El reconocimiento facial ha llegado incluso a las cárceles, ¿estamos yendo demasiado lejos?
Ya se está empezando a usar el reconocimiento facial y diversos datos biométricos hasta en las cárceles. ¿Nos estamos pasando?
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Lo tenemos tan interiorizado gracias a nuestros móviles que cada vez suena menos a ciencia ficción. El reconocimiento facial es algo muy común, y con la tecnología adecuada es uno de los sistemas de seguridad biométricos con más éxito. De hecho empresas como Apple han intentado que este sea el sucesor espiritual del lector de huellas, aunque a muchos no les queda claro que este vaya a desaparecer.
Ahora este reconocimiento se está usando cada vez más; instituciones gubernamentales, complejos de seguridad y ahora en cárceles. Intentando evitar el gorrito de papel de plata que encierra esta pregunta, queda ver si realmente nos estamos pasando con este reconocimiento, y si realmente ayuda en algo a la seguridad o es más bien un nuevo tipo de método de control.
Reconocimiento facial incluso en cárceles: ¿qué aporta?
Según informa la BBC se están probando determinados sistemas biométricos en las penitenciarías de Reino Unido. Concretamente, se están testeando en un programa piloto muy limitado el reconocimiento facial, los escáneres de iris y las verificaciones de documentos de identidad en las cárceles HM Humber, Lindholme y Hull respectivamente.
Según el Ministro de Justicia, se está haciendo esto para evitar el contrabando de drogas en las cárceles. Lo que se busca es identificar a los visitantes y a los presos que contribuyan al contrabando y así aumentar la seguridad. El Ministerio ha considerado al programa un éxito, aunque hay diversas cuestiones que dejan entrever que a lo mejor no ha sido así.
¿Cómo funciona? Principalmente el escaneo facial identifica a los visitantes que reciben los presos. Durante un período de seis semanas en diciembre y enero, las cámaras escanearon las caras de 770 visitantes en HM Humber, para detectar si utilizaban identidades falsas o hacían viajes repetidos para ver a diferentes prisioneros. Los resultados no se hicieron esperar; muchos de los presos empezaron a desarrollar un buen comportamiento cuando supieron que había escáneres y numerosos visitantes, al saber de la existencia de este software, se dieron media vuelta.
En general, y según datos oficiales, el personal penitenciario de Inglaterra y Gales incautó más de 23 000 paquetes de medicamentos y teléfonos móviles. Aunque los números no sean especialmente malos, como decimos, el sistema tiene lagunas.
Para empezar, los responsables son difíciles de identificar. Usan documentación falsificada como carnés de conducir y documentos de identidad que dichos delincuentes, cuando descubren “el pastel”, dejan de usar tanto para ir a la prisión como para usarlo en la calle. Así que más que atrapar a los delincuentes, se les incita a evitar sus condenas.
Hay otro problema. Este reconocimiento produce el rechazo de otros familiares que no quieren ir a visitar a sus seres queridos para proteger su privacidad, por lo que se le priva al preso de la compañía de su familia.
El reconocimiento como medida de control público
No todos han visto con buenos ojos que se usen estos sistemas de seguridad biométricos en las cárceles. Recordemos que a estos sitios van familiares como hijos, padres, etcétera, y que esta medida les disuada de ir no es el resultado que muchos esperarían. Asociaciones como Big Brother Watch consideran esta medida “un shock total” y están en litigios con la policía por el uso de estas tecnologías.
Por ende empresas como Microsoft o Amazon abogan por una regulación del reconocimiento facial y que haya leyes que protejan tanto a empresas como a usuarios de los malos usos que se le de. No es para menos; estos reconocimientos atentan frontalmente con nuestra privacidad y en el mundo hiper conectado en el que vivimos, esto no es un tema baladí.
De hecho, algunas voces han saltado en contra de esta medida. Se dice que este ejercicio no es una prueba para, como dice el Ministro de Justicia, “luchar contra las pandillas que buscan causar el caos en las cárceles” sino un método previo para probar el límite de los derechos humanos al tratar de obtener la aceptación pública de las cámaras de reconocimiento facial en entornos controlados. Es decir, que bajo la excusa de la “legalidad”, digamos que sí a que nos vigilen constantemente.
Las cárceles serían un paso previo para probar el uso del reconocimiento facial como una herramienta de vigilancia pública general. Existen miles de contextos (y excusas) con los que “justificar” el uso de este reconocimiento, ya sea por seguridad, por prevención de riesgos, etcétera. Podríamos estar permanentemente controlados, vigilados gracias a los datos biométricos de nuestra cara.
Ya hay indicios de ello. China es pionera en implementar sistemas de vigilancia biométricas en su sociedad y tal y como vaticinase Black Mirror, se está implementando un sistema de puntuaciones sociales para tener un mejor trayecto en la sociedad.
¿Hemos llegado demasiado lejos con el reconocimiento facial? ¿Nos hemos pasado al incluirlo en nuestros teléfonos? No vamos a ponernos conspiranoicos en absoluto, pero da miedo pensar que los gobiernos podrían excusarse de cualquier forma para justificar que tuvieran los datos de nuestra cara de una forma tan fácil.
Imagen de portada | Deleece Cook en Unsplash.