La ciencia detrás de la música
La relación entre ciencia y música va mucho más allá de lo que solemos creer. Hoy os lo contamos cómo mejor se pueden explicar las cosas: con ejemplos
25 abril, 2016 20:35Noticias relacionadas
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Imaginad una vida sin música. ¿Creéis que sería posible?
Posible quizás, pero sin duda sería horrible, ya que la música es algo casi intrínseco a la condición de ser humano, que ha evolucionado con nosotros desde tiempos remotos. De hecho, ya en la prehistoria se empezaba a utilizar, especialmente en los rituales de caza y guerra, en los que se tendía a imitar los ritmos de los propios animales y, además, también comenzaba a aparecer en las fiestas, en las que todos los presentes se reunían para bailar alrededor de la hoguera.
Si siempre hemos tenido la necesidad de acompañar nuestras vidas de música, tanto en los buenos como en los malos momentos, es porque está muy relacionada con nuestro estado emocional, algo que demuestra que cala hondo en nuestro cerebro, pero la cosa no queda ahí, pues lo hace tan profundamente que también está implicada en cambios en nuestra forma de actuar e incluso en nuestra salud. ¿Queréis saber cómo lo hace? Entonces este artículo os interesa.
Ciencia y música: ¿Cómo afecta la música a nuestro cerebro?
Como la mejor forma de entender cualquier cosa que se precie es utilizando ejemplos, vamos a ver los diferentes mecanismos mediante los cuales la música afecta a nuestro cerebro utilizando ejemplos de canciones.
¿Cómo distinguimos una canción buena de una mala?
Aunque cada cual tiene sus gustos y puede que muchos de vosotros no soláis escuchar este tipo de música, dudo que ninguno crea que esta canción suena mal. Esto se debe a que consta de lo que se conoce como intervalos armónicos consonantes, un conjunto de tonos afinados que actúa directamente sobre áreas de nuestro cerebro asociadas al bienestar, como la corteza cingulada, las regiones frontoparietales y el área orbitofrontal.
Por el contrario, los intervalos armónicos disonantes, actúan sobre el giro hipocampal, produciendo la reacción típica que sentimos cuando oímos ruidos desagradables.
¿Por qué la música nos da miedo?
Resulta casi prácticamente imposible escuchar esta canción sin esperar que en algún momento aparezca un asesino en mitad de la pantalla. Y es que, junto a los ruidos desagradables, nos encontramos con los ruidos y la música que nos dan miedo. Como sabéis, uno de los factores más importantes para que una película de terror sea realmente escalofriante, consiste en tener una banda sonora adecuada. Para ello, los compositores responsables de este cometido, se encargan de elaborar canciones que actúen directamente sobre nuestra amígdala, produciendo así una respuesta de alerta y haciendo que pasemos varias noches sin dormir mientras la canción resuena en nuestra cabeza.
De hecho, se ha comprobado que a las personas que tienen algún daño en la amígdala, ver la película más terrorífica de Stephen King les causa más o menos la misma sensación que ver Los tres cerditos.
¿Qué zonas de nuestro cerebro se activan cuando cantamos?
¿Qué tiene esta señora que no tengamos nosotros? La verdad es que en este caso no sólo se trata del cerebro; ya que, lógicamente, las cuerdas vocales también están muy relacionadas con la capacidad vocal de cada uno; pero, además, también es muy necesario un buen funcionamiento del área de Broca. Ésta es la misma zona que se encarga del lenguaje, pero cuando hablamos sólo se activa la parte izquierda, mientras que cuando cantamos se activan las dos.
¿Cómo es el cerebro de un buen músico?
Y si todas estas personas tienen dos manos igual que nosotros, ¿por qué son capaces de tocar así? Para ser un buen músico son necesarios varios requisitos. Por un lado, es necesario tener una buena percepción del ritmo, ya que para tocar un instrumento, sea cual sea, es necesario adaptarse a los compases de las canciones. Esta capacidad reside en nuestro cerebelo, por lo que se ha observado que los músicos lo tienen más desarrollado que otras personas.
