¿Qué diferencias hay entre autismo y síndrome de Asperger?
Aunque tradicionalmente se han considerado la misma patología, existen ciertas diferencias entre autismo y Asperger que los caracterizan.
24 marzo, 2016 20:48Noticias relacionadas
- Cámaras y accesorios de 13.000 dólares por 100 dólares, el costoso error de Amazon en el Prime Day
- Este hotel japonés ha instalado un simulador de vuelo gigante en una de sus habitaciones
- Un reloj con 8 pantallas desplegables, la nueva idea loca de IBM
- Cómo una babosa paró todos los trenes de alta velocidad de Japón
No hace mucho, con la nueva edición del DSM, se ha diferenciado el síndrome de Asperger del autismo tradicional o típico.
Aunque hablamos de dos trastornos muy parecidos, en cada uno de ellos existen ciertos rasgos de distinto carácter, que acaban por determinar un estilo de vida bastante diferente para aquellos individuos que los padecen. Por lo general, los aspergianos, también conocidos como “autistas de alto rendimiento”, gracias a sus competentes habilidades, tendrán mayor probabilidad de llevar una vida adulta e independiente con total normalidad.
Existe además una diferencia fundamental a la hora de diagnosticar cualquiera de estas patologías, y es que en el autismo, las alteraciones, en especial el retraso cognitivo, son evidentes y fácilmente detectables durante los tres primeros años de vida, mientras que los aspergianos no suelen presentar alteraciones de este tipo, sino más bien al contrario; la mayoría tiene una capacidad intelectual por encima de la normal. Además, el diagnóstico en éstos últimos suele realizarse en la adolescencia o más tarde, aunque muchos padres son capaces de detectar el trastorno cuando sus hijos son más pequeños.
¿Qué es exactamente el autismo?
Antes de explicar las distinciones específicas de cada una, es importante aclarar en qué consiste un TEA, o un Trastorno del Espectro Autista. Se trata de un trastorno físico ligado a una biología y una química anormales en el cerebro, y que afecta al desarrollo de las habilidades sociales y de comunicación de la persona. La razón por la cual aparecen afecciones de este tipo seguramente sea una combinación de varios factores, ya que pueden ser de origen hereditario en algunas familias, incluso se cree que puede deberse a una mutación genética. Otros investigadores, por su parte, defienden que la principal causa es el daño en una región específica del cerebro, la amígdala.
Con esta definición es posible englobar una serie de problemas entre los cuales figuran el trastorno autista y el síndrome de Asperger, además de otros trastornos como el desintegrativo infantil o el generalizado del desarollo. En todo caso, y a pesar de compartir la misma base sintomática,el comportamiento del individuo enfermo será diferente en cada caso, por lo que el diagnóstico y las terapias correspondientemente adecuadas serán también diferentes y específicas para cada una.
Diferencias entre autismo y Asperger
En el autismo clásico, los síntomas más habituales son un desarrollo social anormal (el niño tiene muy pocos amigos o ninguno), el uso del lenguaje extraño (inventan palabras, repiten frases continuamente o incluso aprenden a leer por sí mismos) y la presencia de rituales o rutinas, además del interés obsesivo por un tema determinado.
Los aspergianos también tienen amigos
Por otro lado, los aspergianos presentan unos síntomas que difieren bastante de las limitaciones del trastorno autista clásico. Como ya hemos mencionado, el coeficiente intelectual es bastante elevado y esto les confiere relativamente una ventaja en cuanto a la posibilidad de desenvolverse con mayor independencia. De hecho, el desarrollo del lenguaje se produce a la edad habitual, incluso con una gramática y un vocabulario por encima del promedio.
No obstante, a pesar de sus asombrosas habilidades cognitivas, una de las diferencias más notables en las personas con síndrome de Asperger es su torpeza general en el ámbito social. Los aspergianos muestran por lo general interés en las relaciones sociales. Desean tener amigos y se sienten frustrados porque sus conductas y costumbres dificultan bastante su capacidad para relacionarse con los demás. Sin embargo, esto no quiere decir que no quieran ni puedan tener amigos, sino que son mucho más exigentes a la hora de elegir personas de confianza. Un claro ejemplo es el del personaje de Sheldon Cooper en la serie The Big Bang Theory, que protagoniza numerosas escenas donde hace gala de su peculiar pero marcado sentido de la amistad.