Cómo los abejorros pueden volar sin contradecir las leyes de la física
Os contamos por qué el vuelo del abejorro no desafía las leyes de la física, al contrario de lo que afirman algunos mensajes motivantes de Internet.
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“Según las leyes de la aerodinámica, está demostrado que el vuelo del abejorro es imposible. Pero él no lo sabe“.
Ésta es la frase que desde hace años encabeza campañas de márketing, mensajes de azucarillo, cadenas motivantes de redes sociales y todo tipo de anuncios situados en contextos bastante poco científicos.
Por supuesto que es cierto que si alguien quiere conseguir algo lo primero que tiene que hacer es creer en sí mismo y ponerle pasión a lo que hace, como hemos visto en tantos ejemplos de hombres y mujeres científicos, pero motivar con argumentos incorrectos no es la mejor manera de hacerlo. Por eso, para que veáis que en realidad el abejorro no desobedece ninguna ley de la física cuando vuela, os vamos a contar lo que dice la ciencia al respecto.
El origen de la leyenda sobre el vuelo del abejorro
Aunque no está del todo claro el origen de esta afirmación, parece ser que se remonta a los años 30 del siglo XX, cuando un ingeniero, cenando con un biólogo, aseguró en tono de broma que los cálculos demostraban que era imposible que los abejorros volaran.
Existen muchas más versiones, todas ellas protagonizadas por un ingeniero que asegura que el tamaño de las alas de estos insectos en proporción al cuerpo lleva a que no haya forma de que pueda mantener el vuelo, pero lo cierto es que después de eso han sido muchos los científicos que se han encargado de desmentirlo.
¿A qué se debe el vuelo del abejorro?
El primer argumento que contradice esta frase es la aplastante evidencia resultante de ver a diario cómo estos bichitos rechonchos y de alas pequeñas vuelan sin problema ninguno. Ya os hablamos en un artículo de la posibilidad de que los insectos tengan conciencia del medio que los rodea; pero posiblemente no hasta el punto de ser motivados por el desconocimiento de la adversidad, por lo que el motivo no parece ser ése.
Por lo tanto, es necesario centrarse en las supuestas afirmaciones científicas que niegan esta posibilidad.
En las pocas versiones de la historia en la que aparece una explicación científica, se demuestra con cálculos la imposibilidad del vuelo del abejorro, pero esto se hace en base a un vuelo estático, como el de los aviones, que se desplazan con sus alas inmóviles.
Sin embargo, se sabe que la mayoría de los insectos, entre los que se encuentra el abejorro, no planean, sino que mueven sus alas flexibles a gran velocidad y con cambios de dirección muy rápidos, de modo que las turbulencias creadas en torno a ellos son las que dan lugar al empuje.
Esta teoría fue demostrada en un estudio de 2005, en el que un grupo de investigadores usó cálculos y simulaciones robóticas para emular el vuelo de este tipo de insectos, comprobando que incluso son capaces de variar el ángulo de movimiento y la frecuencia del aleteo, adaptándose así a las circunstancias del medio en el que se encuentran.
Creed en vosotros siempre, os digan lo que os digan. Pero si la cosa va de volar pensároslo dos veces. Nosotros sí que no estamos físicamente preparados para ello.