El sexto sentido es real y ha sido descubierto, asegura un científico
Un científico americano asegura haber dado la clave de un sexto sentido, basado en la magnetorrecepción, que permite detectar cambios en el campo magnético.
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Desde pequeños nos enseñaron en el colegio que el ser humano posee cinco sentidos: el olfato, el gusto, el oído, la vista y el tacto.
Nosotros nos lo aprendíamos de carrerilla, obedientes y conscientes de que se trataba de una lista estanca imposible de modificar, como los estados de la materia o los planetas del Sistema Solar. ¡Pero qué inocentes éramos!
Como sabéis, el desarrollo científico y la investigación nos han enseñado en los últimos años que los estados de la materia no son exactamente tres y que Plutón no es un planeta, pero que puede que haya otro planeta que no estaba en la lista. ¿Creéis entonces que la lista de sentidos del ser humano estaba cerrada? Pues parece ser que no. De hecho, hace años que se intuye que podríamos tener un sexto sentido basado en la magnetorrecepción, aunque todos los estudios presentados hasta el momento han sido rechazados. Sin embargo, un científico del Instituto de Tecnología de California asegura haber dado con la clave que le faltaba a sus predecesores para desentrañar el misterio.
¿Qué es la magnetorrecepción?
La magnetorecepción es un sentido que permite detectar el campo magnético, por lo que es muy común en animales migratorios, como aves e insectos, que lo utilizan para orientarse gracias a una especie de brújula interna.
Aunque se conoce que estos animales lo tienen, no se sabe exactamente a qué se debe, por lo que es complicado discernir si otras especies como la nuestra también cuentan con él.
Existen muchos estudios al respecto, pero hasta ahora ninguno ha sido reproducible, por lo que todos se han ido desechando poco a poco.
Las teorías más aceptadas sobre este sexto sentido residen por un lado en la posibilidad de que se den cambios en unas proteínas, llamadas criptocromos, que se encuentran en la retina de muchos animales migratorios y, por otro, en la existencia de células receptoras dotadas de pequeñas cantidades de magnetita, un mineral de hierro magnético que se ha encontrado en el pico de las aves migratorias y en algunas partes del organismo de otros animales sospechosos de poseer esta brújula interna.
¿Qué tiene de diferente este nuevo estudio sobre el sexto sentido?
No podemos afirmar que este científico, llamado Joe Kirschvink, haya dado con la clave de la magnetorrecepción, ya que su estudio aún no ha sido publicado, por lo que no ha podido ser contrastado. Sin embargo, asegura que será reproducible, por lo que ha conseguido una fuerte inversión económica, junto a la ayuda de laboratorios de diferentes países del mundo, que han confiado en su modo de exponer el proyecto.
El experimento, para el que ha contado con veinticuatro voluntarios, consiste en someterlos a cambios en el campo magnético a la vez que se estudian posibles cambios en su actividad cerebral. Es muy similar al protocolo de los estudios anteriores, pero en este caso ha utilizado un procedimiento conocido como Jaula de Faraday, con el que aísla a los participantes de las interferencias del campo magnético externo.
De ese modo comprobó que, efectivamente, cuando se hacía girar hacia la izquierda el campo magnético, se producía una caída de las ondas alfa del cerebro. La supresión de este tipo de ondas se asocia al procesamiento cerebral, por lo que queda claro que el cerebro estaba reaccionando en consecuencia al movimiento del campo magnético. Ocurría lo mismo también si se giraba hacia abajo, pero no cuando se hacía hacia arriba o en el sentido de las agujas del reloj.
Esto indica el sentido de nuestra supuesta brújula interna, dando una nueva señal de su existencia.
De todos modos, como os decía, los resultados de Kirschvink aún no han sido reproducidos, por lo que es pronto para cambiar los libros de texto. ¿Pero quién sabe? Quizás nuestros hijos o nuestros nietos ya estudien nuestros seis sentidos como algo la mar de normal