Los polos norte y sur se están derritiendo cada vez más rápido como consecuencia del cambio climático. Esto genera que el nivel del mar aumente provocando una seria amenaza para ciudades costeras, como en España, donde las playas de la Barceloneta, Matalascañas o La Manga podrían tener los días contados. Con el objetivo de impedirlo, unos científicos han elaborado un controvertido plan para volver a congelar los polos: utilizar aviones para crear nubes de dióxido de azufre.
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Recongelar el hielo de los polos podría frenar la subida del mar y, según científicos de la Universidad de Yale (Estados Unidos), esto sería posible reduciendo la luz solar entrante. Para lograrlo, planean usar aviones cisterna militares capaces de volar a gran altitud para rociar nubes formadas por partículas microscópicas de dióxido de azufre en la atmósfera. Una técnica que recuerda al método de China para crear lluvia artificial y atajar la sequía usando 'cazadores de nubes'.
La inyección estratosférica de aerosoles (SAI) es una tecnología ya conocida que busca reducir el cambio climático desviando hacia el espacio una pequeña fracción de la radiación solar entrante. "Existe una inquietud generalizada y sensata sobre el despliegue de aerosoles para enfriar el planeta, pero si la ecuación riesgo/beneficio valiera la pena en algún lugar, sería en los polos. Esto es aspirina, no penicilina. No es un sustituto de la descarbonización", señala Wake Smith, científico que dirigió la investigación.
Enfriar los polos
Los científicos exponen que los aviones cisterna podrían rociar partículas de aerosol microscópicas en la atmósfera para reflejar la luz solar y enfriar los casquetes de hielo que se están derritiendo. Aunque, eso sí, señalan que para llevar a cabo este método se necesitarían 175.000 vuelos al año para liberar millones de toneladas de dióxido de azufre.
Según el plan, para esta misión se utilizaría una flota de 125 aviones cisterna que liberarían una nube de partículas microscópicas de dióxido de azufre en la atmósfera a una altitud de 13 kilómetros y en latitudes de 60 grados norte y sur, aproximadamente en Anchorage (Canadá) y el extremo sur de la Patagonia.
Unas partículas de aerosol que, si se inyectan a una altura de 43.000 pies -que está por encima de las altitudes de crucero de los aviones-, se desplazarían lentamente hacia los polos norte y sur con los vientos de gran altitud, llegando a sombrear ligeramente la superficie de la Tierra por debajo.
Las inyecciones de las nubes de dióxido de azufre se realizarían estacionalmente en primavera y principio de verano, y los científicos aseguran que lanzar más de 13 millones de toneladas de partículas de aerosol serían suficientes para enfriar las regiones polares en 2°C por año. Además, la flota de aviones podría dar servicio a ambos hemisferios.
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Se estima que el coste anual de esta misión sería de 11.000 millones de dólares. Los científicos señalan que para un despliegue de este tipo consideraron utilizar aviones cisterna preexistentes, como el antiguo KC-135 y el A330 MMRT, pero no poseen la suficiente carga útil a las altitudes requeridas. En cambio, proponen emplear un avión especialmente diseñado para volar misiones SAI más altas cerca del ecuador, llamado SAIL-43K.
Un plan con riesgos
Los científicos se muestran cautelosos con esta tecnología, ya que podría tener consecuencias no deseadas, como la reducción del rendimiento de los cultivos. Además, se trata de un plan controvertido debido a que el gran número de vuelos, que sería el equivalente a más de dos días de tráfico aéreo mundial en 2021, liberaría gases de efecto invernadero en la atmósfera superior, lugar donde son más perjudiciales.
Otro inconveniente es que los vuelos contribuirían al calentamiento global; aunque el doctor Shaun Fitzgerald, del Centro para la Reparación del Clima (CCR) en la Universidad de Cambridge (Reino Unido), asegura al medio Sky que el gran número de vuelos podría estar justificado si se ocupara de inmediato de la subida del nivel del mar.
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El aerosol, utilizado en grandes cantidades, también podría ocasionar desde náuseas hasta vómitos, dolor de estómago y dañar las vías respiratorias. Aun así los expertos señalan que menos del 1% de la población mundial vive en las zonas en las que están previstas realizar los lanzamientos, por lo que el riesgo es mucho menor.
El enfriamiento en los polos no resolvería el problema del calentamiento global, sino que se convertiría en una especie de 'tirita' para el planeta. El CCR también trabaja en un método para hacer brillar las nubes sobre el Océano Ártico con una flota de barcos que bombeen agua de mar a la atmósfera, para que las nubes reflejen la luz solar hacia el espacio enfriando así el hielo de la región.
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