El geoposicionamiento se ha convertido en uno de los elementos estratégicos más importantes del mundo. Desde hace varias décadas, los aviones, barcos y coches se sirven de estos servicios para establecer las mejores rutas hacia sus destinos ahorrando miles de millones de euros en trayectos mal establecidos.
El transporte actual sería impensable sin el uso de los servicios de navegación por satélite (GNSS, de sus siglas en inglés) y las potencias mundiales buscan la independencia tecnológica del GPS. El Global Positioning System (GPS) es el servicio que más se utiliza actualmente y muchas veces nos olvidamos que tiene su origen en los entornos militares estadounidenses.
China y Rusia no querían quedarse atrás. La primera presentó en sociedad a Beidou con su excelente precisión y la segunda lleva muchos años de experiencia con su sistema GLONASS. Ambas también nacidas en el seno de los ejércitos de las dos potencias. Y es aquí donde Galileo y la Unión Europea tienen una de sus mejores bazas.
Origen de Galileo
La dependencia de sistema de posicionamiento extranjeros abrió el debate sobre la creación de una tecnología propia nacida dentro de la Unión Europea. Esto permite que, en caso de conflicto entre países, Europa pueda tener asegurado un sistema que no esté ligado a potencias extranjeras.
Varios países de la Unión consiguieron ponerse de acuerdo y pasaron el encargo a la Agencia Espacial Europea. Las primeras informaciones sobre Galileo provienen del año 2003 cuando se anunciaron las intenciones de crear el sistema que consiguiera una precisión centimétrica (unos 70 centímetros sobre el papel).
El desarrollo inicial comenzó en el año 2004 con el estudio de las órbitas espaciales donde los satélites se posicionarían. Lanzando el primero de ellos en diciembre del año 2005 a través de una nave del programa ruso Soyuz. Aunque fue diseñado para mantenerse en servicio durante 27 meses, permaneció hasta el 30 de junio de 2012 ayudando en el diseño de la constelación de satélites Galileo.
El programa continuó con la fase IOV que supuso el lanzamiento de 4 satélites para la validación orbital entre 2011 y 2013. Y presumiblemente finalizará este año 2020 con la fase denominada FOC (Final Operation Capabilities). Ésta última compuesta por un total de 26 satélites que sumarían 30 con los 4 de la fase IOV.
Actualmente, hay un total de 26 satélites de la constelación Galileo en órbita, 2 de ellos inoperativos, 2 en pruebas y 22 funcionando. Si se quieren cumplir los plazos la Agencia Espacial Europea tendría que lanzar 4 satélites de respaldo a lo largo de este año, aunque se puede dar por finalizada la constelación a nivel operativo.
La mayor diferencia a nivel estratégico de Galileo respecto a GLONASS, GPS y Beidou es que está gestionado totalmente por organismos civiles. Esto aleja cualquier tipo de sospecha en cuanto a espionaje militar o a la utilización de datos a nivel de servicios de inteligencia.
¿Cómo funciona Galileo?
Aunque no se ha completado el programa de posicionamiento, Galileo lleva funcionando varios años. En 2016 la Unión Europea anunció que su sistema está en funcionamiento proveyendo de geoposicionamiento y datos de navegación a cualquiera que se conecte a su red de satélites.
En cuanto a la precisión, en la práctica ofrece un margen de error de alrededor de un metro para la aplicación estándar. Muy cerca de los 70 centímetros que prometía la Agencia Espacial Europea en la fase de diseño. Más que suficiente para los requerimientos de nuestro día a día.
Por su parte, la alternativa norteamericana su precisión habitual, la que usamos día a día, es de varios metros, con lo que la opción europea es más precisa y certera que la que podemos tener en nuestros teléfonos usando el GPS.
Además, Galileo está desarrollado para poder trabajar en multi-constelación. Es decir, puede combinar su información con la de los otros sistemas de posicionamiento (como GPS) para proporcionar mejores servicios de posicionamiento. Es especialmente importante en ciudades con edificios altos que dificultan la cobertura.
Entre las aplicaciones en las que Galileo puede destacar se encuentran el internet de las cosas, servicios basados en localización (encontrar restaurantes, farmacias, parking cercanos...), servicios de salvamento, aplicaciones científicas, transporte, ingeniería civil o agricultura. Aplicaciones muy similares a los de otros servicios de posicionamiento que operan a nivel mundial, solo que sin el ejército detrás.
Los campos de aplicación dependerán también de la modalidad de posicionamiento al que tengamos acceso. Existe un servicio abierto gratuito con una precisión del orden de un metro dedicado a los servicios de localización y a la navegación de vehículos. Un servicio comercial con precisión centimétrica para aplicaciones que así lo requieran y bajo pago de un canon.
Para las aplicaciones más delicadas Galileo tiene disponible el Servicio de seguridad de la vida humana (gestión de tráfico ferroviario, aéreo o marítimo), un Servicio público regulado (con conexión cifrada y de uso gubernamental) y el Servicio de búsqueda y salvamento mundial.
Un aliado del 112
Actualmente podemos encontrar que muchos smartphones del mercado cuentan con Galileo. Marcas como Huawei o Samsung han apostado por integrar el sistema europeo en sus teléfonos inteligentes, pero la primera fue el otrora fabricante de smartphones español BQ con el modelo Aquaris X5 Plus.
Una de las aplicaciones más interesantes que está por venir es la de proveer de una geolocalización mejorada cuando llamemos al número de emergencias 112. Actualmente, la localización de las llamadas a emergencia se lleva a cabo sin basarse en ningún sistema de posicionamiento global.
De esta forma, los teléfonos móviles inteligente puestos a la venta a partir del 17 de marzo del 2022 tendrán que equipar el sistema de posicionamiento Galileo para que los servicios de emergencia puedan localizar al emisor de la llamada. Permitirá pasar de un error actual que se mueve entre 2 y 10 km a otro establecido entre 6 y 28 metros.
Un gran fallo en 2019
Como cualquier nueva tecnología, Galileo no ha estado exento de problemas. El fallo más grave se dio el pasado julio del 2019 cuando se produjo la caída del sistema que dejó al servicio de posicionamiento inutilizable durante un fin de semana completo. Según informó la web oficial de programa, el total de 22 satélites quedaron fuera de juego.
Desde su puesta en funcionamiento en 2016 Galileo no ha terminado de despegar. La inmensa mayoría de europeos nos seguimos guiando por el GPS estadounidense, aunque se espera que poco a poco más aplicaciones dependientes de la Unión Europea acojan a Galileo como proveedor de posicionamiento.