Todo lo que deberías saber sobre el Sol y la prevención del cáncer de piel
Os hablamos de la prevención del cáncer de piel, explicando desde por qué nos quemamos hasta cómo debemos observar nuestros lunares.
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Hoy es el Día Europeo por la Prevención del Cáncer de Piel y en Omicrono queremos sumarnos a los actos que se están dando por toda Europa con este reportaje.
Aunque según el calendario seguimos en primavera, las temperaturas parecen indicar que ya ha llegado el verano, por lo que ya podemos ver como se llenan de gente escenarios como playas, parques, merenderos y cualquier otro lugar expuesto al Sol de los que solemos evitar en tiempos de frío y lluvia.
Esto, junto a la obsesión que muchas personas parecen tener con ponerse morenas hace que también haya dado inicio la temporada de las molestas quemaduras por el Sol, que pueden quedarse simplemente en algo doloroso y poco estético, pero también pueden dar lugar a problemas bastante más preocupantes, como el cáncer de piel. Por eso, es muy importante saber cómo podemos prevenir estas complicaciones, evitando las situaciones de riesgo y, por supuesto, sabiendo por qué sucede, ya que no hay mejor forma de vencer al enemigo que conociéndolo.
¿Por qué nos quemamos con el Sol?
La respuesta parece evidente: el Sol está caliente y las cosas calientes queman. Esa podría ser la versión hiper resumida, pero la razón por la que nos salen quemaduras y, en el peor de los casos, cáncer de piel cuando nos exponemos al Sol son un poco más complejas.
La culpa de todo la tienen las radiaciones electromagnéticas emitidas por el astro rey, ya que poseen tal energía que son capaces de degradar el ADN de las células de la piel. Cuando esto ocurre el proceso de reparación podría dar lugar a una división descontrolada y, con ella, a un cáncer; por lo que para evitarlo la propia célula se suicida en un proceso conocido como apoptosis. Como consecuencia, se liberan pequeños fragmentos celulares que son eliminados por el sistema inmunológico, dando lugar a un proceso inflamatorio responsable de la hinchazón y el resto de síntomas asociados a las quemaduras solares.
Estas lesiones se van acumulando y finalmente puede llegar un momento en que el organismo no sea capaz de luchar frente a la división celular descontrolada, produciéndose por tanto el temido cáncer de piel.
¿Por qué nos ponemos morenos con el Sol?
En un intento por prevenir todo lo que os acabo de comentar, nuestro organismo sintetiza una sustancia cuya función es absorber estas radiaciones perjudiciales.
Se trata de la melanina, un pigmento oscuro, responsable de la coloración de la piel. No todos tenemos la misma cantidad de melanina en nuestras células, por lo que no tenemos la misma coloración y, por lo tanto, no nos defendemos del mismo modo de las radiaciones solares.
Sin embargo, salvo que haya algún trastorno previo, todos tenemos una cantidad mínima que evita que nos quememos al más mínimo contacto con el Sol. Pero está más que comprobado que los mecanismos de defensa del organismo no son infalibles, por lo que si queremos evitar las quemaduras y el cáncer de piel debemos usar correctamente la crema de protección solar.
¿Qué debemos saber sobre la crema solar?
La crema solar es un producto diseñado para absorber las radiaciones solares de un modo mucho más eficiente que nuestra propia melanina.
Se clasifican según su factor de protección, que indica cuánto tiempo más de protección tendrá una persona al aplicarse el protector con respecto a su mecanismo de defensa natural. Me explico. Si una persona tarda de media diez minutos de exposición en sufrir quemaduras sin aplicarse nada, al ponerse una crema solar con factor de protección solar (FPS) 30 tardará 300 minutos (30×10); por lo que, lógicamente, cuanto mayor sea el FPS mejor.
Por lo tanto, no todo el mundo tiene por qué usar el mismo FPS, ya que una persona de piel blanca (menos melanina) tardará menos en quemarse de forma natural, necesitando por ello un factor mayor.
En la siguiente tabla, extraída de Wikipedia, podéis observar las recomendaciones para cada tipo de piel
El principal problema que reside en el uso de cremas solares es que la mayoría de la población tiende a usarlas incorrectamente, por lo que se creen protegidos cuando realmente no lo están. Por eso, a continuación os mostramos algunos de los errores más comunes a la hora de aplicar estos productos.
- Usar la crema justo antes de la exposición: Se trata de un error muy habitual, que suele ser responsable de muchas quemaduras y muchos “pero si yo me eché protección”. Para que la crema se absorba correctamente y pueda ejercer su función debe aplicarse al menos media hora antes de la exposición al Sol; así que ya sabéis. Hay que salir protegidos de casa.
- Aplicarse poca crema y sólo una vez en todo el día: Como os he explicado antes, el uso de cremas aumenta el tiempo de exposición sin sufrir quemaduras, pero éste no es eterno, por lo que es necesario reponer la crema aproximadamente cada dos horas. Además, debe ponerse una capa uniforme, de modo que nos aseguremos una protección correcta. Eso sí, sin convertirnos en hombres y mujeres de las nieves, como solían hacer con nosotros nuestras madres cuando nos llevaban a la playa de pequeños.
