Los robots son máquinas, diseñadas por seres humanos para realizar tareas específicas; realmente no tienen mucho que decir al respecto. Un robot no “piensa”, sólo ejecuta los algoritmos preprogramados para conseguir la solución deseada con los pasos más oportunos.
Incluso cuando hablamos de “Inteligencia Artificial”, o de “aprendizaje automático”, no podemos decir que estos sistemas sean independientes; sus resultados siguen dependiendo de lo que sus creadores humanos hayan decidido. Es el motivo por el que, por ejemplo, podemos decir que un algoritmo es racista, si no se ha creado teniendo en cuenta la cultura y las sensibilidades de los seres humanos. No es culpa del robot, sino del que lo creó.
El polémico estudio que ha creado un robot que sabe que lo es
Pero, ¿podremos decir siempre eso? El desarrollo de sistemas inteligentes ya ha avanzado tanto que hay veces que sus propios creadores son incapaces de explicar porqué deciden unas cosas y no otras. Puede que, en el futuro, sea posible crear sistemas realmente independientes y conscientes de si mismos; robots que saben que son robots, cuál es su aspecto y cuál es su función en este mundo.
Ahora, investigadores de la Universidad de Columbia afirman haber dado un gran paso en la creación de robots con consciencia propia; polémicas palabras que ya han levantado el debate en la comunidad científica, pero ¿qué es exactamente lo que han conseguido?
Los ingenieros se han centrado en crear un robot capaz de imaginarse a si mismo desde cero. Es decir, que el robot, sin que nadie se lo diga, es capaz de analizar el entorno, analizarse a si mismo, y llegar a la conclusión de que es un robot. Este es un método, afirman, similar al que usan los propios seres humanos y los animales cuando se crean su propia “imagen interior”; la imagen que todos tenemos en nuestra mente de nosotros mismos.
Es importante que este robot, que tiene la forma de un brazo mecánico, no tiene conocimientos previos de física o geometría. No sabe qué es lo que es, qué forma tiene, ni de qué es capaz; así que, en este estado, es poco menos que un pisapapeles. Pero poco a poco, y a base de probar cosas, el robot es capaz de descubrirse a si mismo.
El robot con conciencia propia está más cerca
Este periodo de “meditación” o “murmureo interno” dura aproximadamente un día, y termina con la creación de una simulación interna de si mismo. En esta simulación, el robot es capaz de “pensar” y llegar a conclusiones sobre lo que es capaz de hacer y lo que no. Puede usar esta información para, por ejemplo, enfrentarse a nuevas tareas sin que haya sido enseñado a completarlas; usando la simulación interna, puede adaptarse a diferentes situaciones. Al saber cómo es, el robot hasta es capaz de saber si tiene alguna pieza rota, y de repararla si es necesario.
La gran diferencia respecto a un robot normal es que este no sigue ningún modelo explícito implementado por sus creadores. Eso le da mucha más flexibilidad a la hora de tomar decisiones. En las pruebas, inicialmente el modelo creado interiormente era muy impreciso.
El robot no sabía qué podía hacer ni qué es lo que era. Unas 35 horas de entrenamiento intensivo después, la “imagen interior” que tenía el robot ya era muy precisa, con una diferencia de sólo cuatro centímetros en lo que respecta al tamaño. Las tareas de coger y soltar objetos le permitieron auto-calibrarse, hasta que pudo completar la tarea con un 100% de éxito.
Por supuesto, de aquí a conseguir un robot con “conciencia propia” hay un trecho. Sus propios creadores confiesan que esta habilidad de imaginarse a si mismo es algo “tosca” comparada con la de los seres humanos; pero creen que es el primer paso hacia conseguirlo. Y todo eso, sin tener en cuenta las cuestiones éticas y filosóficas que conllevarían una creación semejante.
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