La cinta de cassette fue el formato que realmente popularizó el disfrute de la música, tanto entre las clases más altas como en las más bajas; a diferencia de los discos de vinilo y otros formatos similares, la cinta de cassette era barata, muy versátil, y cabía en el bolsillo.
El genio detrás de esta invención no fue otro que Lou Ottens, un ingeniero holandés que durante toda su carrera trabajó con Philips para el desarrollo de productos relacionados con el sonido. Fue a principios de la década de los 60 que ideó el producto por el que es más reconocido, la cinta de cassette que ha vuelto y se sigue vendiendo. Incluso se venden reproductores de cassette con Bluetooth para obtener ese sonido tan característico.
Esta semana se ha sabido de la muerte de Ottens, a los 94 años; deja atrás un gigantesco legado que va más allá incluso del cassette, pese a que él siempre fue humilde sobre sus creaciones, prefiriendo siempre seguir trabajando sin mirar atrás.
Muere el creador del cassette
Como muchas invenciones, el cassette nació en respuesta a una frustración; concretamente, Ottens estaba molesto con los gigantescos grabadores de cinta. En efecto, la idea de usar cinta magnética para grabar datos y sonido no era precisamente nueva, pero no era un formato precisamente adaptado para el hogar. Las empresas eran las principales usuarias de este tipo de dispositivos.
Ottens tuvo la idea de coger la cinta y adaptarla a un formato más pequeño y fácil de usar, algo que pueda utilizar incluso alguien sin conocimientos avanzados. El resultado fue un pequeño contenedor de plástico, que alojaba una cinta que era leída y grabada a través de una pequeña apertura en un lateral.
La genialidad de Ottens radicaba en el tamaño, que no sólo permitía el transporte sencillo de cintas, sino también la creación de dispositivos de reproducción muy pequeños. Eso no sólo hacía más barato el transporte y la distribución, sino también facilitaba el uso.
Algo que quedó demostrado cuando llegaron los primeros reproductores de cassette portátiles como el Walkman de Sony, que permitían escuchar música en cualquier parte y no sólo en la habitación en la que tuviésemos instalado el reproductor.
Pero el uso de cinta magnética también fue una genialidad, ya que contaba con una característica que otros formatos no tenían: podía ser grabada. La influencia del invento de Ottens no se nota sólo en la distribución de música, sino en su creación.
Incontables músicos que dominan las listas de ventas empezaron grabando sus canciones en una cinta, probablemente ya usada, escribiendo en bolígrafo el nombre y compartiéndola con sus amigos. La cinta de cassette de hecho se convirtió en símbolo de la música indie y alternativa.
Pero una cinta de cassette no sólo puede almacenar sonido, también datos. Máquinas como el ZX Spectrum podían leer programas y juegos almacenados en estas cintas y ejecutarlos en memoria; un proceso que era largo y tedioso, pero que al final merecía la pena.
También el CD
La siguiente innovación en la que Ottens trabajó tenía eso en común: el CD, o Compact Disc. En este caso, el trabajo de Ottens fue con un mayor equipo de ingenieros, y por lo tanto no se suele asociar tanto con él, pero dice mucho de su peso tanto en Philips como en la industria en general.
Fue inevitable que el CD fuese el único formato que consiguió quitarle el trono al cassette, frente a alternativas como los mini-disc. No sólo permitía la grabación de música sin pérdida, sino que los 650 MB de almacenamiento de los CD-ROM permitían guardar una inmensa cantidad de datos para la época; algo que sirvió de base para la revolución multimedia que vivieron los ordenadores en la década de los 90.
Ya sea por su trabajo con el cassette, con el CD, o con ambos, Lou Ottens fue una enorme influencia en la industria tecnológica durante décadas.
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