Mientras todo el mundo tenía la puesta vista en los Juegos Olímpicos de Invierno de Pyeonchang y en los eventos cancelados por el viento, la primera competición de robots esquiadores se celebraba a apenas una hora en coche.
En la estación de Welli Hilli se han reunido diferentes proyectos comandados por universidades, institutos y empresas, todas con el mismo objetivo: atacar la pendiente con sus robots. Los resultados han sido muy variados, desde caídas tontas hasta movimientos espectaculares teniendo en cuenta las limitaciones.
Los robots esquiadores aún no le quitarán el trabajo a los profesionales
Todos los participantes debían tener algunos aspectos en común; la altura mínima era de 50 centímetros, y debían ser capaces de mantenerse en pie por si solos. Tampoco tenían permitido recibir ayuda ni energía de fuentes externas, por lo que debían contar con sistemas de energía independientes.
Como la idea era imitar a los esquiadores humanos, los robots también debían usar esquíes y bastones, además de ser capaces de doblar las piernas y brazos como si tuviesen “rodillas” y “codos”. El recorrido estaba formado por banderas como en el deporte real, así que debían contar con sistemas autónomos que las detectasen y ser capaces de esquivarlas; cuantas más banderas esquivadas, más puntos ganarían, aunque también se contaba el tiempo que tardarían.
Claro, que para muchos de los participantes solo llegar a la meta ya era todo un logro. El esquí profesional es un deporte peligroso, en el que cometer un error te puede enviar rodando por la montaña a altas velocidades; los robots no fueron tan rápido, y aún así consiguieron meterse en accidentes aparatosos.
Finalmente, fue el equipo de la compañía Minirobot Corp, con su Taekwon V el que consiguió la victoria y el premio de 10.000 dólares; tal vez le ayudó el nombre, un homenaje a una serie de dibujos de los 70 claramente “inspirada” en Mazinger Z.
Al menos los esquiadores profesionales no deben tener miedo de ser sustituidos por robots, al menos no en el futuro cercano.