China no ceja en su presión hacia una Taiwán que se prepara para lo peor. Xi Jinping ha ordenado prolongar las maniobras militares indefinidamente con incursiones al otro lado del estrecho de Formosa incluidas. En la tarde del domingo —a las 11 de la mañana hora de España peninsular—, cazas J-16, J-10, Su-30 y J-11 participaron en la incursión a la autodefinida Zona de Identificación de Defensa Aérea, según recoge la agencia taiwanesa CNA. Junto a ellos el KJ-500, un avión algo más particular encargado de servir como plataforma de alerta temprana y espionaje.
Esta última maniobra por parte de Pekín parece estar relacionada con la llegada de una delegación de congresistas estadounidenses que se reunirán con representantes gubernamentales de Taipéi. La respuesta de la isla fue la movilización de sus fuerzas aéreas que vigilaron la situación a través de cazas complementados con embarcaciones y los diferentes sistemas de misiles en tierra, según el Ministerio de Defensa taiwanés.
Precisamente ese KJ-500 es el encargado de monitorizar a Taiwán y rastrear sus movimientos, por lo que China seguramente conocía las posiciones de todos y cada uno de los efectivos desplegados tras la incursión. Este tipo de aeronaves son clave para revelar una gran cantidad de información de los enemigos, tanto en tierra firme como en el mar o en el aire; siempre con una gran precisión y enfocándose en transmitir la información en tiempo real a todos los efectivos.
Espionaje y control
Los aviones de alerta temprana y control (AEW&C, de las siglas en inglés) como el KJ-500 responden a la necesidad de monitorización del entorno y a la capacidad de reacción de las fuerzas aéreas. Sus característicos radares situados sobre el fuselaje consiguen detectar cualquier tipo de amenaza en cualquier medio. Puede rastrear barcos, vehículos terrestres y objetivos aéreos como aviones, proyectiles e incluso misiles de crucero.
Otra de las funciones de este tipo de aeronaves es la de servir como centro de mando y control de operaciones. Todo ello gracias a la gran cantidad de información que pueden recoger y al servir en muchas ocasiones como nodo de comunicaciones con el resto de medios desplegados.
El modelo chino que ha traspasado la línea divisoria se basa en la plataforma de transporte Shaanxi Y-9. Este cuatrimotor se ha convertido en una auténtica navaja suiza para las fuerzas armadas de Pekín desde que entrara en servicio en 2012 con numerosas versiones y variantes desarrolladas, entre las que se encuentran el KJ-500 con funciones AEW&C.
Entre las modificaciones que la Fuerza Aérea del Ejército Popular de Liberación añadió a la versión base se incluyen varios puestos para el mando y control, matrices de antenas, un radar y el radomo que protagoniza el conjunto. Este último está compuesto de un sistema de tres radares AESA mucho más avanzado capaz de proporcionar cobertura en los 360 grados de la aeronave. Se desconoce la cobertura radar, pero sistemas similares modernos pueden alcanzar los 400 kilómetros de radio.
China no ha publicado más datos sobre esta aeronave haciendo gala del hermetismo que caracteriza a toda la vertiente militar del gigante oriental. Algunos reportes indican que cuenta con capacidad de guerra electrónica a través de la denegación activa del espectro radioeléctrico a los enemigos mientras proporciona protección contra este mismo tipo de ataque a fuerzas aliadas.
Cada uno de los KJ-500 tiene una tripulación de 24 personas y los últimos datos indican que China cuenta con más de 17 unidades operativas. Aunque se desconoce el número de forma oficial.
También la herencia juega en este caso a su favor. Estar basado en una aeronave de transporte militar le proporciona cuatro motores capaces de generar 5.100 caballos de potencia cada uno que le permiten operar en pistas muy cortas. También en la capacidad de carga, que asciende a las 70 toneladas.
Se estima que puede alcanzar los 550 kilómetros por hora con un techo de vuelo de 10.500 metros y una autonomía con la que recorrer 5.700 kilómetros. Algo esencial para mantenerse en vuelo durante muchas horas y monitorizar los movimientos de los enemigos. Algunos países como Estados Unidos mantienen operativas aeronaves con este mismo cometido las 24 horas todos los días del año.
Centinela de la OTAN
Si bien España no cuenta con un modelo para esta labor, la OTAN en su conjunto dispone de 18 unidades de aeronaves Boeing E-3A Sentry —la mayoría de ellas basadas en Geilenkirchen (Alemania)— que participaron en la cumbre celebrada hace ahora un par de meses en Madrid.
Este modelo tan particular está basado en el Boeing 707 y se emplea para "detectar, rastrear, identificar y reportar aeronaves potencialmente hostiles que operan a bajas altitudes, así como proporcionar control de cazas aliados", según la propia OTAN. "Al mismo tiempo, puede rastrear e identificar contactos marítimos y proporcionar apoyo de coordinación a las fuerzas aliadas en la superficie".
Al igual que el modelo chino, el Sentry cuenta con cobertura en los 360 grados y un alcance del radar principal de unos 400 kilómetros independientemente de la meteorología de la zona. Puede permanecer en el aire durante 8 horas y media a una altitud de 10.500 metros y una velocidad máxima de 853 km/h.