A la guerra encarnizada que llevan a cabo compañías como SpaceX o Blue Origin para hacerse con los contratos multimillonarios de la NASA se le ha abierto un frente extra: el turismo. La versión espacial del turismo tradicional en tierra firme o mar -en el que España es referente mundial- se va convirtiendo poco a poco en un sector a tener muy en cuenta.
Al igual que ocurrió hace ya unas cuantas décadas con los turoperadores y las aerolíneas, algunas empresas comienzan a mover ficha en un sector que pretende mover miles de millones en muy pocos años. O al menos los suficientes como para que las diferentes administraciones y organismos de certificación validen las naves espaciales y se cierren los últimos flecos tecnológicos.
Una de las certificaciones más esperadas por cualquier compañía dedicada al mundo aeroespacial es la que expide la Federal Aviation Administration -también conocida como FAA- que da luz verde a las operaciones espaciales. Que hace muy pocos días aprobó a Virgin Galactic como operador de vuelos comerciales al espacio. Un trámite nada sencillo de resolver y que pone por delante a la empresa del magnate Richard Branson frente al todopoderoso Jeff Bezos.
El pasado 22 de mayo Virgin Galactic realizó uno de sus vuelos de pruebas más importantes de su historia. En la tarde primaveral de ese sábado, y desde sus instalaciones en Nuevo México, el conjunto compuesto por el VSS Unity y la lanzadera VMS Eve despegó siguiendo un plan de vuelo muy estricto.
El vuelo fue todo un éxito y tanto el Unity como el Eve aterrizaron a la hora prevista en el lugar adecuado. En el informe emitido así lo dejaron constar y también mencionaron que se llevó a cabo un proceso de recolección de datos relacionados con las últimas certificaciones que Virgin necesitaba para la luz verde de la FAA, algo que finalmente ocurrió el pasado viernes 25 de junio.
La apuesta de Virgin
Virgin Galactic se desmarcó, desde su fundación allá por el 2004, del clásico concepto de vuelo espacial impulsado por un cohete lanzado verticalmente. Para ello crearon un avión desde cero con la idea de convertirlo en una nave nodriza -o lanzadera- que acoplara un una segunda nave donde irían los turistas y dos miembros de la tripulación.
La lanzadera tomó el nombre de VMS Eve mientras que la clase de la aeronave turística fue denominada como SpaceShipTwo, de las que se han construido un par de unidades. La primera de ellas -nombrada como VSS Enterprise- realizó el primer vuelo en 2010 y se estrelló en el 2014 precipitando uno de los momentos más delicados de la historia de Virgin Galactic.
El VSS Unity, el segundo ejemplar construido de la clase SpaceShipTwo, cuenta con una capacidad para 8 ocupantes distribuidos en 2 miembros de la tripulación y 6 viajeros espaciales. Acomodados en una cabina con grandes ventanales desde donde poder observar la oscuridad del espacio y la curvatura de la Tierra.
Una de las bazas de Virgin Galactic es que ha ido mejorando y modificando sus naves para hacerlas más fiables y maniobrables. Por ejemplo, en la última prueba anunciaron un nuevo esquema de estabilizadores que colocarán de serie en el próximo SpaceShipTwo que por el momento permanece en el más absoluto de los secretos.
Todo ese trabajo cristalizará en viajes suborbitales donde los turistas podrán experimentar la microgravedad. Eso sí, solo durante unos pocos minutos. En el último de los test, el que consiguió el sello de la FAA, el VSS Unity estuvo volando por sus medios alrededor de 20 minutos, en los que logró alcanzar los 89.200 metros de apogeo a una velocidad 3 veces la del sonido (Mach 3). Bastante por debajo de la línea de 100 kilómetros que se marca -por convención internacional- como la frontera real de la atmósfera y el espacio.
Si bien la comunidad internacional ha establecido esos 100 kilómetros como la frontera (Línea de Kármán), lo cierto que algunas instituciones de Estados Unidos como la Fuerza Aérea o la propia NASA la establecen en los 80 kilómetros. Teniendo eso en cuenta, los vuelos de Virgin Galactic sí se podrían considerar espaciales.
Los siguientes pasos más inmediatos a dar por la compañía pasan por abrir una nueva ventana de 3 vuelos de pruebas para este verano. Con la mirada puesta el objetivo de comenzar a operar comercialmente a principios de 2022.
"La aprobación por parte de la FAA de nuestra licencia completa de lanzamiento comercial, junto con el éxito de nuestro vuelo de prueba del 22 de mayo, nos da confianza a medida que avanzamos hacia nuestro primer vuelo de prueba con tripulación completa este verano", ha declarado Michael Colglazier, CEO de Virgin Galactic.
