El vuelo AC847 de Air Canada puso en vilo a millones de personas, que pudieron seguir sus problemas en directo a través de Internet.
Poco después del despegue desde el Aeropuerto de Barajas, los pilotos informaron de un problema en uno de los motores; esto obligó a iniciar todos los protocolos de respuesta, incluyendo el despegue de un caza del Ejército del Aire para comprobar el alcance de los daños.
La evaluación confirmó que un problema en una de las diez ruedas del Boeing 767-300 había provocado que algunas piezas impactasen contra uno de los dos motores de este avión de pasajeros. Afortunadamente, todo terminó en un simple susto; después de cuatro horas quemando combustible, los pilotos pudieron aterrizar el avión sin mayores incidencias.
El problema de los motores de turbina
Ahora queda el trabajo de investigación; como es habitual en el sector siempre que hay un problema semejante, la serie de acontecimiento será estudiada y hasta el más mínimo detalle será investigado. Por lo tanto, aún no se sabe con seguridad lo que ocurrió; la posibilidad de que la rueda explotase y soltase piezas que impactaron contra el motor es sólo una de las que se barajan.
Sin embargo, este incidente sí que deja en evidencia uno de los grandes problemas de los aviones de turbina actuales: los propios motores. La tendencia de los últimos años es crear motores cada vez más grandes y eficientes, que permiten que aviones de tamaño medio hagan viajes transcontinentales e intercontinentales sin problemas; eso ha permitido a las aerolíneas ofrecer nuevos trayectos, que hasta ahora no eran viables económicamente hablando.
Para el futuro, estos motores de turbina podrían ser sustituidos por motores eléctricos. Ya existen aviones completamente eléctricos, pero suelen ser avionetas con una autonomía y una potencia muy reducida; conforme esta tecnología avance, podríamos empezar a verlo en aviones de pasajeros más grandes.
Motores eléctricos para aviones
Wright Electric ahora ha presentado el que podría ser el primer motor eléctrico capaz de cumplir ese propósito. El desarrollo acaba de comenzar, pero los objetivos son optimistas: el Wright 1 tendría una potencia de 1.5 MW, que afirman que sería suficiente para un avión de pasajeros.
Además de reducir las emisiones y el consumo, la gran ventaja de estos motores eléctricos es que ocupan menos espacio, y pueden ser integrados en las propias alas del avión. Eso supone serias ventajas en aerodinámica, lo que se traduce en un menor consumo y una mayor seguridad; el motor no ocupa tanto y es menos probable que sufra problemas por piezas sueltas, fallos técnicos o incluso drones.
El principal problema de usar motores eléctricos en aviones está en el peso; este modelo usará un inversor de 3.000 kilovoltios, para reducir el grosor de los cables necesarios.
Eso será un buen comienzo, pero a nadie se le escapa que la gran incógnita está en las baterías; las actuales de ion de litio son demasiado pesadas para un avión semejante, y apenas podrían durar unos kilómetros. Wright Electric ha confirmado que busca baterías más ligeras, que puedan durar entre una hora y hora y media de vuelo; eso se traduciría en trayectos de cientos de kilómetros.
Por lo tanto, el plan es que inicialmente los aviones eléctricos ofrezcan servicio en rutas locales o entre países vecinos; es poco probable que hagan la competencia a fabricantes como Rolls Royce. Sin embargo, sólo eso ya sería un gran paso comparado con la situación actual.
El plan es que el Wright 1 esté disponible en el mercado para el 2030, pero no está claro qué fabricantes adaptarían sus aviones para poder instalarlo. Por el momento, las primeras pruebas en tierra se esperan para el 2021, y los primeros vuelos de prueba se realizarían en el 2023. La aerolínea EasyJet ya ha mostrado su interés para ofrecer vuelos con esta tecnología.