Las películas y series en formato físico siguen gozando de un halo de romanticismo que las hace ser las plataformas preferidas para muchos usuarios. No depender de una suscripción ni mucho menos de una conexión a internet los hace también muy válidos para algunas circunstancias como la de llevarnos una buena colección de películas a una segunda residencia o incluso hacer regalos.
Por eso todavía no es extraño encontrarnos con grandes superficies con estantes plagados de películas y otras muchos negocios especializados que siguen resistiendo a las plataformas de streaming. Objetivamente Netflix, junto con el resto de servicios, han conseguido cambiar los hábitos del consumo de entretenimiento en millones de hogares de todo el mundo. Y tanto la venta de contenidos en formato físico como la piratería se han visto reducidos considerablemente.
Una de las gigantes de la distribución, como es Disney, es responsable de la venta de muchos ejemplares en formato físico de sus películas. La compañía estadounidense dio hace años el salto al BluRay con resolución 4K para reeditar títulos antiguos y lanzar los más recientes. Pero las últimas informaciones apuntan a que esto está a punto de terminar.
Salto definitivo al digital
El sector de la distribución y venta minorista de películas en formato físico está viviendo momentos un poco desconcertantes. El revuelo se levantó hace una semana cuando The Digital Bits, haciendo referencia a fuentes internas de la industria, publicó que la casi inagotable factoría Disney va a abandonar parte de la venta de contenidos en 4K en formato físico. Eso sí, el movimiento parece que solo se hará en la línea de películas y series de personajes reales.
Una primera aproximación al 100% digital que dejaría, de cumplirse, exentas a grandes franquicias como Star Wars o todos los proyectos que rodea a Marvel. Entre otros muchos. La distribución para el contenido en 4K Ultra HD se haría en digital mientras se elimina toda posibilidad de compra en formato físico.
Disney por le momento no ha publicado nada al respecto pero si echamos un ojo a la estrategia de la compañía quizá nos demos cuenta de que es una línea que lleva siguiendo un tiempo. La creación de la su plataforma Disney+ descarga, en cierto modo, la necesidad de tener la película en formato físico pero ni su servicio abarca toda la factoría Disney ni un streaming es como tener la película en formato físico.
A esto último se han enfrentado todas las plataformas que han nacido o se han convertido al calor de las suscripciones. Los usuarios realmente podemos disfrutar de millones de horas de contenido por un precio bajo mientras paguemos religiosamente.
Pero, ¿qué ocurre cuando dejamos de pasar por caja? Que no tenemos absolutamente nada en propiedad. Aun habiendo estado pagando durante meses o años realmente alquilábamos una plataforma. Esto a las empresas les viene bien porque mantienen 'enganchados' a los usuarios que no quieren perder el acceso al entretenimiento, pero choca de lleno con nichos tan amplios como el de los coleccionistas. Dispuestos a gastar miles de dólares en todo lo que rodee a su saga favorita, películas en formato físico incluidas.
Por el momento no se conocen más detalles sobre este movimiento de Disney. Lo que es seguro es que abre la puerta a un salto al contenido 100% digital de una parte muy importante de su catálogo y quién sabe si en un futuro no muy lejano será la totalidad.
El caso de la música y videojuegos
El sector de la música vivió un cambio de paradigma similar hace unos años. La digitalización a través de las plataformas de streaming como Spotify o de otras como YouTube hizo que las discográficas y artistas independientes se adaptaran a los nuevos tiempos.
En la actualidad, las ventas de música en digital superan -por mucho- las que se realizan en formato físico y la industria ha encontrado el equilibrio perfecto. Prueba de ello es que todavía se pueden comprar discos en tiendas e incluso de un tiempo a esta parte los vinilos han resurgido de forma exponencial. De esta forma satisfacen al usuario que prefiere todo digital pero sin olvidarse del fan o coleccionista que tiene al disco especial devoción. En esta nueva situación tienen también un peso excepcional los conciertos en directo. Ahora casi paralizados por las medias sanitarias en la misma senda que la escasa ocupación de los cines.
En una línea parecida, pero quizá todavía más extrema, se ha movido el mundo de los videojuegos. Las consolas tradicionalmente vendían millones de discos en los que se encontraban otras tantas horas de entretenimiento. El golpe del digital fue duro, las ventas en físico descendieron y las desarrolladoras vieron los beneficios de no tener que distribuir.
Quizá en este caso está más marcado debido a que los juegos, generalmente, se compran. Aunque no tengamos un disco, sí hay una copia digital 'con nuestro nombre' y la podremos descargar pasados los años -al menos que la empresa caiga en quiebra o similar-. Tanto ha sido así que en la próxima generación de consolas habrá versiones que directamente vengan sin un lector de discos. Como ya existían en el catálogo de Xbox desde hace años.
La diferencia entre comprar los videojuegos y las películas en digital es que lo primero sí ha calado entre los jugadores pero lo segundo quizá no tanto. En las plataformas actuales de videojuegos hay servicios de suscripción al más puro estilo Netflix donde el jugador puede descargar todos los que quiera dentro del catálogo. Centenares o miles de títulos a disposición que no les exime de tener que pasar por caja para poder jugar a títulos nuevos recién salidos. Otro ejemplo de equilibrio.