Mientras que los servicios de inteligencia taiwaneses afirman que las maniobras de China se han convertido en un gran simulacro de invasión, ambas partes toman sus posiciones movilizando el mejor material dentro de su ejército. Al estar separados por el estrecho de Formosa, las vías marítima y aérea se han consolidado como los dos pilares fundamentales de las dos estrategias con aeronaves que no tienen representación en España.
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A los Su-35 que despegaron al tiempo que la mandataria estadounidense Nancy Pelosi descendía rumbo a Taipéi se unen los Mirage 2000 que Taiwán ha desplegado recientemente a una base aérea al este de la isla. Pero no son los únicos, ni mucho menos.
La inmensidad de la fuerza aérea china con más de 1.500 aeronaves en activo, según datos de este mismo 2022, contrasta con la modesta taiwanesa cuyo número de cazas no llega a las 300 unidades y la mayoría de ellos ya arrastran varias décadas de servicio. Tal diferencia también queda patente en los desarrollos propios que Pekín ha ido sacando adelante en los últimos tiempos con aeronaves que se encuentran dentro de la categoría de los cazas de quinta generación.
Esta gran diferencia queda patente en los primeros espadas de cada una de las fuerzas aéreas que deberían protagonizar los lances y ejecutar ataques de la mejor manera posible. En el lado chino se encuentran los Chengdu J-20 y los Sukhoi Su-35, mientras Taiwán dispone de aeronaves Dassault Mirage 2000 acompañadas por Lockheed Martin F-16.
Los reyes
El Chengdu J-20 (también conocido como Dragón Poderoso) es la joya de la corona de la aviación china. Su desarrollo se basa en un programa experimental realizado en los años 90 que finalmente cristalizó a principios del nuevo milenio en una aeronave furtiva. Realizó —oficialmente— su primer vuelo en enero de 2011 para entrar en servicio 7 años después cuando la rama aérea del Ejército Popular de Liberación puso en marcha el primer escuadrón que empleaba este modelo de caza.
Una de las propiedades más interesantes del J-20 es que se encuadra dentro de los cazas furtivos que consiguen pasar desapercibidos ante los radares enemigos. Se consigue empleando algunas técnicas de construcción, formas y materiales que suavizan las formas de la aeronave reduciendo considerablemente su sección transversal. Granjeándole a China el segundo puesto en países con cazas furtivos de quinta generación, tan solo por detrás de Estados Unidos con los F-22 y F-35.
Actualmente, según el último reporte de World Air Forces, China cuenta en activo con 19 unidades de J-20. Por su parte, algunos reportes de la Universidad de la Fuerza Aérea de Estados Unidos indican que en 2021 ya estarían en servicio más de 50 unidades de este modelo de caza; mientras que el ritmo de producción superaría ya los 150 aparatos fabricados. China no exporta esta aeronave.
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El J-20 cuenta con una longitud de 21 metros por una envergadura alar de 13 metros. Dispone de un par de alerones delanteros muy similares a los que monta el Eurofighter Typhoon que le proporcionan una gran maniobrabilidad como buen caza de superioridad aérea.
Tiene un peso máximo al despegue de 37 toneladas impulsadas por un par de motores de fabricación nacional que le catapultan a 2 veces la velocidad del sonido. Cuenta con una autonomía de combate de 2.000 kilómetros y una amplísima carta de armamento disponible.
En total, puede acarrear hasta 11 toneladas de munición que se reparten entre su bahía interna situada en la panza del avión —como buen furtivo— y sus 4 anclajes subalares. La lista incluye misiles aire-aire de corto, medio y largo radio; pequeñas bombas de precisión y misiles antirradiación. También dispone de accesorios externos en forma de tanques de combustible extra para aumentar la autonomía.
Al otro lado del estrecho de Formosa se encuentra el Lockheed Martin F-16 estadounidense (conocido como Halcón) que sirve dentro de las filas taiwanesas. Esta aeronave es uno de los desarrollos más importantes de la historia del país norteamericano cuyas exportaciones se cuentan por miles a lo largo y ancho del planeta. Además, Taipéi firmó una serie de programas de actualizaciones —como ha hecho Marruecos— con el fin de mejorar los aparatos e instalar sistemas más modernos y capaces.
Las 150 unidades de F-16 recalaron en Taiwán a finales de los 90 componiéndose la flota tanto de aparatos con uno solo como de doble asiento y con el Bloque 20 de versión. A finales de 2021 los asiáticos recibieron la primera unidad actualizada con nuevo equipamiento propio de la versión F-16V, la última disponible y presentada por el fabricante. Adicionalmente, el país solicitó la adquisición de 56 aparatos totalmente nuevos con la última versión de serie en marzo de 2019 que el ejecutivo de Donald Trump aprobó solo unos meses después.
