Malas noticias. En 5.000 millones de años el Sol morirá; si somos optimistas, tal vez podría durar unos 8.000 millones de años. Lo se, es algo difícil de aceptar, el astro rey ha estado con nosotros toda nuestra vida y será difícil decirle adiós; pero es comprensible, teniendo en cuenta lo que sabemos del universo.
Las estrellas, como el Sol, son grandes aglomeraciones de gas, principalmente hidrógeno, cuya masa combinada provoca que se colapsen en si mismas. Esto es lo que crea el núcleo de una estrella, que calienta el gas hasta niveles espectaculares, creando plasma y provocando fusiones nucleares que producen calor y luz; dos cosas que nos han venido muy bien en la Tierra, y gracias a las que se pudo formar la vida. Pero las estrellas no viven para siempre; dependen de la cantidad de gas que tengan para seguir manteniendo estos procesos.
El Sol se está muriendo
Cuando nuestro sol consuma todo el hidrógeno que tiene, estos procesos no se pararán; no hay un botón de apagado. En vez de eso, lo que viene a continuación es más catastrófico; el núcleo de helio se colapsará sobre si mismo, alcanzando temperaturas extremas y ampliando su tamaño hasta lo que se conoce como una gigante roja. Un nombre muy apropiado, porque en este estado el Sol será tan grande (extendiéndose 170 millones de kilómetros) que se tragará los planetas cercanos; es seguro que Mercurio y Venus serán “devorados” y es muy probable que la Tierra sufra la misma suerte.
Pero incluso aunque la Tierra no desapareciese, eso no sería un consuelo; los vientos solares arrasarían la atmósfera y la superficie, y las altas temperaturas harían la vida imposible. Afortunadamente, ya hay científicos que están pensando en una solución. Puede parecer pronto, pero estamos hablando del que será el mayor proyecto de la historia de la humanidad, incluso dentro de 5.000 millones de años.
El ingeniero espacial Matteo Ceriotti ha llegado a afirmar a The Conversation que la humanidad no tendrá más remedio que mover la Tierra; en efecto, estaríamos hablando de empujar todo un planeta hasta una localización más segura, que nos permita ganar unos cuantos miles de millones de años más. El objetivo sería poner a la Tierra en una órbita en la nueva zona habitable que se formaría con el nuevo estado del Sol; por ejemplo, en una órbita cercana a Marte.
Los planes para cambiar la órbita de la Tierra
Hay varias opciones para ello. La más obvia es usar gigantescos cohetes. Al fin y al cabo, cada vez que un cohete es lanzado al espacio, este afecta a la órbita de la Tierra; sólo un poco y de manera inapreciable y sin consecuencias, pero lo hace. Claro, que para que unos cohetes moviesen la Tierra haría falta mucho más: se calcula que sería necesario gastar el 85% del material presente en la Tierra para crearlos. Eso no nos dejaría mucho planeta que salvar.
En vez de un cohete tradicional, otra opción sería crear un propulsor iónico, que permanecería unos 1.000 kilómetros de altura; disparando partículas cargadas, sería posible empujar el propulsor y con él, la Tierra. En este caso, para disparar partículas a 40 kilómetros por segundo necesitaríamos el 13% de la masa de la Tierra en iones.
Pero ¿es posible mover la Tierra sin “comérsela” por el camino? Podríamos aprovecharnos del mismo Sol que nos está obligando a hacer estas elucubraciones. Obteniendo energía del Sol, podríamos disparar enormes láseres de unos 100 GW para mover la Tierra. Este efecto sería muy pequeño, pero si instalamos un enorme cometa solar que refleje el láser y lo devuelva a un disco reflectante 19 veces del tamaño de la Tierra, entonces sería posible cambiar la órbita en “sólo” 1.000 millones de años.
Por supuesto, todos estos proyectos son una locura, más propios de una película de ciencia ficción que otra cosa. Para empezar, es muy probable que la humanidad no siga existiendo dentro de 5.000 millones de años; y si lo hace, probablemente ya habrá migrado a otros planetas. Y por supuesto, estamos hablando de un proceso que dura miles de millones de años; no es algo que ocurra de la noche a la mañana, y el ser humano medio no lo notará. Pero estos no dejan de ser experimentos teóricos curiosos.