Tu quieres pensar que, con voluntad, hacer ejercicio será fácil. Sin embargo, tu bioquímica cerebral no está de acuerdo.
Tendemos a pensar que aquellas personas que suelen ser inactivas entran en un círculo vicioso: Como soy inactivo, engordo; y como he engordado me cuesta más hacer ejercicio, por lo que me muevo menos y tiendo a engordar más (y a comer, que también cuenta).
La sorpresa viene cuando tenemos en cuenta el papel de la genética en la obesidad, o también factores como el nuevo estudio publicado en Cell Metabolism: La inactividad física no es solo “falta de voluntad“, es un problema cerebral difícil de solucionar.
La relación entre el Parkinson y la obesidad
La epidemia de obesidad es un problema creciente hoy en día, y cada vez más estudios nos confirman de que no es algo tan simple como “comer menos” para solucionarlo. Hay mucho más, tanto a nivel genético como cerebral.
Y así lo confirma este nuevo estudio llevado a cabo por Alexxai V. Kravitz y sus colegas del Instituto Nacional de Diabetes y Enfermedades Renales y Digestivas de Estados Unidos. Según sus hallazgos, la inactividad física se habría relacionado con una alteración de los receptores de dopamina en ratones obesos. Sí, dopamina, una sustancia química cerebral (neurotransmisor) esencial en el circuito de recompensa cerebral, y también responsable de la enfermedad de Parkinson.
Es más, según Kravitz, su estudio inicial se basaba en la enfermedad de Parkinson (en la cual hay menos dopamina cerebral de lo que debería). Sin embargo, cuando empezaron con el estudio, detectaron muchas similitudes entre las alteraciones de la dopamina de esta enfermedad y la obesidad.
Por qué hacer ejercicio es más difícil para alguien obeso
Es bien sabido que hacer ejercicio está vinculado a un mejor estado general de salud, pero no tenemos claro todavía por qué las personas (o los animales) con obesidad son menos activas. La creencia común es que se produce este círculo vicioso que hemos comentado: La obesidad nos permite movernos menos a causa del peso adicional; sin embargo, es una explicación simplista.
Este nuevo estudio, sin embargo, afirma que el problema estaría en los receptores de dopamina cerebral. Y esto no se arregla simplemente con “fuerza de voluntad”.