voy a sacar tiempo para hacer ejercicio con tantas cosas que hacer?”, “Algún día empezaré a montar en bici los fines de semana”.
Apelando a San Juan, me dirijo a todo el mundo cuando digo: Quien esté libre de haber pronunciado estas frases que tire la primera piedra. Los más sinceros no la tirarán, y lo menos no podrán vencer a la pereza para hacerlo (o eso espero). El caso es que todos, o casi todos, hemos supeditado el bienestar físico al ritmo de vida que se nos “impone” en nuestros días, sin que para ello haya sido necesario ignorar las consecuencias fisiológicas de tomar semejante decisión. Por ejemplo, el sedentarismo multiplica por dos el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, además de diabetes tipo II, hipertensión arterial y un largo etcétera.
El rendimiento mental y el rendimiento físico: Una sincronía perfecta
Lo que empezamos a saber ahora, es que, además de las consecuencias fisiológicas mencionadas, existen consecuencias en la actividad mental. Según un estudio procedente de la Universidad de Tsukuba, la activación cerebral está directamente relacionada con el desarrollo físico y mental.
Para entender el proceder y concluir de la investigación, debemos empezar por una aclaración: el uso de las regiones del cerebro está, en algunos procesos, relacionado con la edad del individuo. En nuestro caso, cuando somos jóvenes, utilizamos principalmente el lado izquierdo de la corteza prefrontal para tareas relacionadas con la memoria, comprensión del significado de las palabras, reconocimiento de eventos (personas, cosas..) previamente conocidos, etc. Sin embargo, conforme pasan los años, tendemos a usar las partes correspondientes de la corteza prefrontal pero del lado derecho, no sólo del izquierdo.
Pues bien, resulta que los investigadores reunieron a sesenta ancianos de alrededor de 60 años y los sometieron, en primer lugar, a un test físico para comprobar sus capacidades aeróbicas. Más tarde, se realizó un test de atención selectiva y tiempo de reacción conocido como el test de Stroop, en el cual, como puede apreciarse en la imagen siguiente, ante una serie de nombres de colores que se encuentran coloreados por un color diferente al que ellos mismos pronuncian, hay que decir el color que tiñe la palabra lo más rápido posible. Por ejemplo, si vemos escrita la palabra “verde” de color rojo, habría que decir, para que la respuesta fuese correcta, “rojo”, y no “verde”.
Usando este test, la actividad cerebral fue medida con técnicas de neuroimagen. Tras combinar los resultados del test físico y del test de Stroop, además de la neuroimagen, se pudo concluir que los ancianos que mejores resultados tenían en el test de Stroop fueron los que utilizaron de forma superior el lado izquierdo de la corteza prefrontal (como los cerebros de individuos jóvenes), que eran, a su vez, los que tenían mejores resultados en las pruebas físicas.
Es decir, que los ancianos con mejor forma física tendieron a usar el cerebro de forma más parecida a los jóvenes que en el caso de los ancianos con peor forma física, al menos con respecto al área que se involucra en el experimento (corteza prefrontal).
Mens sana in corpore sano. No perdamos la carrera contra el sedentarismo, que las consecuencias no son “sólo” cardíacas, vasculares o digestivas, también están en juego la salud de nuestro cerebro.
Fuente: Science Daily