La ciencia de David Bowie
Música de ciencia ficción
Son muchísimas las personas que han cultivado la literatura y el cine de ciencia ficción, pero David Bowie fue más allá, componiendo “música de ciencia ficción”. Su tema más importante dentro de este género es sin duda Space Oddity, lanzado en 1969, con motivo del alunizaje del Apolo 11. Por su temática, fue usada por la BBC para poner banda sonora a la llegada de Neil Armstrong y sus compañeros a la Luna . Además, también la utilizó Chris Hadfield, el astronauta que, a través de sus vídeos, nos narró sus vivencias en la Estación Espacial Internacional. Podéis ver el videoclip que grabó en el siguiente vídeo.
Más adelante, compuso The man who sold the world, un tema que después fue versionado por Nirvana y que estaba inspirado en la novela The Man who sold the Moon.
Ya en 1972 lanzó un disco que a día de hoy es considerado el mejor título de la historia del Glam rock: The Rise and Fall of Ziggy Stardust and The Spiders From Mars. En él se cuenta la historia de Ziggy Stardust, un extraterrestre bisexual de apariencia andrógina que se convierte en estrella del rock. Pasó a ser uno de los alter ego más recordados entre los que Bowie adoptó a lo largo de su trayectoria y, gracias a él, combina magistralmente la ciencia ficción con el teatro japonés kabuki .
Otro alter ego muy conocido fue el alienígena Aladdin Sane, cuyo rasgo más representativo era el rayo azul y rojo que cruzaba su rostro.
Cine de ciencia ficción
Además de su obra musical, David Bowie también trabajó como actor en algunos títulos del cine de ciencia ficción. En The man who fell to Earth, por ejemplo, interpretó a un extraterrestre que viajaba a la Tierra con el propósito de recoger agua y llevarla hasta su planeta, que se encontraba atravesando una terrible sequía. Intervino, además, en otras películas como Labyrinth o The Hunger.
Treinta años después, en 2006, interpretó al científico Nikola Tesla en El truco final, un filme dirigido por Cristopher Nolan, que trata sobre la vida de un ilusionista que se obsesiona con imitar uno de los trucos de su mayor rival, recurriendo para ello a los conocimientos como inventor de Tesla.
Sus enigmáticos ojos
Para colmo, David Bowie estaba tan rodeado de ciencia que no sólo ayudó a enriquecer la ciencia ficción; sino que, además, padecía anisocoria, una curiosa afección consistente en asimetría en el tamaño de sus pupilas. No era algo que portara desde su nacimiento, sino que fue fruto de un puñetazo que causó que los músculos del ojo se paralizaran, dando lugar a una de sus pupilas dilatada de por vida.
Este artículo es sólo un pequeño homenaje a la aportación que David Bowie hizo a la ciencia, aunque se podrían escribir cientos de páginas más. Y es que no es necesario ser científico para hacer crecer la ciencia, simplemente basta con sentir pasión por ella. Y de eso David tenía de sobra.