Por qué también hay que enseñar qué es la pseudociencia en los colegios
La pseudociencia en los colegios debería ser enseñada en contra. Pero algo está fallando en ese sentido en la educación española.
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La pseudociencia está ganando cada vez más relevancia en España, especialmente en el mundo de la medicina, sin embargo, no parece que en los colegios e institutos tengan intención de empezar a luchar contra ella concienciando desde el principio.
Homeopatía, movimientos antivacunas, hipersensibilidad electromagnética, Madrid como zona libre de transgénicos… Cada vez son más los movimientos y las propuestas pseudocientíficas que están ganando relevancia en la sociedad y la política española. Lo más preocupante de todo es que lo están haciendo en el mundo de la medicina, y lo que está en juego es la salud de la sociedad.
El principal problema por el cual todos estos movimientos logran adquirir la relevancia que adquieren es la falta de información que recibe la población. Y no lo digo ya por el bombo e incluso la lamentable credibilidad que reciben hasta en los medios de comunicación públicos, sino por la inexistente concienciación en el sistema educativo de este país.
Lo digo desde el punto de vista de un chaval de 14 años que oyó por primera vez hablar de homeopatía hace algo más de un año. Yo tuve la suerte de oír hablar de ella en el lugar adecuado, y pude aprender que la efectividad de todas esas “medicinas naturales” no está demostrada, y que hasta donde sabemos solo actúan con efecto placebo. Otra gente de mi misma edad tal vez no tenga (o haya tenido) la misma suerte, y oiga por primera vez hablar de ella a quien intente vendérsela.
Hay que enseñar contra la pseudociencia en los colegios, no solo a favor de la ciencia
El problema es que esto no debería quedar como una cuestión de suerte. Habría que hablar de la pseudociencia en los colegios, para dejar desde el principio claro a todo el mundo que en la ciencia no vale todo, que las cosas hay que demostrarlas. Y sobre todo, enseñar que hay una serie de cosas que pese a tener cierto reconocimiento, no están demostradas.
Formas de aclarar estas cosas hay de sobra. Podría simplemente incluirse en el temario obligatorio por ley: en varios cursos hay un tema dedicado al método científico, y bastaría con hacer ahí un inciso. Igual que cuando se estudia la electricidad se enseñan medidas de seguridad básicas, aunque esto es incluso más importante, porque que no hay que juntar agua y electricidad es algo que normalmente se enseña también en casa; sobre que hay curarse en con medicamentos de verdad, en cambio, se habla en pocas casas.
Y si no lo quieren incluir en el temario, existen otras formas de concienciar en los colegios e institutos. Cada año se dan en casi cualquier instituto de España charlas sobre drogas y alcohol, sobre buen uso de Internet, sobre acoso y hasta de motivación. Jamás una contra tratamientos homeopáticos y antivacunas. Y no lo digo por desmerecer a otras charlas, pero creo que preocuparse antes por cosas del tipo “no debes rendirte nunca” que de tomar las medidas básicas para proteger la salud es como comprarse tres coches pero no tener la cabeza de pasar por el supermercado a comprar algo para poder comer, aún teniendo dinero de sobra.
La ley: buenas intenciones pero soluciones a medias
La propia LOMCE (Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa) hace énfasis en todo ello en el apartado de competencias clave cuando habla de las competencias básicas en ciencia y tecnología, donde dice lo siguiente:
Estas competencias (las básicas en ciencia y tecnología) contribuyen al desarrollo del pensamiento científico, pues incluyen la aplicación de los métodos propios de la racionalidad científica y las destrezas tecnológicas, que conducen a la adquisición de conocimientos, el contraste de ideas y la aplicación de los descubrimientos al bienestar social.
Capacitan a ciudadanos responsables y respetuosos que desarrollan juicios críticos sobre los hechos científicos y tecnológicos que se suceden a lo largo de los tiempos, pasados y actuales. […]
Se requiere igualmente el fomento de destrezas que permitan utilizar y manipular herramientas y máquinas tecnológicas, así como utilizar datos y procesos científicos para alcanzar un objetivo; es decir, identificar preguntas, resolver problemas, llegar a una conclusión o tomar decisiones basadas en pruebas y argumentos.
Me interesa particularmente la parte final que dice “tomar decisiones basadas en pruebas o argumentos”. Creo que las intenciones de quienes redactaron todo esto eran muy buenas, y también pienso que es necesario educar a la gente para que desarrolle un pensamiento científico, pero creo que también hay que saber ser realistas. Me explico: por mucho pensamiento científico que se desarrolle, la mayoría de la gente al final se va a fiar de lo que le digan. Si su médico le receta homeopatía o su farmacéutico se la recomienda, no se pondrán a buscar si lo recetado está respaldado o no por una investigación científica. Simplemente se fiarán. Y es lo natural.
Por eso también es muy importante educar directamente contra la pseudociencia, y no solo a favor de la ciencia. Educar poniendo casos concretos de qué vale y qué no, especificando que hace falta vacunarse y que no tiene nada de malo, que las ondas del WiFi no hacen ningún mal y que la “medicina natural” no es mejor por ser “natural”, sino generalmente al revés. Y eso es algo que,en muchos casos, empezando por el mío, no se ha hecho y sigue sin hacerse.
Los colegios son el único sitio por el que toda la población española pasa, y pasa al principio de su vida. El gobierno, los centros y los profesores tienen la oportunidad para concienciar desde el principio contra un riesgo muy serio para la salud que causa muertes por ignorancia cada año. Creo que no aprovecharlo es una irresponsabilidad.