El dinero no lo puede comprar todo... pero casi. Es el habitual proceder de los millonarios tecnológicos. Unos, como Elon Musk y Jeff Bezos, se dedican a invertir enormes sumas de dinero en sus programas espaciales para viajar a la Luna y a Marte. Mientras, otros prefieren buscar rastros de vida extraterrestre aquí mismo, en la Tierra. Es el caso del empresario británico William Sachiti que, tras comprar una estación abandonada de la Real Fuerza Aérea (RAF), ahora le está buscando una utilidad al gigantesco radar AMES Tipo 84 instalado en la base.
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Este experto en inteligencia artificial y robótica que pretende plantar cara a Tesla en Reino Unido con sus coches autónomos Kar-go, acudió a Reddit en busca de colaboración. "¡Ayuda! Quiero devolver esto a la vida", dijo en un post con una foto del radar, del que sólo hay cinco unidades en toda Gran Bretaña.
Entrevistado por Vice, Sachiti asegura que ha recibido respuestas de todo tipo, como las de los que proponen que utilice el sistema para escanear la Luna. En una de las contestaciones del largo hilo, alguien le preguntó la razón por la que había comprado semejante artilugio. "¿Por qué me convencí de que podría ser muy divertido usarlo para intentar encontrar ovnis?", contestó.
Una reliquia muy potente
A principios de la década de los años 50, la amenaza de un ataque nuclear por parte de la Unión Soviética llevó al Reino Unido a diseñar una extensa red de radares conocida como ROTOR. La Guerra Fría estaba en todo su apogeo cuando, a partir de 1957, los primeros radares ROTOR fueron reemplazados por un conjunto de alerta temprana de microondas, o MEW, del que formaba parte este AMES Tipo 84.
El objetivo del MEW era detectar un bombardero a gran distancia y, aunque nunca logró cubrir las expectativas, sus componentes tenían una potencia nunca antes vista. Los radares AMES Tipo 84 funcionaron desde 1962 hasta 1994, utilizando microondas que emitían una gran cantidad de radiación ionizada. Su enorme antena parabólica de casi 20 metros de ancho y 8 de alto bombeaba microondas con un alcance de casi 400 kilómetros.
Sachiti adquirió este mismo año la base de la RAF en Neatishead, en Norfolk, que fue el corazón de la inteligencia militar británica durante la Guerra Fría. Es casi una pequeña ciudad, con más de 76.000 metros cuadrados de edificios construidos y un búnker nuclear subterráneo de más de dos hectáreas, que han servido al empresario como campo de pruebas de su flota de coches autónomos, encargados de hacer repartos en varias ciudades británicas.
En la base destaca el gigantesco radar, ya algo deteriorado por el paso de los años y la falta de mantenimiento. A preguntas de Vice, en cuanto a sus posibles usos Sachiti fue rotundo: "No me corresponde a mí decidir cuál es el mejor uso en el mundo moderno. Mientras no haga daño y no sea intrusivo... Tengo la tecnología, démosle una vida".
Además, al estar considerado como un edificio protegido de grado II, es decir, un monumento histórico de gran valor cultural para Reino Unido, el radar no puede ser demolido ni desmontado. Si consigue volverlo a poner en funcionamiento, el empresario ha declarado que pretende prescindir de la radiación ionizante, muy perjudicial para la salud.
En caso de que finalmente no se convierta en una herramienta para 'cazar' ovnis, el radar también puede servir como testigo de otra época y ejemplo de la necesidad de conservar el patrimonio, también el militar.