Alessandra Giliani, la primera patóloga de la historia

Hoy, en la sección de mujeres científicas os vamos a hablar de Alessandra Giliani.

No ganó el Premio Nobel ni ningún galardón similar, tampoco hizo grandes descubrimientos y se sabe tan poco de ella que ni siquiera está clara su fecha de nacimiento.

Sin embargo, sí que se sabe que a pesar de su juventud y de su condición de mujer consiguió convertirse en la ayudante de uno de los más grandes médicos de su época, pasando a la historia como la primera mujer dedicada a la patología de toda la historia. Y todo eso habiendo muerto con sólo diecinueve años, imaginad qué hubiese pasado si llega a vivir más tiempo.

Biografía de Alessandra Giliani

alessandra giliani

Como os decía, no se sabe a ciencia cierta cuándo nació, pero según la mayoría de escritos en los que figura fue allá por 1307, en una población de la provincia italiana de Emilia-Romaña.

Poco o nada se sabe de sus primeros años de vida, pero sí que se conoce su trabajo como asistente quirúrgica de Mondino de Luzzi, un profesor de medicina de la Universidad de Bolonia conocido y venerado en todo el mundo por esa época.

No está claro cómo llegó a ostentar dicho puesto, pues existe controversia en algunos de los documentos en los que se la nombra, pero parece ser que acudió disfrazada de hombre para recibir clases en la universidad, dónde sus conocimientos y su destreza para la anatomía encandilaron a Luzzi, que no dudó en tomarla como su mano derecha.

Desgraciadamente, sus conocimientos sobre el cuerpo humano no le sirvieron para evitar la infección de una herida que le causó la muerte con apenas diecinueve años de edad, haciéndola abandonar este mundo antes de llegar a conseguir todos los hallazgos que sin duda hubiese podido alcanzar.

Contribuciones a la ciencia de Alessandra Giliani

anatomia

Aunque su trabajo principal era preparar los cadáveres para las clases de anatomía de su mentor, Alessandra Giliani también es conocida por haber llevado a cabo sus propias investigaciones, como un método para drenar la sangre de los cuerpos y sustituirlos por un nuevo líquido teñido capaz de endurecer los vasos y hacerlos más visibles, gracias a la coloración.

Gracias a esta técnica, los anatomistas de su época pudieron obtener una mayor comprensión del sistema circulatorio humano, sentando las bases de un gran número de investigaciones posteriores en este ámbito.

Después de su muerte pasaron varios siglos hasta que apareció el primer escrito en el que se la nombraba, por lo que su contribución a la medicina se mantuvo oculta durante muchos años. Afortunadamente, hoy en día se sabe quién fue y su historia puede servir de inspiración a todas esas mujeres a las que, incluso en la actualidad, se les veta el acceso a algunos trabajos por ser considerados “de hombres”.