El enriquecimiento de suelos con abono es uno de los factores que permiten desarrollar cosechas capaces de alimentar a la humanidad. Al que hay que unir una creciente moda del compostaje a nivel particular, consistente en el aprovechamiento de residuos orgánicos del día a día para el mismo desarrollo de suelos.
Y qué hay más del día a día que la muerte. A esa conclusión parece que ha llegado un compañía de Seattle, en el estado de Washington, que prevé abrir su primer centro de compostaje para cadáveres del mundo.
Actualmente en los países occidentales la inhumación y la cremación son las dos únicas vías disponibles de forma legal. Las autoridades sanitarias se toman muy enserio este asunto pues puede ser una vía de transmisión de enfermedades, pero esto cambiará en ese pequeño estado noroccidental.
El compostaje de cadáveres más cerca en Estados Unidos
Tras los términos comerciales "recomposición" y "reducción orgánica natural", esta compañía llamada Recompose anuncia en su web los servicios que oferta. Un escaparate online algo macabro si leemos los cargos que ostentan los miembros del equipo: "planificadora del fin de la vida" o "valorador del ciclo de vida". Aunque con un diseño moderno y minimalista.
Tras esas denominaciones tan poco apetecibles se encuentra una directora general que ha estado trabajando durante años con la administración estadounidense para conseguir los permisos. Y no es para menos, pues ha propiciado la aprobación de una ley que entrará en vigor en mayo del próximo 2020.
La web describe un poco el proceso que seguirán los técnicos en unos meses y, la verdad, que no tiene mucho misterio. Los cuerpos se enterrarán en ataúdes reutilizables y se cubrirán con materia orgánica como madera. El proceso continúa aireando "la mezcla" para que los seres vivos encargados de la descomposición tengan un ambiente propicio y en unos 30 días el ataúd con el cuerpo estará listo.
La familia entonces podrá pasar por las instalaciones de Recompose y llevarse el suelo generado por su difunto y echarlo en su propio jardín o en macetas. El suelo que los allegados no se lleven será utilizado por la empresa para conservación del Estrecho de Puget.
Algo que no describe Recompose en su web son las emisiones de metano. Cualquier cuerpo en descomposición emite metano que también se ha establecido como uno de los gases de efecto invernadero. Tan solo detalla que se captura carbono en el proceso, pero no sabemos ni cómo, ni cuándo, ni qué hacen con él. Quizá es parte del secreto profesional.
Si nos decidimos por utilizar los servicios de Recompose, nuestra familia tendrá que desembolsar 5.500 dólares. Según la web, un entierro verde (sin ataúd, con el cuerpo envuelto en una tela biodegradable) cuesta 6.000, la cremación una media de 4.000 y un entierro tradicional puede disparar la cifra a más de 8.000 dólares.
La huella ecológica de los enterramientos y las tradiciones
Cremar a un cadáver requiere de un consumo energético realmente grande. La temperatura que debe alcanzar el horno se establece de media en unos 900 grados centígrados y se consigue quemando combustibles fósiles como el gas. Provocando una huella ecológica que se traduce en toneladas de dióxido de carbono emitidas al atmósfera y mayor efecto invernadero.
Si seguimos afinando, también los cementerios son grandes extensiones que quedan inutilizadas durante muchísimo tiempo. El método de Recompose se basa en una rotación constante de cadáveres y en la reutilización de todo el material.
Y ahora entra la moral y las religiones de cada uno. En Occidente tenemos una marcada cultura cristiana con la tradición de enterrar a nuestros familiares en camposantos para poderles visitar y rendir homenaje.
Un lugar de paz donde descansar eternamente junto a otros miembros de la familia también fallecidos. Tradición que sigue muy vigente y que representa alrededor del 60% en España frente al 40% de incineraciones. Veremos cómo evoluciona Recompose y si el método se trasladará a otros estados más conservadores o incluso a Europa.