La educación a distancia se ha convertido en el pan de cada día de miles de colegios, institutos y universidades de toda España. Bien con el cierre por positivos en coronavirus o por precaución, son muchos los alumnos y profesores que tienen que continuar sus tareas desde el hogar. Y la tecnología lo permite.
Es cierto que en los últimos meses, y por fuerza mayor, muchas instituciones educativas se han tenido que adaptar a pasos forzados y porque no les quedaba más remedio para cumplir con los mínimos curriculares. Pero siempre hay algunas que están más aventajadas que otras. Es el caso del Instituto de Educación Secundaria Julio Caro Baroja que, situado en Pamplona, recibe diariamente unos 600 alumnos de las poblaciones de la periferia de la capital navarra.
Este instituto lleva 5 años en proceso de transformación digital, cuando Curro Chust, el encargado del departamento de TIC, puso en marcha un proyecto cuyo pilar central y fundamental ha sido el de llevar la educación al siguiente nivel empleando la tecnología.
Desde que arrancó, gracias al apoyo del Departamento de Educación del Gobierno de Navarra, el Julio Caro Baroja se ha situado en la punta de lanza de la innovación educativa de la región siendo el ejemplo perfecto de cómo integrar la tecnología en el día a día de las aulas.
Clase 100% conectada
"Las aulas de ordenadores tenían 12 equipos para 26 alumnos. En algunos puestos había hasta 3 estudiantes. ¿Cómo se puede dar una clase así?". Ese fue el primer escalón a salvar. Tener un ordenador para cada alumno es un ratio que solo se pueden -o podían- permitir algunos colegios privados. La realidad en los centros públicos se asemeja mucho más a la que nos pinta Curro Chust con una expansión informática realmente escasa.
Por eso decidieron poner en marcha el proyecto. "Primero fueron las propias familias las que afrontaron el coste de los equipos Chromebook y más tarde el Gobierno de Navarra se encargó de ello". Comenzaron de esta forma un proceso que ha desembocado en la digitalización total del centro educativo.
Actualmente, y según nos cuenta Chust, todos los profesores y alumnos cuentan con un Chromebook a su entera disposición. "Se los pueden llevar a su casa libremente". Los Chromebook son el último eslabón de una extraordinaria cadena de servicios que, en el caso de este instituto público, emplea los creados por Google.
El empleo de las plataformas de aprendizaje online se había extendido, desde hace ya bastantes años, en las universidades de todo el país. Los campus virtuales son los centros de trabajo de muchas asignaturas, pero se quedan cortos para un escenario como el que hemos vivido. Son simplemente un repositorio de archivos muy poco personalizables donde la comunicación es absolutamente unidireccional y pasiva. Prácticamente se relega todo el trabajo activo de aprendizaje al alumno, algo que en el Julio Caro Baroja han sabido leer y alejarse.
Clases y confinamiento
"Lo único que implementamos como novedad en el confinamiento fue Google Meet. Ya teníamos todo listo". El instituto ya contaba con todos los servicios de Google integrados al completo en su día a día. Todo el repositorio educativo se concentra en Google Classroom y cuentan aplicaciones especiales como la pizarra virtual.
Esta pizarra, que no es más que un ordenador con una pantalla táctil de 65 pulgadas, se conecta directamente con la sesión de Google Meet. "Lo primero que hace el profesor todas las mañanas es encender su Chormebook y crear una sala de Google Meet". Ahí se conectan los alumnos que, por diferentes circunstancias, se encuentran fuera de las aulas para seguir las explicaciones del profesor.
Las clases se pueden grabar en la nube y serán accesibles desde cualquier dispositivo Chromebook de los alumnos. De esta forma, si un alguno de ellos no se encuentra realmente bien como para poder seguir la clase, cuando se recupere puede reengancharse gracias a estas clases. "También el profesor puede grabar alagunas píldoras más cortas, de unos 10 minutos, para dejar constancia de algunas lecciones más específicas".
La acogida por parte de los alumnos es extraordinaria, según apunta. Y también lo es en el entorno del estudiante. "Cuando empezamos con el proyecto sí que había algunos padres un poco reticentes, pero a medida que fuimos explicando la tecnología y vieron que funcionaba las dudas se fueron despejando". Tampoco los profesores estuvieron, en un principio, exentos de algunos problemas. La transición desde una clase totalmente 'analógica' a otra con una parte importante de contenido digital no es siempre sencillo.
No se tata de hacer el mismo tipo de clase incluyendo una pantalla o una pizarra digital. El método didáctico debe de ser totalmente nuevo para que los profesores y alumnos puedan sacar todo el provecho a la tecnología.
¿Y qué hay de los exámenes? La evaluación fue una de las partes más delicadas a las que se enfrentó la comunidad educativa en el pasado curso. ¿Cómo se puede evaluar a un alumno que no ha estado en clase presencial? ¿Y si hace trampas? Curro Chust lo tiene muy claro: "Yo todavía no conozco ningún trabajo donde hagan exámenes. La realidad es que a nosotros nos piden producir y demostrar que somos capaces".
"Nuestra evaluación está principalmente centrada en el proceso. Las pruebas se siguen haciendo, pero no pueden tener tanto peso". Gracias fundamentalmente a que las herramientas tecnológicas permiten supervisar de forma continua el trabajo del alumno. "Es inhumano llegar a un examen final y jugártela".
Durante el confinamiento han existido 2 tipos de examen: Uno tradicional donde el profesor supervisa el proceso con las webcam de los alumnos para después enviar a Classroom una foto del examen. El segundo método es usando formularios de Google, que son exámenes electrónicos hechos a medida por el profesor donde se pueden poner preguntas tipo test y también párrafos para que escriban. "Con estos dos formatos hemos hecho todas las pruebas durante el confinamiento".
Por qué Chromebook
La sencillez es principal motivo por el que desde el IES Julio Caro Baroja eligieron Chromebook y todo el ecosistema de Google; aun habiendo otras alternativas de mano de gigantes como Microsoft. Según nos apunta Curro Chust, es muy fácil desde la perspectiva del administrador tener controlados y a punto todos los ordenadores. "El sistema operativo, Chrome OS, tarda muy pocos minutos en formatearse y en unos 10 segundos el ordenador está arrancado y listo para usarse".
Apunta también a la resistencia de los dispositivos desde el punto de vista físico y también desde el software. "Los únicos problemas que dan van relacionados con las clavijas de los cargadores o alguna pantalla dañada por golpes". Males intrínsecos de dispositivos con tanto movimiento diario. El sistema operativo, que se basa fundamentalmente en el navegador Chrome y en las diferentes aplicaciones Android que se pueden instalar, está diseñado desde la base para servir en el entorno educativo.
Todos los servicios que ofrece Google para la educación se integran a la perfección en sus Chromebook. El hecho de controlar las especificaciones los hace especialmente útiles si pensamos en un uso a largo plazo. "Un Chromebook va mejorando con el paso del tiempo y actualización tras actualización", nos comentaba hace unos días Gonzalo Romero, responsable de educación de Google España.