Morir suele significar el final de la existencia tal y como la conocemos; a menos que pertenezcamos a una religión que crea en la reencarnación, pero hoy no discutiremos sobre eso.
Cuando mueres, la teoría (y la práctica) ordena que todo tu cuerpo deja de funcionar, desaparece, es el final. Todos los órganos y sistemas echan el cierre, todo ha terminado… ¿o no? Pues sorprendentemente, puede que no, ya que parece ser que algunas zonas del organismo siguen funcionando incluso más de lo debido 48 horas despues.
Al menos así lo afirma un estudio reciente publicado en la revista Open Biology, en el cual se sugiere que, tras declarar muerto nuestro cuerpo, la expresión genética continua. En otras palabras, se sigue expresando información almacenada en el ADN, lo cual da lugar a un aumento de actividad celular.
Cuando mueres, algunas de tus células continúan vivas
Concretamente, las células que destacan por su lucha por permanecer vivas son las células madre, según comentan los investigadores.
En este caso Alex Pozhitkov y el resto de científicos que componían el equipo internacional estudiaron el pez cebra y ratones, encontrando el mismo proceso en ambos especímenes, lo cual nos sugiere que se produce en todos los animales (incluidos los humanos). Lo que habrían detectado es una transcripción genética tras la muerte, la primera etapa de la expresión genética que también se produce frente a fenómenos de estrés, inmunidad, inflamación e incluso en el principio del cáncer.
De hecho, la transcripción genética de aquellos genes relacionados con el desarrollo embrionario también aumentó, algo así como si nuestro cuerpo intentase volver a sus inicios, exhibiendo características celulares similares al desarrollo fetal.
Cuando mueres, se produce un final “por etapas”
Curiosamente, durante el estudio se detectó un apagado “por etapas” tras la muerte: La transcripción genética de algunos genes disminuía, pero en otros aumentaba, y no parecía un efecto al azar sino que estaba bastante sincronizado, aunque no se ha podido definir completamente cómo sucede. Evidentemente, al final, cuando mueres tu organismo acaba descomponiéndose de forma natural, y cualquier expresión genética finalizará de todas formas.
El aumento de la expresión genética de algunos genes explicaría porqué se producen casos como el aumento del riesgo de padecer cáncer tras recibir un trasplante, ya que podría haber relación entre el órgano transplantado de un individuo fallecido, un aumento de la expresión genética, y por tanto un aumento del riesgo de cáncer.
¿Hasta qué punto sigues vivo cuando mueres?
El actual estudio tan solo ha analizado la sucesión de acontecimientos pasadas 48 horas tras la muerte, lo cual indica que algunas de nuestras células podrían sobrevivir (y expresarse genéticamente) incluso mucho más tiempo, aunque actualmente no sabemos cuánto. De momento esta es la primera y única investigación a fondo al respecto, por lo que quedan muchas dudas por responder.
Evidentemente, la pregunta es inevitable: ¿Es posible parar la muerte? Si existen células que continúan “vivas” a pesar de que el organismo “ha muerto”, ¿no podría existir alguna forma de interrumpir el proceso a partir de estas zonas activas en nuestro organismo?
Todo ello plantea muchas dudas éticas y biológicas, pero algunos expertos ya están empezando a comparar el proceso de la muerte con el “apagado de un ordenador”, algo totalmente reversible, en lugar de procesos irreversibles como una bombilla fundida por ejemplo. Veremos cómo acaban las cosas y continuaremos investigando al respecto.