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Los daños cerebrales causados por la pobreza infantil

20 enero, 2016 20:24

En su informe sobre la pobreza infantil de 2014, Save the Children afirma que más de 2,5 millones de niños (un 30,5% del total) viven en España por debajo del umbral de pobreza relativa, y un 15,7% por debajo el umbral de pobreza severa. Asimismo, según el indicador AROPE, creado por la Unión Europea, casi tres millones de niños en España son pobres o sufren riesgo de exclusión. Estos datos son profundamente preocupantes. Además, recientes estudios científicos relacionan esta condición con daños cerebrales de distinta naturaleza, lo que convierten a la pobreza infantil en un problema que ha de ser resuelto de manera urgente.

La pobreza infantil daña las conexiones cerebrales

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Es sabido que la pobreza infantil está relacionada con un menor rendimiento académico y una mayor incidencia de enfermedades mentales en la etapa adulta. Numerosos estudios científicos han tratado este tema en los últimos años y han sido capaces de aclarar el por qué. La pobreza infantil disminuye el tamaño del cerebro y aumenta la funcionalidad de la amígdala cerebral, relacionada con sentimientos negativos como el miedo. Pero esto no es todo. Un trabajo publicado este mes en la revista The American Journal of Psychiatry revelaba que las conexiones que establecían la amígdala y el hipocampo con otras áreas cerebrales eran más débiles en niños pobres.  Y, por último, otro estudio llevado a cabo por la University of Wisconsin demuestra que el volumen de materia gris en el cerebro también se veía reducida.

Parece claro, por tanto, que esta condición afecta severamente y de diferentes maneras a la arquitectura y función cerebral. Por ejemplo, la materia gris está formada por el cuerpo celular de las neuronas, las principales células del sistema nervioso. Esta región se relaciona con la capacidad de procesar información, por lo que puede ser considerada como un indicativo de la inteligencia del individuo. Por otro lado, la amígdala forma parte del sistema límbico, la principal región cerebral reguladora de las emociones. En este sentido, la amígdala se encargaría de memorizar sucesos emocionales. Por último, el hipocampo es el encargado de almacenar la memoria a largo plazo y del control de las conductas.

Vistos los resultados conjuntamente, la pobreza infantil afectaría principalmente a la capacidad de memorización y a la capacidad de controlar y experimentar emociones. Esto tendría como resultado menores aptitudes académicas y el desarrollo de enfermedades mentales en la edad adulta, de las que destacan la depresión, la ansiedad y los comportamientos antisociales.

¿Cómo afecta la pobreza infantil al cerebro?

Queda responder cuál es el nexo de unión entre estas alteraciones cerebrales y la pobreza infantil. Los investigadores de la University of Wisconsin hipotetizan que es la suma de diversos factores la que termina produciendo estos síntomas. Le asignan un papel especialmente importante al estrés crónico inherente a esta situación. Asimismo, ciertos factores ambientales pueden relacionarse con un menor desarrollo cognitivo. Algunos de ellos son una alimentación insuficiente y una mayor exposición al humo del tabaco. Por otro lado, a menudo los niños que viven en familias bajo el umbral de la pobreza sufren carencias afectivas, bien porque sus padres no pueden pasar el tiempo suficiente con ellos o bien porque provienen de núcleos familiares desestructurados. Por último, un acceso más dificultoso a una buena y completa educación también repercutiría negativamente en su desarrollo cognitivo.

Lo que queda por demostrar es si estas alteraciones cerebrales son o no irreparables. Desde un punto de vista fisiológico, puede afirmarse que la plasticidad del cerebro permite reconducir la arquitectura cerebral hasta niveles normales a través de las experiencias positivas. Sin embargo, el hecho de estos desórdenes se den en etapas tan críticas del desarrollo cognitivo dificulta en gran medida la recuperación.

Por último, y dado el origen social de este problema, también es necesario buscar una solución desde un punto de vista sociológico. Los niños solo podrán superar esta situación traumática si son capaces de tener una vida mejor en un futuro. Por ello, cabe preguntarse:

¿Disponen las familias y los niños con menores recursos económicos las herramientas necesarias para salir de esta situación? ¿Cuál es la perspectiva de las familias que han visto mermado su estatus económico en los últimos años?

Por desgracia, las respuestas a estas preguntas escapan de la objetividad científica.

Fuente | Psychology Today