La Covid-19 ha sido la primera pandemia de la era big data y de la inteligencia artificial. Aunque en anteriores ocasiones esas tecnologías ya existían, se encontraban en una fase poco extendida con usos demasiado concretos y poco flexibles. El problema de manejar tan cantidad de información, como ha pasado en España desde el inicio de la pandemia con cambios frecuentes en el modo de conteo, es que la infraestructura para llevarlo a cabo es compleja y todavía lo es más disponerlo en mapas y gráficos entendibles.
Estos mapas son esenciales desde el punto de vista informativo por lo visual y fáciles de comprender, pero también tienen un componente crítico para algunas aplicaciones. Por ejemplo, las herramientas GIS (acrónimo en inglés de sistema de información geográfica) son empleados por organismos públicos de la talla de ejércitos, cuerpos y fuerzas de seguridad y por algunos ayuntamientos o comunidades autónomas para tener todo controlado.
Y también para paliar algunas situaciones delicadas que se vivieron en el campo ante la escasez de temporeros. Una auténtica navaja suiza que ha encontrado en la nube el mejor de los aliados consiguiendo asimilar y procesar millones de datos en vivo y plasmarlos de forma clara en cualquier formato.
Clave en Balmis
La Operación Balmis del Ejército toma el nombre de la expedición que realizó España alrededor del mundo para una campaña masiva de vacunación en los territorios de ultramar a principio del siglo XIX. Más de 200 años después y con el mismo fin de erradicar una pandemia -en aquel entonces de viruela-, el Ejército se echó a las calles en marzo y comenzó a realizar trabajos de desinfección masiva de edificios públicos y zonas al aire libre de miles de municipios.
En esta Operación, los datos han tenido una relevancia crítica. Los 98 días de actividad en más de 2.300 localidades supusieron un total más de 20.000 intervenciones que fueron organizadas gracias, en buena parte, a la herramienta Disaster Reponse Program (Programa de Respuesta de Desastres) desarrollada por Esri.
"En el caso de Madrid, como una de las ciudades más afectadas, combinamos todos los datos de centros de salud, residencias, educación, apartamentos... Con toda su información para llevar a cabo una planificación", según ha destacado el comandante Carlos Borralo, geodesta militar destinado en el Centro Geográfico del Ejército de Tierra.
Una vez con todos los datos organizados en la nube queda la asignación de misiones, que se llevó a cabo mediante otra aplicación. Borrallo también apunta a que "una vez terminada la misión, era clave que se pudiera reportar toda la información necesaria sobre la misma". Todos esos nuevos datos de misiones asignadas y completadas se suben al sistema GIS de la compañía para tenerlos organizados, actualizados en tiempo real y visibles desde cualquier dispositivo.
En el cuadro de mando que crearon desde el Ejército de Tierra para la operación Balmis se integran datos de todo tipo: desde la geolocalización de las unidades, cámaras de la DGT, misiones que se estaban llevando a cabo o incidencias. Así como un segundo cuadro de mando para monitorizar al personal desplegado por toda la geografía española. En ese centro de operaciones se integraron además las redes sociales del Ejército de Tierra para poder hacer un seguimiento y publicación de noticias.
Los datos del sistema GIS organizados por el Ejército de Tierra han servido para llevar a cabo de forma expeditiva todas las misiones y completarlas de la mejor manera. Todo ello, según apunta Borrallo, sin depender en absoluto de servidores propios o herramientas complejas. "Uno de nuestros requisitos era que cualquiera, independientemente de los conocimientos en informática, pudiera enviar la información".
Más allá del Ejército de Tierra, esta herramienta se ha empleado en la planificación de recursos hospitalarios observando los datos donde había más población infectada. Algunas empresas privadas también emplearon esta tecnología para conocer el estado de sus trabajadores realizando encuestas mediante formularios geolocalizados y permitieron tener un mejor conocimiento de sus plantillas.
"En la fase de desescalada también se empleó toda la capacidad predictiva y analítica con el fin de planificar recursos", tal y como detalla a OMICRONO Ángeles Villaescusa, directora general de Esri en España.
Así por ejemplo, la Universidad de Málaga creó un modelo predictivo para saber cómo se podía realizar mejor ese desconfinamiento. En la fase posterior, de recuperación económica, se ha empleado estos datos para controlar el aforo en las playas en Mallorca mediante la visualización de mapas. De esta forma, el bañista podía saber de un vistazo las zonas más y menos concurridas para planificar su estancia.
Vigilando al virus
El mismo Distarter Response Program de Esri que ayudó en la Operación Balmis también ha ayudado a diversos organismos públicos y a empresas privadas que estaban trabajando para la Covid-19. "Han sido más de 200 iniciativas en las que hemos trabajado". También apunta a que han conseguido movilizar una red de más de 1.000 voluntarios para trabajar en la recolección y subida de datos en toda España relacionados con la pandemia. "Se pusieron a disposición de pequeñas instituciones que no tenían medios ni recursos para hacer un despliegue de soluciones de forma rápida".
La infraestructura que han empleado ayuntamientos y Ejército también ha estado a disposición de la Universidad Johns Hopkins, uno de los centros de información durante toda la pandemia. Según los datos que maneja Esri, el mapa GIS de la Universidad Johns Hopskins ha recibido una media de 60.000 millones de peticiones al mes, unas 2.000 millones de peticiones al día y 23.000 cada segundo desde el 1 de marzo. Esto se traduce en 27 TB de descarga de información por día.
"En España, tanto instituciones públicas de ámbito sanitario como instituciones privadas han usado esa misma infraestructura para dar el servicio." En la primera fase de la pandemia, la desinformación y las noticias falsas comenzaron a campar a sus anchas. En esos momentos "los ayuntamientos comenzaron a tomar un rol activo para clarificar y comunicar correctamente", nos cuenta Ángeles Villaescusa.
Principalmente para comunicar el estado de cada zona y poner a disposición de la población información de todo tipo; como la existencia de voluntarios que atendieron las necesidades de personas mayores o población vulnerable en pleno confinamiento domiciliario. Por ejemplo, en el Ayuntamiento de Valencia, en el de Guadix o en el de Osuna, según nos indica Villaescusa.
Datos para todo
La medida de rastros de coronavirus en el tratamiento de aguas residuales ha sido uno de los métodos de control más importantes dentro de la pandemia. Los restos de coronavirus se pueden medir día a día y se pueden emplear para tener una visión generalista del estado de la población. "Facsa fue una de las primeras que empezó a realizar análisis de aguas residuales para el control de brotes".
Otro de los proyectos interesantes que recogen desde Esri es el llevado a cabo por ASAJA (Asociación Agragia de Jóvenes Agricultores) cuando crearon una plataforma online para conectar a los agricultores y a los temporeros. Las restricciones de movilidad en plena pandemia pusieron en peligro las cosechas y gracias a esta herramienta de GIS consiguieron encontrar mano de obra. "Fueron capaces de gestionar en 3 días cerca de 100.000 peticiones de gente que quería trabajar y asignar las zonas geográficas donde podían trabajar los temporeros".