La bacteria del Titanic que puede destruir barcos
Os hablamos de la bacteria del Titanic, un microorganismos que corroe el acero de los restos del famoso trasatlántico. Así es la Halomonas titanicae.
7 marzo, 2016 11:30Noticias relacionadas
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No cabe duda que la tragedia del Titanic convirtió al trastlántico en el barco más famoso de la historia y, además, consiguió despertar nuestro interés por todo lo que tenga que ver con él.
Cartas enviadas desde el barco, restos de menaje o ropa rescatados del agua, testimonios de supervivientes… no hay excepción. Cualquier cosa que tenga lo más mínimo de relación, se convierte en una nueva pieza de la leyenda del “barco insumergible” que acabó en el fondo de las gélidas aguas del océano Atlántico.
Y si una simple cuchara es capaz de tomar protagonismo sólo por haber formado parte de la cubertería del Titanic, imaginad lo interesantes que pueden llegar a ser las bacterias que, aún a día de hoy, se aprovechan de lo que queda del legendario trasatlántico. Este es el caso de nuestro microbio de esta semana, bautizado como Halomonas titanicae.
Características de Halomonas titanicae
Halomonas Titanicae es una bacteria gram negativa, con forma de bacilo y movimiento a través de flagelos. Se considera un microorganismo halófilo extremo, por su alta resistencia a la sal, y mesófilo psicrotolerante; pues, aunque crece bien entre 30 y 37ºC, también puede hacerlo por debajo de los 4 grados, al contrario que otras muchas bacterias, cuyo crecimiento se bloquea a estas temperaturas.
Fue descubierta por un grupo de científicos canadienses y españoles, que la aislaron a partir de muestras de los restos del naufragio del famoso Titanic, por lo que decidieron bautizarla en su honor.
Bacterias que provocan la corrosión del acero
Como podéis ver en este vídeo, en el naufragio se observan unas estructuras, similares a las estalactitas de las cuevas, denominadas rusticles, que son fruto de la acción de Halomonas titanicae, en colaboración con otros microbios.
Concretamente, estas bacterias actúan corroyendo el acero, ya que son microorganismos aerobios, que obtienen la energía para sobrevivir a partir de la metabolización del óxido de acero, que conlleva la generación de los rusticles.
A parte de suponer una nueva anécdota en torno al barco, el descubrimiento de estas bacterias puede resultar una herramienta de gran utilidad, ya que es posible utilizarlas para desmantelar viejos restos de navíos y plataformas petrolíferas, que se encuentran depositadas en el fondo del océano.
Está previsto que en 2018 una réplica del Titanic zarpe de Southampton y realice el mismo trayecto que el trastlántico tenía previsto en 1912. Aunque aún no está fijado el precio por poder viajar en él, está claro que ni siquiera los billetes de tercera clase estarán a disposición del bolsillo de la mayoría de los mortales. Esta bacterias no montará en la réplica, pero vive en el verdadero barco que creó la leyenda y siempre será conocida como la bacteria del Titanic. Unas verdaderas privilegiadas, sin duda.