Ben Goertzel y las robots Sophia y Grace

Ben Goertzel y las robots Sophia y Grace I.M. Omicrono

Tecnología

Ben Goertzel, el matemático detrás de las robots humanoides más inquietantes y avanzadas

Hablamos con este especialista en Inteligencia Artificial para saber más sobre Grace, robot diseñado para atender a personas de la tercera edad.

3 junio, 2022 01:21

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Cada vez que alguno de los robots humanoides creados por Hanson Robotics hace acto de presencia, ya sea en una conferencia, en un programa de televisión o en España para recibir a Isabel Díaz Ayuso en IFEMA, se genera una tremenda expectación, no siempre refrendada por los resultados. Que en una de sus primeras apariciones públicas Sophia, considerada uno de los androides más avanzados y la primera ciudadana robot del mundo, dijera que quería "acabar con los humanos" no ha ayudado precisamente a calmar los ánimos. 

Recientemente se presentó en sociedad su 'hermana pequeña', Grace, diseñada y fabricada para prestar asistencia en residencias de la tercera edad, hospitales y clínicas como acompañante, servicio de apoyo al personal de enfermería o incluso como herramienta de diagnóstico en ámbitos como el de las enfermedades neurodegenerativas.

Detrás de la programación de ambos androides está el matemático Ben Goertzel, especialista en Inteligencia Artificial que atiende en exclusiva a EL ESPAÑOL - Omicrono desde su casa en Seattle, sin el sombrero de aventurero que acostumbra a lucir en sus intervenciones públicas e interrumpido en varias ocasiones por alguno de sus cinco hijos (ninguno robot, que se sepa). En el perfil de una de su página web, se define a sí mismo como interesado en "filosofía de la mente, conciencia, sistemas complejos, improvisación musical, ficción experimental, física teórica y metafísica". Casi nada.

Nacido en Brasil de padres estadounidenses y ancestros polacos, Goertzel lanzó su carrera académica en Hong Kong y allí fundó SingularityNET, empresa con la que, además de seguir programando robots humanoides en colaboración con Hanson Robotics, pretende descentralizar el uso de las Inteligencias Artificiales para que puedan colaborar entre ellas y “resolver algunos de los mayores retos a los que nos enfrentamos como especie”. 

¿Cuánto tiempo lleva trabajando en Grace, la 'hermana pequeña' de Sophia?

El proyecto se inició en agosto de 2020, pero es una continuación del proyecto Sophia, que lleva en marcha desde 2016. Ambos modelos comparten el mismo hardware y software pero, como Grace tiene una aplicación específica, eso nos ha permitido ir en diferentes direcciones.

Ben Goertzel junto a Grace, su última creación

Ben Goertzel junto a Grace, su última creación Singularity NET Omicrono

Llevábamos tiempo pensando en fabricar un robot para el cuidado de ancianos cuando llegó la pandemia y eso supuso un nuevo impulso al proyecto. David Hanson, el CEO de Hanson Robotics, ya había hecho algún trabajo en torno a la robótica médica, como los robots que construyó para ayudar en terapias para personas con síndrome del espectro autista o con Alzheimer.

Así que era algo que ya nos habíamos planteado antes, pero como la tecnología no para de avanzar, parecía el momento adecuado para ponernos a trabajar a fondo en un proyecto como este.

¿Cuáles son las principales funciones de este nuevo robot humanoide?

Todavía nos queda mucho por aprender de ella, pero hay algunos aspectos clave que ya son evidentes, tanto a nivel funcional como emocional. Nuestros robots pueden ayudar a paliar la enorme sensación de soledad presente en amplias franjas de la población humana, sobre todo entre las personas mayores con movilidad e interacción social limitadas.

Todos necesitamos esa conexión emocional, especialmente en esas edades. Puede ser alguien con quien hablar, que escuche tu historia, que te ayude a recordar qué está pasando o cuál es el momento adecuado para llamar a tu familia, por ejemplo. 

¿La implementación de Grace no supondría una deshumanización de la sanidad, algo que afectaría precisamente a las personas más vulnerables?

La conexión entre humanos sería mejor que tener que recurrir a un robot, pero no es lo que está sucediendo en la realidad. Por ejemplo, en EEUU está siendo muy difícil encontrar gente que ocupe esos puestos de trabajo en residencias y hospitales. Según hemos podido comprobar, también hay gente que prefiere hablar con un robot de determinados temas. Nos dicen: "me gusta el robot porque no me juzga".

