¿Por qué llevamos ropa interior roja en Nochevieja?
¿Preparados para la Nochevieja? Parece mentira, pero ya está aquí y, como todos los años, hacemos un repaso al año que se termina y esperamos que el que entra sea mucho mejor. Para ello, confiamos en las tradiciones típicas que se supone que harán que comencemos con suerte el año nuevo. Por eso, acabamos con nuestra ropa interior roja, haciendo equilibrios sobre una silla, atragantándonos con las doce uvas y procurando no tragarnos el anillo que, por supuestísimo, añadimos a la copa de champán para brindar. Que vale, en el fondo sabemos que nada de eso servirá para nada, pero oye, la tradición es la tradición. Sin embargo, el caso de la ropa interior roja, más allá de ser una simple tradición, es un claro ejemplo de las connotaciones que nos hace percibir el color rojo, por lo que se merece que le dediquemos un post.
¿Por qué es tradición llevar ropa interior roja en Nochevieja?
Como toda tradición, hay mil versiones diferentes acerca de la causa real por la que llevamos ropa interior roja en Nochevieja. De todas ellas, la que más me gusta y más sentido parece tener es la que dice que en la Edad Media el color rojo se asociaba con la brujería y el demonio, por lo que las personas que querían llevarlo en sus vestiduras finalmente optaron por hacerlo con la ropa interior. ¿Qué tiene que ver esto con la Nochevieja? Nada. Pero de algún hilo habría que tirar. Lo que está claro es que el rojo es el color que se asocia con el amor, la pasión y el riesgo y son muchísimos los estudios científicos que lo corroboran.
Las connotaciones del color rojo
Existen diferentes estudios acerca del rojo en la ropa de deportistas olímpicos como luchadores de taekwondo o boxeo. En este tipo de combates, a menudo uno de los contrincantes viste de azul y otro de rojo. Según estos estudios, en caso de luchas igualadas, los árbitros se acaban decantando por el que viste de rojo. Un ejemplo de estas investigaciones es en la que se basa un estudio publicado en la revista Psychological Science, para el que los investigadores tomaron vídeos de combates muy igualados de taekwondo y se los mostraron a 42 árbitros experimentados para que los evaluaran, resultando que las puntuaciones fueron mayormente mejores en el caso del contrincante de rojo. A continuación, retocaron digitalmente las vestiduras de los luchadores, de modo que les intercambiaron los colores. Curiosamente, el veredicto de los árbitros cambió, puntuando mejor a los que ahora tenían el uniforme rojo. Se concluye, por lo tanto, que no es casualidad que en combates casi empatados la balanza se acabe decantando por los que van de rojo (ojo, solo en combates igualados, el que es malo es malo, vaya del color que vaya). Esto se debe a que este color en el uniforme infunde más confianza al que lo lleva y al árbitro que lo observa, además de causar inseguridad en su contrincante. Y es que el rojo, además de ser el color que más atención genera, también se asocia con el riesgo.
Otro estudio, realizado con estudiantes, explora las connotaciones del color rojo desde otro punto de vista. En él, se le entregó a los participantes exámenes en cuya esquina aparecía un número, bien en rojo o bien en negro. Las puntuaciones fueron peores en los que tenían el número rojo y, además, si las instrucciones se les entregaban en una carpeta de dicho color, asumían menos riesgos en la resolución de la prueba, contestando por ejemplo a preguntas más fáciles, aunque puntuaran menos. Parece, por lo tanto, que nuestro cerebro asocia el color rojo con el peligro.
Sin embargo, no parece representar un peligro en el caso de la atracción sexual, pues numerosos estudios demuestran que las posibilidades de atraer sexualmente a alguien aumentan cuando llevamos ropa roja.
Como conclusión, el color rojo puede identificarse como señal de peligro o atracción, según el contexto. Sea como sea, lo que está claro es que en el caso de las relaciones de pareja aumenta la atracción sexual, por lo que puede que si comenzáis el año con ropa interior de este color no tengáis más suerte que el anterior. Pero si encarta sí que podéis pasar un buen rato, que para empezar no está nada mal.
Fuentes: La nariz de Charles Darwin y otras historias de la Neurociencia, de José Ramón Alonso