La colada de lava de La Palma ya ha llegado a las calles de Todoque, dejando arrasadas 154 hectáreas y más de 345 edificios que no se van a poder recuperar. Para que las pérdidas no sigan aumentando, los bomberos de la isla tratan de desviar el descenso de la lava, una medida desesperada pero que se consiguió en Islandia en los años 70 para salvar el puerto.
Los servicios de emergencia de La Palma tratan de proteger la iglesia y las casas que aún no han sido arrasadas por la lava. Han pasado toda la noche trabajando para salvar el pueblo y controlar la ruta de la colada en su descenso al mar. "Que no sea por no intentarlo, insisten.
En Hawái y Sicilia, islas que comparten el origen volcánico con las Islas Canarias, también se ha tratado en otras ocasiones de proteger las casas de sus habitantes, aunque sin el éxito que tuvieron los efectivos en una pequeña isla de Islandia hace varias décadas.
Pero ¿cómo se puede luchar contra las potentes coladas de lava? Durante horas, los efectivos en Todoque han trabajado con excavadoras y palas para retirar la tierra que se interponía entre la colada y la zona por la que quieren que se desvíe. También se han limpiado algunos edificios cercanos. El matería volcánico a más de 1.000 grados de temperatura es un gigante contra el que no se puede luchar, pero si se limpia el camino, quizá haya una posibilidad.
Dibujar una segunda ruta al mar
A lo largo de la mañana el volcán de La Palma se ha mostrado "un poco más activo, nos tenemos que ir acostumbrando a estas oscilaciones de aumento y disminución de actividad explosiva" explica el vulcanólogo del CSIC, Arnau Folch, a EL ESPAÑOL - Omicrono.
Por el contrario, la lava lleva días enfriándose y ralentizando su descenso hacia el mar. En algunos tramos alcanza alturas de hasta 12 metros o más y se encuentra a 2,5 kilómetros en línea recta hacia la costa. Ya no se sabe con tanta seguridad si llegará al agua, donde provocaría gases tóxicos.
No obstante, en el descenso es necesario seguir protegiendo las casas de Todoque, en Los Llanos. Para ello, los bomberos están limpiando una zona cercana. La excavadora elimina parte de la tierra con la idea de crear un descenso más fácil y que la lava pueda seguir el surco marcado.
Como el resto de fluidos, el material volcánico de la colada se deslizaría por la ladera fabricada por los efectivos y arrastraría parte del grueso de roca incandescente que amenaza a la zona más poblada de Todoque. En vez de seguir de frente, se comenzaría a deslizar hacia un lateral.
No es una tarea fácil, más bien imposible, pero "todo lo que se pueda hacer para salvar las casas es importante" señala Folch. Las excavadoras trabajan sin descanso para allanar el camino de la colada. Los bomberos también usan palas y se despeja algún edificio que queda en medio del nuevo camino, lo que importa es que se salve la iglesia construida por los vecinos y las viviendas que quedan cerca.
Esta técnica es algo diferente a la que se recuerda de 1973 en Islandia. Enfriando la lava con agua de los glaciares y usando explosivos para allanar el terreno se salvó todo un pueblo costero. Por desgracia, las condiciones de Canarias no son las mismas que las de Islandia, en la isla de La Palma no cuentan con tanta agua como los glaciares islandeses para utilizarla contra la lava, así lo explicaba esta mañana José Mangas Vuñuela de la Universidad de La Palma a La Sexta.
Se ha desmantelado un edificio cercano para que la colada pase a través de él camino del barranco y se han colocado algunos muros improvisados para hacer más difícil el paso hacia la zona que se quiere proteger. Los efectivos han compartido algunos vídeos esta mañana en los que aseguran que la maniobra parece estar funcionando.
Todoque tiene 1.310 habitantes. Algunos pudieron volver a sus casas acompañados de los servicios de emergencias para recoger algunos bienes o documentos personales. La lava les ha dado ese descanso, pero sigue avanzando. No será hasta esta noche o mañana cuando se vea claramente si la operación de desvío ha tenido éxito o no.
Desviar la lava con agua
En el año 1973, el volcán Eldfell de la pequeña isla de Heimaey (Islandia), entró en erupción y así se mantuvo durante meses. Los servicios de emergencias que habían evacuado a todos los vecinos de un puerto pesquero, decidieron contraatacar a la lava tratando de controlar su avance con agua. Mucha agua.
La técnica consistió en bombear grandes cantidades de agua en el frente de la colada para enfriar lo más rápido posible la lava y parar su avance. Se llegaron a rociar hasta 400 litros por segundo, gracias a una red de tuberías que distribuía el agua de los glaciares.
Hasta 12.000 metros cuadrados de lava se enfriaba al mismo tiempo y se creaban barreras internas que se espesaban dentro del río de roca fundida. No fue una tarea fácil, los soportes de madera que se colocaron para sujetar las tuberías se incendiaron y los soportes de aluminio se derretían. Aún así, las tuberías resistieron. Todo para que la colada no alcanzará las casas.
La erupción comenzó en enero de ese año y en marzo seguía amenazando a la población cercana. Para entonces, la quinta parte de la ciudad había perecido bajo el flujo de la lava. Fue en ese momento, cuando se decidió contar con 32 bombas traídas de Estados Unidos para bombear aún más agua del mar.
Este fue el punto de inflexión que sirvió para detener el movimiento de la lava de forma drástica. El equipo encargado se autodenominó 'El escuadrón suicida' y consiguió colocar 130 metros de tuberías. Trabajaron en constante lucha con el tiempo y la falta de visibilidad que provocaba el vapor de la lava.
La erupción duró 157 días, la operación de enfriamiento finalizó el 10 de julio de 1973 y se calcula que bombearon aproximadamente 7,3 millones de metros cúbicos de agua de mar. No todos los que vivían entonces en la pequeña ciudad de Vestmannaeyjar, regresaron, pero la ciudad sigue allí como testigo de esta labor épica.
La falta de agua en Canarias ha obligado a los servicios de emergencia a optar por otra técnica. Dejarán que la lava se enfríe de forma natural, pero en dirección a una zona menos habitada. Todavía parece pronto para saber si tendrán éxito y si la colada se dejará guiar.