Si bien no hay fecha de llegada de estos últimos, se espera que el programa de actualización de los modelos originales concluya en 2023. En total, la Fuerza Aérea de la República de China —como se conoce al ejército del aire taiwanés— dispone de 112 F-16 activos y espera obtener otros 56 en un futuro próximo.
Por concepto, el J-20 chino con su faceta de superioridad aérea no tiene mucho que ver con el F-16, que se establece más como un caza multipropósito. Una auténtica navaja suiza que, en sus últimas versiones, nada tiene que envidiar a aeronaves de cuarta generación mucho más modernas.
Con 15 metros de longitud por 10 de envergadura, dispone de un solo motor firmado por General Electric que impulsa sus 19 toneladas de peso máximo a 2 veces la velocidad del sonido a gran altura. Tiene un techo de vuelo de 18.000 metros y una autonomía de vuelo de 546 kilómetros.
Dispone de un nuevo radar fabricado por Northrop Grumman, un nuevo ordenador de vuelo y equipamiento de guerra electrónica avanzado. El armamento de este F-16 es mucho más extenso que el del J-20 al ser una aeronave con una gran capacidad de ataque tanto aire-aire como aire-superficie. Gracias a ello dispone de una ametralladora de 20 milímetros con 551 municiones, capacidad de lanzamiento de cohetes, misiles de todo tipo —incluido antiembarcaciones— y bombas guiadas.
Ruso contra francés
Un escalón por debajo en cuanto a tecnología se encuentra el Sukhoi Su-35. Esta aeronave de factura rusa está presente en el Ejército Popular de Liberación chino y se establece como una evolución directa del Su-27. Además, las buenas relaciones con el gigante asiático han permitido que Rusia licencie la fabricación de modelos equivalentes en suelo chino.
Según indica Eurasian Times, China dispone de 24 unidades del Su-35, la aeronave extranjera más moderna en operar en el país. Si se añaden las unidades de Su-27 y las fabricadas dentro de sus fronteras del país —J-11 y J-16— la cifra asciende a más de 300 aparatos en activo.
Era 2008 cuando despegó por primera vez el Su-35 y China tuvo que esperar has 2019 para recibir su lote tras aportar 2.500 millones de dólares a Moscú. Es uno de los cazabombarderos más capaces dentro de las filas chinas y cuenta con mejor tecnología que sus antepasados directos y que la inmensa mayoría de aeronaves de guerra que se fabrican en el gigante oriental.
El Su-35 tiene una autonomía de 1.600 kilómetros y una altitud máxima operativa de 18.000 metros. Su par de motores firmados por la compañía rusa Saturn con postquemador consiguen impulsar sus 34,5 toneladas de peso máximo a 2.400 km/h, aproximadamente 2 veces la del sonido.
En el apartado del armamento, además del cañón de 30 milímetros, dispone de 12 anclajes externos donde acarrear hasta 8 toneladas de armamento. Dispone de cohetes aire-tierra, varios modelos de misiles aire-aire con alcances que superan los 300 kilómetros gracias a los sistemas de guiado y misiles preparados para la guerra electrónica. Estos últimos son capaces de dejar fuera de juego a sistemas tan elementales como los radares de los aviones enemigos.
También dispone de bombas guiadas por cámara, por láser y por satélite. El Su-35 se encuentra actualmente operativo en Rusia y China, siendo este último país el primero en estrenar las exportaciones de la aeronave. Se sabe que Egipto pidió en 2021 un total de 24 unidades —que no han sido entregadas— y algunos reportes han indicado el interés de Argelia para hacerse con otro lote.
Francia también ha tenido históricamente un gran peso en cuanto a proveedor de sistemas militares en Taiwán. A principios de los años 90 llegaron a un acuerdo para la entrega de 60 Dassault Mirage 2000 que llegaron a finales de esa década a la isla asiática con el veto de ataque a superficie aplicado y equipando sistema de reabastecimiento en vuelo.
El lote también comprendía 480 misiles aire-aire de corto radio, 960 de medio radio, tanques de combustible, equipamiento de soporte en tierra y sistemas de monitorización. Del mismo modo, Taiwán adquirió contenedores de inteligencia electrónica para sus Mirage. Actualmente disponen de 46 unidades en activo.
Cuenta con una longitud de 14,36 metros y una envergadura de 9,13 con un peso en vacío de poco más de 7 toneladas y un peso máximo al despegue de 17 toneladas. Su sistema de propulsión está representado por un único motor fabricado por SNECMA que le permite alcanzar 2 veces la velocidad del sonido a gran altitud y una autonomía de 1.500 kilómetros.