China sigue a la vanguardia de la industria ferroviara. Aunque España lleva décadas destacando gracias a los trenes de alta velocidad y las grandes estructuras ferroviaras que está instalando en países como Arabia Saudí, el gigante asiático lleva ventaja gracias a las inmensas inversiones que ha realizado en los últimos años. El tren más rápido del mundo, que llega a los 600 km/h (el doble que el AVE), es la punta de lanza de sus vehículos maglev (acrónimo de magnetic levitation), a los que que desde esta semana hay que añadir el Red Rail, el primer tren de levitación magnética del mundo que circula suspendido gracias a imanes permanentes.
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Hasta la fecha la tecnología maglev, que países como Japón ha desarrollado hasta conectar varias ciudades y regiones, funciona con electroimanes. Así consiguen la levitación magnética, lo que les permite ser muy silenciosos y veloces al evitar la fricción de las ruedas al desplazarse por las vías. Además, necesitan poco mantenimiento comparados con los trenes 'tradicionales'.
Sin embargo, los maglev contaban hasta ahora con un importante hándicap a la hora de implantarse en distancias cortas o trayectos de baja velocidad. Eso se debía a que el consumo de electricidad que necesitaban para circular a velocidades suburbanas implicaba un 15% más de gasto comparado con un metro o un tren ligero. Para eso se ha creado el Red Rail, que sustituye los electroimanes por imanes permanentes y eso le permite quedar suspendido reduciendo el consumo energético.
Pista de pruebas
La pista de pruebas del Red Rail inaugurada esta semana se encuentra en el condado de Xingguo, en la provincia de Jiangxi, al sur de China. En su desarrollo y despliegue se han implicado tanto el gobierno regional como el Sexto Instituto Ferroviario de China y el Centro Nacional de Innovación de Materiales Funcionales de Tierras Raras.
Tras los primeros testeos, la línea se extenderá a lo largo del cinturón verde de Xingguo, pero de momento el tren cuenta con una vía experimental de unos 800 metros de largo, elevada a diez metros del suelo gracias a una estructura de acero. En apariencia, tiene el mismo aspecto que otros trenes de levitación magnética, salvo por una peculiaridad: en lugar de ir por encima de la vía, viaja por debajo de ella, como si estuviera suspendido en el aire. Eso ha llevado a que algunos lo bauticen como Sky Train o "tren del cielo".
A diferencia de otros maglev que utilizan electroimanes, lo que permite levitar a este tren son los imanes permanentes recubiertos de neodimio, que ejercen su fuerza magnética las 24 horas del día, de forma gratuita, sin necesidad de una fuente de energía externa.
Durante la fase experimental, el tren estará compuesto por dos vagones con una capacidad de 88 pasajeros. La velocidad máxima de circulación será de 80 km/h, pero ya planean ampliarlo hasta los 120 km/h. Y es que, mientras la velocidad máxima de la mayoría de las líneas de metro chinas suele estar limitada a 80 km/h, Red Rail podría alcanzar una velocidad muy superior, además de ser mucho más silencioso que sus homólogos actuales.
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Esto lo hace ideal para los barrios o ciudades donde la contaminación acústica es alta. Así, el nuevo tren podría transportar a los ciudadanos de un lado a otro sin aumentar los problemas de contaminación acústica de las urbes más pobladas, como Madrid o Barcelona.
Tierras raras
El problema a la hora de lanzar en otros países modelos parecidos a este maglev es que los imanes permanentes que necesita Red Rail se fabrican utilizando elementos de tierras raras, en este caso el neodimio. Y China posee el 40% de todas las reservas mundiales de este tipo de materiales. No sólo eso, también lidera la cadena de procesamiento y suministro de tierras raras, hasta el punto de que seis empresas estatales chinas produjeron el 85% de estos materiales refinados en todo el mundo en 2020, según informa New Atlas.
Esa sería su única desventaja, aparentemente. Al estar elevados sobre postes, este tipo de instalaciones requieren menos espacio en el suelo que el que necesitaría un tren ligero, por ejemplo. Sus impulsores están convencidos de su viabilidad, ya que los maglev suspendidos cuestan una décima parte que una línea de metro. Y eso a pesar de las grandes cantidades de neodimio necesarias para su construcción.
En la comparación con otras formas de transporte, el Red Rail también sale bien parado: los imanes mejorados con neodimio pierden menos del 5% de su magnetismo en 100 años, lo que asegura mucha más durabilidad con menos mantenimiento que el del metro o el tren ligero.
Además, es prácticamente a prueba de accidentes, ya que el campo magnético permanente puede absorber la mayoría de los impactos que dañarían otros trenes. Y la inteligencia artificial encargada de la conducción podría optimizar al máximo la velocidad y las paradas en las plataformas o estaciones en las que se subirían los pasajeros para entrar y salir de los vagones.
Una vez el Red Rail haya superado las primeras pruebas de forma satisfactoria, la vía se ampliará hasta cubrir 7,5 kilómetros. Esa será la prueba de fuego definitiva para el que puede ser uno de los transportes urbano del futuro.
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