En plena crisis por el brote de coronavirus, naciones de todo el mundo están limitando el uso del dinero en efectivo con el fin de evitar que se siga expandiendo con rapidez el COVID-19. Como es lógico, dicha situación ha beneficiado a los métodos de pago que no requieren contacto, como el famoso contactless o los pagos con móviles, y las compras por Internet.
Pese a ello, aún queda mucho camino para mejorar dichos procesos de pago. Según un estudio de Visa al que ha tenido acceso en exclusiva OMICRONO, el 62 % de los encuestados han abandonado alguna vez una compra online por diversos motivos.
Una de las razones más frecuentes es no recordar la contraseña correcta. Eso nos lleva a pensar lo siguiente: ¿no sería mejor utilizar la biometría? Así nunca dependeremos de nuestra memoria, ya que nunca nunca se nos olvidará llevar encima nuestra huella dactilar o nuestro rostro para el uso del reconocimiento facial.
Muerte de las contraseñas
Para tratar este tema hemos entrevistado a Andrea Fiorentino, responsable de producto y soluciones en Visa para el sur de Europa. Fiorentino no titubea al decirnos que es "irreversible la desaparición de las contraseñas" en los pagos.
En este sentido, el estudio arroja que la mayoría de personas se sienten seguras al usar un pin o una contraseña, sin embargo, es ineludible que la biometría ofrece un mayor nivel de seguridad, además de ser un método bastante más rápido.
La experiencia con las contraseñas en los servicios bancarios es "terrible", señala Fiorentino, y eso aludiendo a las generaciones más familiarizadas con la tecnología, ya que en el caso de la población más envejecida la situación es aún peor. El directivo de Visa nos explica que muchos clientes acaban abandonando algunas transacciones porque no se les dan facilidades para pagar, añadiendo que "la mayoría de los bancos prefiere la seguridad a la facilidad".
Los obstáculos de la biometría
Pese a sus bondades, la biometría también se enfrenta a grandes obstáculos para su masificación en los pagos. Fiorentino relata que es una tecnología cara y nos pone el ejemplo del gran coste que tendría implementarla en la infraestructura de los cajeros de los bancos.
El estudio de Visa muestra que dos de cada cinco encuestados han utilizado la biometría en la última semana para realizar un pago, sin embargo, el 60 % no lo ha hecho. Entre los motivos para no usarla, el 34 % afirma que su banco no soporta biometría, mientras que el 22 % asegura que su dispositivo no cuenta con dicha tecnología.
Pensar en poder utilizar la biometría en cajeros suena bastante bien, pero su uso generalizado es una utopía, al menos a corto plazo. Por ese motivo, Fiorentino cree que la clave está en usar los "móviles como puente" para esos pagos.
No hemos de olvidar que la mayoría de móviles nuevos integran tecnologías biométricas como el desbloqueo facial o la huella dactilar. De este modo, los bancos se ahorrarían modificar todos sus cajeros, aunque primero tendríamos que esperar a que los smartphone antiguos sin biometría desaparezcan completamente del mercado.
Pese a dichas dificultades, es algo que ya se puede hacer a día de hoy. El ejemplo perfecto lo tenemos en CaixaBank, que hace aproximadamente un año estrenaba el primer cajero del mundo en el que es posible sacar dinero utilizando el reconocimiento facial. Si bien se trata de una iniciativa pionera, aún queda bastante para que podamos verla masificada en el conglomerado bancario.
¿Qué biometría se afianzará?
Fiorentino se muestra totalmente convencido de lo importante que será la biometría en un futuro cercano, pero, ¿cuál de sus tipos exactamente? Al preguntárselo, nos explica que el desbloqueo mediante huella dactilar es la tecnología más "madura" entre las existentes. También cree que el desbloqueo facial "es fiable, pero tiene sus problemas". En este punto nos menciona, por ejemplo, cómo dicha tecnología aún no es capaz de diferenciar gemelos.
Fiorentino no termina de mojarse y señala que la biometría dominadora será aquella que sea "más inclusiva" o reconozca a un mayor número de personas. Ésta debería funcionar con todo el mundo sin importar la edad, el sexo o el color de piel, aunque también debería tener en cuenta las diferentes culturas, funcionando pese a usar un burka, por ejemplo.
Que un directivo de Visa, como Andrea Fiorentino, muestre tanta confianza en la biometría y tan poca estima por las contraseñas nos da pequeñas pistas sobre cómo podría ser el futuro de los pagos. Quién sabe, quizás dentro de unos años las contraseñas solo tengan un papel secundario para casos de urgencia, mientras que los métodos biométricos pasarán a ser los principales modos de identificación.