Según los últimos datos de la compañía, más de 600 personas ya han adquirido su billete para realizar un vuelo suborbital con Virgin. A razón de 250.000 dólares cada uno. Actualmente no hay más boletos a la venta y se espera que abran la 'taquilla' a principios de 2022 a un precio mayor, aunque todavía por determinar.
Pero antes de eso, el Richard Branson irá al espacio. Así lo anunció la propia Virgin Galactic en la madrugada del 2 de julio y con la fecha de lanzamiento prevista para el 11 de ese mismo mes. De esta forma, adelanta a un Jeff Bezos que, hasta la sorpresa de Branson, iba a ser el primero de los grandes en probar su propio sistema de viajes espaciales.
La competencia directa de Virgin Galactic y de su nave VSS Imagine es la nave New Sephard de Blue Origin. A pesar de tener planteamientos de lanzamiento totalmente opuestos, ambas apuestan por los vuelos turísticos suborbitales de unos pocos minutos. Alejándose de estancias en órbitas de unos cuantos días que sí recogen los planes de SpaceX.
¿Y Blue Origin?
La autorización de la FAA convierte a Virgin Galactic en la primera en obtener la licencia por delante de otros pesos pesados como Blue Origin y SpaceX. Un hecho que ha sido tomado en cuenta con especial fijación por la compañía de Jeff Bezos, que ya ha intentado obtener la certificación sin éxito.
"En cuanto a todas las revisiones de solicitudes de licencia, la FAA tomará una decisión si se cumplen todos los requisitos reglamentarios", declaró un portavoz de la FAA sobre la solicitud de Blue Origin. Algo en lo que tendrán que trabajar a contrarreloj para poner a punto a la nave New Sephard.
Esta nave espacial reutilizable viene a suplir las necesidades del turismo espacial en la compañía con vuelos de solo 11 minutos de duración, exactamente los mismos que tomará el viaje del próximo 20 de julio donde irá Jeff Bezos, su hermano, un turista que ha pagado 30 millones de dólares y la piloto Wally Funk, de 82 años, quien fue la primera instructora de vuelo estadounidense de la historia.
La cápsula cuenta con 6 asientos reclinados con cinturones de cinco anclajes y dispuestos alrededor del sistema de escape central. Una de las particularidades de esta New Sephard es que tiene instalados unos ventanales realmente grandes desde donde los turistas serán capaces de ver la Tierra desde lo más alto.
Turismo de SpaceX
"A diferencia de su división de aviones, que está bien, la división espacial de la FAA tiene una estructura regulatoria fundamentalmente rota", publicó Elon Musk en Twitter a principios de año. "Sus reglas están pensadas para un puñado de lanzamientos de bienes fungibles al año desde unas pocas instalaciones gubernamentales. Bajo esas reglas, la humanidad nunca llegará a Marte", remató.
Cruce de acusaciones a un lado, el primer vuelo orbital de la historia del espacio con todos los ocupantes civiles se llevará a cabo en septiembre, si todo va según lo planeado, correspondiente con la misión Inspiration4. Será a bordo de una nave Crew Dragon, mismo modelo que SpaceX está utilizando para servir la ruta entre la Tierra y la Estación Espacial Internacional para la NASA. Eso sí, con algunas particularidades.
El pasado 30 de marzo, SpaceX anunció en Twitter que sus cápsulas Crew Dragon iban a contar con una cúpula en la parte superior que se esconde detrás de un carenado para protegerla del lanzamiento. La NASA, quien adjudicó un contrato multimillonario al desarrollo de la cápsula Dragon, publicó en esas fechas que no pensaba utilizar esta versión turística para sus viajes espaciales. Algo que se explica por el aumento de peso del cristal.
Los tripulantes del vuelo de septiembre llevan ya unas cuantas semanas de entrenamiento en las instalaciones de SpaceX y Jare Isaacman, CEO de la firma Shift4 Payments y comandante de la misión, publicó cómo serán los trajes espaciales. Pasarán alrededor de 3 días en órbita y será la primera misión de astronautas no profesionales que está tanto tiempo ahí arriba.
La cápsula Crew Dragon tiene una altura de 8,1 metros, un diámetro de 4 y un volumen de 9,3 metros cúbicos. Está diseñada para albergar a 7 ocupantes -aunque la NASA solo la usa para 4- en vuelo y emplea un cohete Falcon 9 para ascender al espacio.
Ya en 2023, SpaceX tiene previsto llevar al multimillonario japonés Yusaku Maezawa a orbitar la Luna. El magnate de la industria textil contrató a la corporación de Elon Musk para realizar un vuelo privado alrededor del satélite y compró todos los boletos.
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