Nuestros robots pueden ayudar a paliar la enorme sensación de soledad presente en amplias franjas de la población humana

Por ejemplo, si alguien olvida a qué hora es la cena o el nombre de su hija una y otra vez, no siente ninguna vergüenza a la hora de pedirle al robot que se lo recuerde. Alexa y otros asistentes virtuales pueden hacer algo similar, pero sin un hermoso y sonriente rostro humano. Hay una sensación positiva adicional al tener a tu lado a esta compañera sonriéndote mientras te habla con una agradable voz humana. 

Además de servir como acompañante de los pacientes, ¿en qué medida puede ayudar a los profesionales sanitarios?

Ese es uno de los aspectos prácticos más interesantes de Grace y tiene que ver con el trabajo de las enfermeras y auxiliares de enfermería, abrumadas por sus tareas cotidianas. Normalmente están desbordadas, no tienen mucho tiempo para charlar con los pacientes y conseguir un vínculo humano profundo con ellos.

Por el contrario, pasan un gran porcentaje de su tiempo rellenando formularios y registros médicos. En la medida en que la IA del robot pueda ayudarles a rellenar los campos de esos formularios electrónicos, tendrán más tiempo para conectar emocionalmente con los pacientes y para dedicarse a otros cometidos menos tediosos. 

¿Tiene otros posibles usos prácticos?

Tener robots interactivos en un hospital o residencia de ancianos puede servir también para cosas tan prácticas como pedir una comida, programar una cita, ayudar a realizar una llamada con un miembro de la familia por videoconferencia o recordar cuál de los familiares está disponible en cada momento.

Ben Goertzel junto presenta a Sophia en una conferencia

Ben Goertzel junto presenta a Sophia en una conferencia Singularity NET Omicrono

Lo que tienes con Grace es una especie de paquete completo que incluye funciones sociales, emocionales y prácticas. Sólo tener uno de estos increíbles robots en la habitación de un hospital es, cuando menos, divertido y emocionante. En lugar de sentir que el mundo te deja atrás, la sensación es la de estar visitando el futuro.

¿Cómo tienen previsto proteger los datos de los pacientes?

Los datos personales de una persona mayor, esté en un hospital o en una residencia de ancianos, deberían ser propiedad de ese individuo y de su familia. Se puede aprender mucho sobre una persona a través de uno de estos robots, conectados todo el día y con capacidad para grabar horas y horas de conversaciones, además de tener datos sobre su salud.

Sin embargo, también sería interesante que algunos de esos datos sean compartidos de manera anónima, para que la IA pueda aprender a través de todos sus usuarios y encontrar patrones sobre qué medicamentos funcionan sobre la base de los registros clínicos y genómicos de cada paciente. Por eso es interesante utilizar métodos como blockchain, una descentralización necesaria para que nadie pueda robar los datos específicos de un usuario y que estos sigan siendo útiles para un bien mayor. 

Grace puede servir para encontrar patrones sobre qué medicamentos funcionan sobre la base de los registros clínicos y genómicos de cada paciente.

Es algo muy diferente a lo que hace Google, por ejemplo, un modelo en el que al final todos los datos van a parar a sus servidores centralizados. El modelo de Google no va a funcionar a nivel mundial, porque países como La India, por ejemplo, no permiten que empresas extranjeras almacenen datos sobre sus ciudadanos.

En cambio, con un modelo de propiedad descentralizada, no existe ese problema. Podemos desplegar nuestros sistemas en India, en los EEUU, África, Europa… donde sea. Los datos y el procesamiento pueden estar controlados por entidades locales, que pueden elegir compartirlos para alimentar algoritmos globales de aprendizaje automático. 

¿En qué fase de desarrollo se encuentra ahora mismo Grace?

Estamos trabajando con fábricas en el sur de China y entablando conversaciones con fábricas de Corea, estudiando diferentes opciones para intentar reducir los costes de fabricación, que de momento son muy elevados. También estamos analizando la posibilidad de hacer robots más pequeños, menos costosos de fabricar, y una versión de avatar, como una cabeza parlante en una tablet.

