La automatización ya está presente en un gran número de fábricas y corporaciones. Una evolución lógica teniendo en cuenta los beneficios que supone; sobre todo en términos de eficiencia, abaratamiento de costes y reducción de tiempos.
Para que conozcáis más a fondo la importancia de la automatización en algunos sectores os vamos a contar cómo funciona uno de los puertos más importantes de Nueva Zelanda, el de Auckland. Lugar en el que los protagonistas son unos robots autónomos de 100 toneladas.
Los robots autónomos vitales para Nueva Zelanda
Nueva Zelanda es una isla prácticamente aislada del resto del mundo. Su situación geográfica convierte a sus puertos en elementos vitales para mantener el país “a flote”, nunca mejor dicho.
Como en la mayoría de puertos del mundo, en el puerto de Auckland los productos que se envían o reciben van dentro de contenedores; contenedores extremadamente pesados y difíciles de desplazar. Razón por la que es necesario utilizar grúas inmensas para mover los contenedores de un sitio a otro.
Que un operario realice dicha tarea con las grúas es bastante aburrido. Por esa razón en el puerto de Auckland decidieron comenzar a utilizar robots autónomos que desempeñasen ese trabajo. Compraron estos robots gigantescos a Konecranes, la compañía que inventó el transporte horizontal automatizado.
El robot de Konecranes recibe el nombre de Automated Straddle Carrier (A-STRAD) y permite automatizar la labor que os acabamos de comentar. El robot es una mole que alcanza las 100 toneladas de peso mientras carga con algún contenedor.
Combinación perfecta de humanos y robots
Un operario del puerto explica en el vídeo de YouTube de Tom Scott que estos robots autónomos trabajan de una manera mucho más constante y eficiente que cualquier ser humano. Todo ello aprovechando al máximo el tamaño del puerto y apilando los contenedores con una precisión excelente, en caso de errar solo lo harán por un par de centímetros.
Sin los A-STRADs, los trabajadores tienen que realizar el mismo recorrido miles de veces; borrando así las marcas del pavimento que necesitan para colocar los contenedores correctamente. Eso genera gastos, gastos que se eliminan al utilizar los robots autónomos, puesto que se guían mediante un sistema de posicionamiento local y no por las líneas del suelo.
El sistema emplea transmisores sincronizados por todo el puerto, que funcionan como pequeños satélites GPS. La técnica logra que las máquinas obtengan la ubicación con una precisión de sub-nanosegundos.
El puerto también cuenta con un sistema local de seguridad que muestra las orientaciones y las rutas de los diferentes A-STRADs para controlar y evitar colisiones. De hecho, cada A-STRAD cuenta con un láser para detenerse antes de chocar con otro robot; ya sea autónomo o tripulado.
Los operarios recalcan la relevancia de este tipo de robots para que los humanos se dediquen a otras tareas más complicadas y menos repetitivas. Uno de los responsables del puerto deja entrever la importancia de que máquinas y humanos trabajen conjuntamente.
El enfoque que se le ha dado a la tecnología en el puerto de Auckland es, sin duda, muy inteligente. Simplemente se reparten las tareas entre humanos y robots de una manera lógica; así, todos realizan sus labores con un rendimiento excelente. Este puerto de Nueva Zelanda es el ejemplo perfecto de las posibilidades que nos brinda la tecnología para ser mejores.
Foto destacada: Konecranes