Por otro lado, es necesario tener un cuerpo calloso grande. Esta estructura está compuesta por un grupo de fibras nerviosas que conectan los dos hemisferios cerebrales, por lo que si está más desarrollada, se podrá trabajar con más información a la vez. Si os fijáis, la gran mayoría de instrumentos requieren hacer varias cosas a un mismo tiempo( los pianistas tocan secuencias de teclas muy diferentes con cada mano, los guitarristas rasgan las cuerdas con una mano mientras pulsan los trastes del mástil con otra y los flautistas deben controlar el aire a la vez que tapan los agujeros correspondientes a cada nota) y además, por lo general, suelen estar leyendo una partitura a la vez, de modo que es muy importante que haya un buen trasvase de información entre ambos hemisferios.
Además, los músicos también tiene más desarrolladas las zonas cerebrales asociadas a movimiento, audición y visión espacial.
¿Pero con todo esto se nace o se hace? Lo cierto es que, aunque se pueda tener más predisposición desde el nacimiento, nuestro cerebro es un órgano muy versátil, capaz de adaptarse y cambiar con un debido entrenamiento, por lo que el desarrollo de todas estas áreas cerebrales puede producirse también con suficientes horas de ensayo y dedicación. ¿Os apetece probar? Pues no lo dudéis, ya que no sólo resultará muy beneficioso para mejorar vuestras habilidades visoespaciales, auditivas y locomotoras en general, sino que también mejorará vuestro estado de ánimo y, según algunos estudio, favorecerá que vuestro cerebro envejezca mejor.
¿Por qué llevamos el ritmo con nuestro cuerpo cuando cantamos?
Si escucháis esta canción y no lleváis el ritmo con el pie o cualquier otra parte de vuestro cuerpo no tenéis alma. Bueno, vale, eso es lo que se suele decir, pero en realidad lo que tenéis es algún problemilla en el cerebelo. Y es que, como os decía, es precisamente esa zona la que se encarga de la percepción del ritmo. Además, al percibir este tipo de estímulos también se activa la corteza premotora, asociada al movimiento y, por lo tanto, a ese pie que estará posiblemente golpeando el suelo si seguís escuchando la canción.
¿Por qué es la música tan buena para la salud?
Como sabéis, el abanico de posibilidades que ofrece la musicoterapia en el campo de la psicología es cada vez más amplio; ya que, al actuar directamente sobre el hipotálamo, el núcleo accumbens y el área tegmental ventral, activa las zonas del placer y la recompensa, produciéndonos una satisfacción similar a la de las drogas, pero muchísimo más sana.
Otra aplicación psicológica de la musicoterapia es la realizada con niños autistas, ya que se ha comprobado que escuchar e interpretar música supone una gran herramienta para su aprendizaje.
Además, también aporta otros muchos beneficios. Por ejemplo, se ha demostrado que escuchar música produce un aumento de la secreción de óxido nítrico, una sustancia que da lugar a la dilatación de los vasos sanguíneos, contribuyendo con ello a la prevención de la hipertensión.
Otro dato curioso es que, aunque no se conoce exactamente el mecanismo mediante el que lo consigue, se ha comprobado que escuchar ciertos tipos de música puede ayudar a tratar el dolor crónico.
Por último, según un estudio reciente, escuchar música en directo ayuda a reducir el estrés, o al menos eso comprobaron al analizar los niveles de cortisol en la saliva de 117 voluntarios que habían asistido a un concierto de Eric Withacre.
La verdad es que no supone una muestra muy representativa, pero sin duda lo podéis utilizar como excusa si os estáis planteando asistir a algún festival este verano.
Eso es todo lo que teníamos que contaros de la ciencia de la música; aunque, antes de terminar, os invito a escuchar una última canción.
¿Habéis sentido algo? Pues eso.