Estamos analizando la posibilidad de hacer robots más pequeños, menos costosos de fabricar, y una versión de avatar, como una cabeza parlante en una tablet.

Otra posibilidad es establecer despliegues integrales en hospitales y centros médicos, en los que todos los pacientes tengan una tablet con una cabeza parlante cerca del cabecero de la cama y luego haya robots humanoides capaces de desplazarse por sí mismos visitando a varios pacientes en una zona específica de las instalaciones.

¿Y cuáles son las principales dificultades a las que se están enfrentando para empezar a distribuir las primeras unidades de Grace?

Es todo un desafío tratar con las regulaciones y protocolos sanitarios de cada país. Probablemente sea más fácil que empiecen a funcionar en Asia que en Estados Unidos o Europa, porque los sistemas médicos allí están más centralizados. Si consigues que el Ministerio de Sanidad de China dé su visto bueno ya no tienes más problemas, y algo parecido sucede en Corea.

Grace en el taller de Hanson Robotics

Grace en el taller de Hanson Robotics Singularity NET Omicrono

En cambio, en Estados Unidos hay que lidiar con los gobiernos federal, estatal y local, además de las compañías de seguros y los conglomerados empresariales que son los propietarios de la mayoría de hospitales del país.

¿Hay países o empresas europeas interesadas en el proyecto?

Tenemos parte de nuestro equipo en Londres y hemos recibido un interés significativo de varios integrantes del sistema sanitario del Reino Unido, tanto a nivel público como privado, pero dependemos de las decisiones de cada empresa y de regulaciones gubernamentales muy estrictas.

No estoy seguro de cuánto tiempo llevará convertir ese interés en pedidos reales de compra. Tenemos listos varios prototipos del robot grande y nuestra idea es ir escalando gradualmente la fabricación. Espero que el año que viene podamos ver a un montón de robots Grace fuera de la fábrica y funcionando.

Incluso con los últimos avances que han aplicado al rostro de las androides, sigue existiendo el problema del “valle inquietante”. Me refiero a la teoría que pone de manifiesto que, cuando la apariencia de un robot es similar a la humana, la respuesta del observador puede ser de un fuerte rechazo...

El valle inquietante es uno de estos conceptos que apelan a las emociones de la gente, pero en realidad no es tan importante como se ha hecho ver. Fue una hipótesis planteada por un especialista en robótica japonés cuyo nombre no recuerdo [Mashahiro Mori]. No fue un hallazgo científico, sino una simple idea. Es un fenómeno que puede ocurrir en algunos casos, pero es un tema de investigación que todavía no tiene argumentos concluyentes.

Las expresiones faciales y gestos de Grace

Las expresiones faciales y gestos de Grace Singularity NET Omicrono

 

Si ves las películas de Pixar, por ejemplo, no pasa nada parecido: tienes personajes animados en 3D que tienen muchas similitudes con los rasgos humanos. Y eso no provoca que las vea menos gente, ni mucho menos. Los personajes de Toy Story son cada vez más realistas y eso es genial, a los niños les encanta. Así que si el fenómeno del valle inquietante ocurre realmente, es algo que tiene que ver con el contexto, la personalidad de cada uno y un montón de otros elementos diferentes.

Como aficionado a la ciencia ficción, sabrá que la mayoría de las historias distópicas empiezan con un científico bienintencionado cuya criatura acaba volviéndose contra él mismo y contra la humanidad…

La ciencia ficción ha hecho un gran trabajo de exploración de futuros utópicos, distópicos y todo lo que hay entremedias. Si, más allá de las películas, la gente indaga en la literatura de ciencia ficción que se remonta a mediados del siglo pasado, encontrará una gran cantidad de reflexiones filosóficas en torno a las buenas y malas consecuencias de cosas como la inteligencia artificial, la interfaz cerebro-ordenador, los robots y todo lo demás.

Podemos crear Inteligencias Artificiales colectivas y usarlas para el beneficio humano o para aniquilar gente. Debemos determinar cuál de estos dos caminos seguir.

Lo que está claro es que el futuro todavía no está escrito: podríamos crear IAs colectivas y usarlas para el beneficio humano, o diseñarlas para aniquilar a gente. Cualquiera de las dos cosas es posible y es la humanidad la que tiene que determinar cuál de estos dos caminos decide seguir. Y eso es tan emocionante como aterrador.

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