- Sólo poner crema en las zonas más expuestas al Sol: Es muy típico aplicarse crema en los hombros, la espalda, el escote y otras zonas más expuestas, con la convicción de que la ropa y el calzado suponen un escudo infalible frente a las radiaciones solares. Sin embargo, es una creencia incorrecta, por lo que la protección debe ponerse en todo el cuerpo, prestando especial anteción a zonas más delicadas, como la cara y los labios, en los que sería recomendable usar un factor de protección mayor.
- No reponer la crema solar después de entrar al agua: El agua es una gran enemiga de las cremas solares, por lo que es necesario tener en cuenta unas cuantas recomendaciones cuando las usamos en playas y piscinas. Por un lado, es necesario asegurarse de que el producto que compramos es resistente al agua, ya que hay muchos que aún no lo son. Además, tampoco debemos usar la crema justo antes de entrar en el agua; ya que, volviendo a la primera recomendación, ésta no se habrá absorbido y se quedará enturbiando el agua en vez de protegiendo nuestra piel. Por último, aunque sigamos estas indicaciones, debemos volver a aplicar crema cuando nos sequemos.
- Sólo usar crema si vamos a tomar el Sol: Un simple paseo puede ser suficiente para quemarnos, ya que no es necesario que estemos tumbados cuan lagartijas al Sol para quemarnos. Además, también debe tenerse esto en cuenta si damos paseos en coche, ya que las radiaciones UVA pueden atravesar sus cristales.
Otras formas de prevención del cáncer de piel
Antes de comenzar con este apartado es necesario hacer una aclaración importante: ninguno de los métodos que vamos a nombrar sustituye al correcto uso de la crema solar, así que no se os ocurra sustituirla. Al contrario de lo que se piensa la crema solar no impedirá que os pongáis morenos y luzcáis vuestra piel del color del caramelo en los chiringuitos de la playa, así que no tenéis excusa para dejar de usarla.
Pero bueno, a parte de eso, a lo largo de años de investigación los científicos han descubierto algunos hábitos y compuestos cotidianos que pueden contribuir a prevenir el cáncer de piel, siempre acompañados de exposiciones seguras a las radiaciones solares.
El consumo de café podría ayudar a prevenir el cáncer de piel
¡Pero qué de efectos beneficiosos tiene el café! Cada dos por tres se le descubre uno nuevo, como ya os hemos contado en numerosos artículos. Desde la prevención de la obesidad y la diabetes hasta la mejora de los síntomas del Parkinson, el café es una maravillosa “medicina natural” que además de oler genial y saber mejor ha mostrado otros muchos efectos beneficiosos, como la prevención de algunos tipos de cáncer, como el de piel.
Esto parece deberse a la presencia de polifenoles y cafeína, que mantienen a raya las alteraciones del ADN producidas por la radiación ultravioleta.
La aspirina puede prevenir el cáncer de piel
Se conoce que una molécula, llamada PGE-2, es capaz de amortiguar la respuesta del sistema inmunológico, favoreciendo que el cáncer pueda extenderse a sus anchas sin ser atacado por éste.
Esto convierte a PGE-2 en una diana perfecta para frenar el desarrollo de algunos tumores, como el de piel, y resulta que se ha comprobado que algunos antiinflamatorios, como la aspirina, tienen el poder de bloquearla, por lo que hay muchos estudios que intentan ahondar en este poder protector.
Ejercicio físico para combatir el cáncer de piel
En este caso no hablamos de prevenir el cáncer, sino de combatirlo en conjunto con la quimioterapia una vez que ya existe. Y es que resulta, que según un estudio llevado a cabo por la Universidad de Pensylvania en 2.014, el ejercicio físico puede potenciar los efectos de una sustancia comúnmente utilizada en quimioterapia, llamada doxorrubicina, de modo que el tamaño del tumor puede disminuir más rápidamente.
¿Cómo saber cuándo debemos preocuparnos por un lunar?
Los seres humanos somos muy de empezar la casa por le tejado y a veces nos preocupamos más por observarnos compulsivamente los lunares que por protegernos del Sol correctamente.
El miedo es algo lógico, pero lo importante es saber canalizarlo hacia la prevención, tanto como os hemos explicado hasta ahora como con una observación adecuada de estas pequeñas manchas de nuestra piel.
Por eso, la Asociación Española contra el Cáncer establece unas normas de observación, conocidas como ABCD que nos ayudarán a saber si debemos preocuparnos por el aspecto de un lunar. Las premisas de esta regla son:
- A de Asimetría: Cuando las dos mitades del lunar son diferentes.
- B de bordes irregulares: Los melanomas suelen tener bordes irregulares, en forma de festón.
- C de color: Debemos preocuparnos si observamos colores rojizos, blanquecinos o azulados. Además, por lo general en los melanomas el color suele ser heterogéneo.
- D de diámetro: Cuando el lunar mide más de 6mm y aumenta de diámetro.
En los últimos años, además, se ha añadido la E de evolución, que indica que debemos hacer un seguimiento de aquellos lunares que resulten preocupantes por cualquiera de estas características.
En cualquiera de estos casos debemos acudir a un especialista, que nos dirá si el lunar está asociado a un cáncer de piel o si, por el contrario, no debemos preocuparnos.
Si tenéis en cuenta todos estos consejos podréis disfrutar del verano con tranquilidad. Así que, ya sabéis, a pesar del calor, los mosquitos, los atascos…. ¡Feliz verano!