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La orca, la apacible ballena transformada en asesina por los seres humanos

Tras la muerte de Granny y Tilikum esta semana, homenajeamos a las orcas, hablando sobre los peligros a los que se someten en su cautiverio.

8 enero, 2017 12:15

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Después de que en la última semana hayamos sabido de la muerte de dos de las orcas más famosas de la historia, estamos en un momento perfecto para homenajearlas con un artículo.

Estos dos ejemplares fallecidos eran Granny, conocida por ser la orca más longeva de la historia, y Tilikum, que consiguió la fama por ser responsable de la muerte de hasta tres personas.

Sin duda son dos grandes ejemplos para explicar los problemas del cautiverio de estos cetáceos; ya que, muy convenientemente, Granny, la abuela, era la que vivía en libertad, mientras que Tilikum, la asesina, la que llevaba más de treinta años en cautiverio. Y es que, como todos los demás, las orcas son animales nacidos para ser libres, por lo que en el momento que dejan de serlo, comienzan a sufrir problemas como una disminución notable de su esperanza de vida y una serie de problemas físicos y psicológicos, como los que llevaron a la agresividad de Tilikum.

La orca, un animal pacífico mientras viva en su entorno

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Las orcas (Orcinus orca) son una especies de cetáceos odontocetos habituales de todos los océanos del planeta.

Pueden alcanzar hasta 5’5 toneladas y 9 metros, en el caso de los machos, y 4 toneladas y 7’7 metros en el de las hembras, por lo que son animales enormes, que han despertado el terror y la admiración de quiénes las veían desde tiempos inmemoriales.

Sin embargo, son animales bastantes pacíficos, de los que se conocen sólo unos pocos ataques a humanos mientras vivían en libertad.

De hecho, el primero documentado tuvo lugar a principios del siglo XX, cuando una orca atacó a un grupo de perros y fotógrafos que se encontraban situados sobre un bloque de hielo a la deriva, posiblemente por confundir los ladridos con el sonido de las focas, que son unas de sus presas predilectas.

Muy distinto es lo que ocurre cuando se encuentran en cautiverio, pero veamos a qué se debe.

El cautiverio de las orcas, la peor de las condenas

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En los años 60 se capturaron los primeros ejemplares destinados a convertirse en atracciones de los acuarios, debido a que eran animales grandes y llamativos y, además, muy fáciles de entrenar, debido a su gran inteligencia.

La iniciativa causó la expectación de un público que quedaba maravillado por poder ver tan de cerca los movimientos de tan colosal animal, pero pronto comenzaron a observarse las consecuencias de un cautiverio que, aún en la actualidad, sigue estando a la orden del día.

Para empezar, su esperanza de vida se merma notablemente, y como muestra el caso de Granny y Tlikum, ya que la primera ha desaparecido con más de un siglo de edad, mientras que la segunda ha muerto a los 35, a causa de una infección respiratoria con la que llevaba luchando bastante tiempo.

Y esa infección no es más que un ejemplo de las muchas patologías que deterioran su salud, tanto a nivel físico como psicológico, ya que también se han dado numerosos casos de orcas con problemas mentales como la depresión o una psicosis que las convierte en verdaderas asesinas.

¿Por qué las orcas en cautiverio tienen la aleta dorsal atrofiada?

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Si recordáis la famosa película Liberad a Willy, sabréis que la orca protagonista tenía su aleta dorsal doblada hacia dentro, del mismo modo que la inmensa mayoría de estos cetáceos que viven en cautividad.

Esto se debe a que, al vivir en tanques muy pequeños en comparación con su tamaño y limitarse sólo a nadar en círculos, sin apenas llegar a sumergirse, terminan por padecer una atrofia de los músculos que mantienen erguida la aleta.

Todo estos es terrible, pero lo peor es que no es todo; ya que, por otros motivos más, como la caza o el deterioro de su hábitat, estos animales entraron en 2008 en la lista roja de la Unión por la Conservación de la Naturaleza, pasando a considerarse en peligro de extinción.

Y lo peor es que, después de todo lo que tienen que sufrir, aún escuchamos por ahí lugares en los que se siguen catalogando como “ballenas asesinas“; cuando, en realidad, somos nosotros los que las hemos convertido en algo así. ¿Y todo para qué? ¿Acaso no es mucho más bello observarlas viviendo tranquilas y en libertad? Yo creo que sí.