Tu borrachera puede depender de la forma de tu vaso
Os contamos de qué depende una borrachera, y de cómo nuestro cerebro nos hace beber más o menos rápido según la forma del vaso.
3 marzo, 2016 21:08Noticias relacionadas
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Que el tamaño del vaso en el que bebemos influye en la cantidad que tomamos es lógica pura y dura y no requiere que os lo explique; pero ¿y si os digo que también influye la forma del vaso?
Esto es lo que afirma Chris Van Tulleken, que nos cuenta en un vídeo del canal de youtube de BBC2 cómo nuestro cerebro nos hace beber más o menos deprisa según la forma de los cristales del vaso.
De qué depende una borrachera
¿Qué mejor lugar para comprobar un hecho científico que un bar? Desde luego, en este caso, es el sitio idóneo. Por eso, un grupo de científicos de la Universidad de Bristol llevó a cabo un estudio consistente en el seguimiento durante tres fines de semana de las tasas de consumo en bares que servían cerveza y sidra, prestando especial atención a la forma del vaso.
Así, comprobaron que aquellos que servían estas bebidas alcohólicas en vasos con las paredes rectas obtuvieron un 25% menos de ganancias que aquellos que utilizaban recipientes curvos.
¿A qué se debe esta diferencia?
Según Van Tulleken, la forma del vaso hace que nuestro cerebro interprete de un modo diferente la cantidad de bebida que queda en él. Por lo general, si no vemos claramente lo que queda beberemos más deprisa. Por eso, las paredes rectas, que dejan ver perfectamente el contenido, nos hacen beber más despacio que las curvas. Y claro, si la bebida es alcohólica esto se va retroalimentando, haciendo que bebamos cada vez más y más rápido, aunque nos cambien el vaso, pues llegará un momento en que nuestro cerebro invertirá más esfuerzo en recordar cómo nos llamamos que en ver si tenemos mucha bebida en la copa.
Esto se puede ver más claramente si se añaden indicadores de volumen al vaso, ya que harán que bebamos todavía más despacio.
Otros factores que nos hacen beber más deprisa
Otro factor que nos hace beber más rápido es, por ejemplo, el tipo de vino. Se ha comprobado que una persona que no tiene una preferencia especial por ninguno de los dos tipos, beberá más rápido el blanco, pues su color casi transparente hace que nuestro cerebro perciba el contenido de la copa con menos facilidad que en el caso del tinto.
Si os paráis a pensar, también ocurre algo similar cuando bebemos de pie o charlando. En estos casos somos menos conscientes del contenido y lo tomamos mucho más rápido que si estamos sentados a solas con la copa.
Por lo tanto, si queréis beber despacito, evitad los vasos curvos y si lo que queréis es montar un bar de copas tirad los vasos rectos a la basura. Consejos de la ciencia.
Vía: The Science Explorer