Cómo convertirte en agente secreto con un vaso de Coca Cola
Os hablamos de un método de cifrado con fluorescencia, cuyos mensajes se pueden revelar con sustancias de uso tan cotidiano como la Coca Cola.
6 mayo, 2016 20:12Noticias relacionadas
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Seguro que todos habéis jugado de pequeños a escribiros mensajes ocultos con vuestros amigos utilizando jugo de limón como tinta invisible.
Si no lo habéis hecho no tenéis infancia, pero como no estoy aquí para juzgaros, os voy a contar un nuevo método de codificación de mensajes que deja lo del limón a la altura de no ser más que un juego de niños.
Aunque los dos métodos tienen algo en común, pues ambos se basan en reacciones químicas simples. El del limón consiste en usar el zumo a modo de tinta y esperar a que se seque para que llegue así al receptor del mensaje, que tendrá que acercar la llama de un mechero para que los ácidos del cítrico reaccionen con los azúcares, dando lugar al color marrón característico del caramelo. En cambio, la técnica de la que os vamos a hablar hoy es aún más eficiente, ya que se puede hacer casi con cualquier sustancia de uso cotidiano; como, por ejemplo, la Coca Cola.
¿En qué consiste este nuevo método de codificación de mensajes?
Este método, recién publicado en Nature Communications, ha sido desarrollado por científicos del Instituto de Ciencia Weinzmann, de Israel y combina el cifrado, la estenografía (uso de símbolos y abreviaturas concretos) y la protección por contraseña.
Para su realización es necesaria la fabricación en el laboratorio de moléculas fluorescentes que, al entrar en contacto con una serie de productos químicos, emitirán en diferentes longitudes de onda, cuyo valor servirá para descifrar el mensaje.
Aunque, como os digo, estas moléculas deben ser fabricadas en un laboratorio, los productos químicos con los que se mezclan pueden ser sustancias de uso cotidiano, como la Coca Cola o el café.
¿Cómo se elaboran los mensajes a través de cifrado con fluorescencia?
Para empezar, a cada letra del abecedario se le debe asignar un código de números que sólo conocerán el emisario y el receptor del mensaje.
Por ejemplo, si el mensaje fuese “Ábrete Sésamo”, la segunda palabra podría seguir este código:
S=5550
E=1350
S=5550
A=150
M=3750
O=4350
Por otro lado, también se le asignará una longitud de onda de la luz a cada una:
S=500nm
E=520nm
S=500nm
A=540nm
M=560nm
O=600nm
A continuación, se mezcla la molécula fluorescente con la sustancia que hayamos elegido; por ejemplo, Coca Cola, y se mide la fluorescencia a las diferentes longitudes de onda.
Imaginad que comenzamos por medir la longitud de onda a 500 nm, correspondiente a la S, y obtenemos un resultado de 689. Este valor se sumará al 5550 que asignamos a la letra al principio, de modo que en el mensaje cifrado en vez de una letra S colocaremos un 6239 (5550+689).
A los espacios también se les asignaría un número y una longitud de onda, de modo que el mensaje completo pueda ser una sucesión larga de dígitos que sólo pueda desentrañar la persona que está destinada a leerlo, que previamente habrá recibido los códigos y las longitudes de onda asignadas a cada letra.
¿Cómo se hace llegar el mensaje a su receptor?
Aunque aquí tendría un papel muy importante la imaginación, el modo más sencillo de hacer llegar el mensaje es dejándola secar sobre una nota o una carta, que se le enviará al receptor del mensaje.
Una vez que la reciba, éste sólo tiene que mezclarla con la sustancia en cuestión y utilizar un simple aparato para medir la fluorescencia a las diferentes longitudes de onda.
El tema del compuesto de revelado es importante, ya que los números no serán los mismos con coca cola que con café, por lo que el conocimiento de la sustancia a utilizar por parte del emisario y el receptor es otro de los datos que hacen tan seguro este procedimiento.
Además, se puede hacer aún más complicado de descifrar añadiendo dos sustancias químicas en vez de una, de modo que a la hora de descodificarlo sería importante añadir los mismos compuestos y, además, en el mismo orden.
Posiblemente estaréis pensando que sí, que muy bonito todo, pero que eso no hay dios que lo descifre. Pues nada más lejos de la realidad. Resulta que estos investigadores han probado el procedimiento con un grupo de voluntarios a los que se sometió solamente a unos pocos minutos de adiestramiento, y pudieron resolverlo sin problemas.
Interesante, ¿verdad? A partir de ahora mucho ojo si veis a alguien derramando un vaso de Coca Cola sobre un papel en algún bar. ¡Podría ser un espía descifrando un mensaje! O alguien muy patoso, pues ese tipo de personas existiremos siempre.