¿Y si en realidad fuese bueno tener gusanos en el intestino?
Los parásitos intestinales podrían ser buenos aliados para nosotros. La presencia de tricocéfalos, por ejemplo, mantiene a raya la inflamación bacteriana.
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Gracias a varios estudios llevados a cabo con ratones y personas, se ha demostrado cómo estos parásitos intestinales son capaces de cambiar el equilibrio entre las poblaciones de bacterias que habitan en este órgano, y de este modo disminuir la inflamación causada por éstas. Entender el mecanismo de acción que estos gusanos siguen a la hora de manipular los microbios intestinales y hasta el propio sistema inmunológico podría ayudar a los científicos a idear otras formas de proteger los órganos humanos, sin necesidad de una infección parasitaria.
En algunas investigaciones anteriores ya se había encontrado una disminución en el número de casos de inflamación intestinal en aquellos individuos infectados por gusanos parasitarios. No obstante, a lo largo del tiempo, se han podido extraer otro tipo de conclusiones al respecto, entre las que destacan la influencia en la fertilidad de las personas, así como su susceptibilidad a otras infecciones parasitarias y alergias.
La presencia de parásitos intestinales afecta a las bacterias
Un estudio publicado el pasado 14 de Abril en Science explica cómo un grupo de investigadores liderados por P’ng Loke, un inmunólogo experto en parásitos de la Facultad de Medicina de la Universidad de Nueva York, analiza en profundidad la protección que los gusanos parásitos ofrecen frente a la enfermedad de Crohn (una enfermedad autoinmune en la que se inflaman los intestinos). Para ello, el equipo trabajó con una población de ratones con mutaciones en el gen NOD2, ya que las mutaciones en la versión humana de este gen están asociadas con la enfermedad de Crohn en algunas personas.
Al infectar a los ratones con gusanos tricocéfalos (Trichuris muris) o con nematodos murinos (Heligmosomoides polygyrus), se comprobó cómo se fabricaba mayor mucosidad. Además, los ratones infectados presentaron niveles menores de ciertos Bacteroides (bacterias patógenas oportunistas) y mayores niveles de bacterias clostridiales, las cuales ayudan a proteger contra la inflamación intestinal. Ambos efectos se deben a la llamada respuesta inmune de tipo 2, que tiene lugar cuando se produce una inflamación por parásito, liberándose una sustancia química (interleucina), que estimula la producción de moco. A continuación, las bacterias clostridiales se alimentan de este moco, permitiéndoles así competir directamente con las bacteroidales.
Parásitos intestinales, necesarios para asegurar nuestra salud
Por otro lado, para averiguar si los gusanos afectaban a los microbios también en el intestino humano, Loke y sus colegas tomaron muestras de heces de varios habitantes de Malasia que fueron infectados con gusanos parásitos. Después de tomar un medicamento desparasitante, los individuos mostraban menor número de bacterias clostridiales y mayor número de bacterias bacteroidales. Este cambio en la flora bacteriana se asoció con una disminución en el número de huevos de Trichuris trichiura en las heces de las personas, lo que indica que deshacerse de los gusanos puede tener consecuencias negativas para algunas personas, puesto que existe mayor riesgo de inflamación.
Según Joel Weinstock, parasitólogo en el Centro Médico de la Universidad de Tufts de Boston, sería interesante averiguar qué otros efectos conlleva la infección con estos gusanos respecto a la limitación de inflamaciones de origen bacteriano, puesto que de este modo se podrían desarrollar nuevos fármacos con un mecanismo de acción igual de eficiente.