En la madrugada del martes 27 de septiembre, Dinamarca y Suecia alertaron de fugas inexplicables en los gasoductos Nord Stream, los que llevan el gas natural de Rusia a Europa a través del mar Báltico. Aunque la autoría de las explosiones es aún un misterio, ha provocado que aumente el temor de un posible sabotaje ruso a otras infraestructuras críticas de la zona: los cables submarinos de telecomunicaciones.
[Así son los submarinos suicidas rusos que pueden dinamitar gasoductos como el Nord Stream]
Las explosiones de Nord Stream, ubicados cerca de la isla de Bornholm (Dinamarca), se produjeron a 88 metros de profundidad en el caso del primer gasoducto, y a 70 metros de profundidad en el más nuevo. El hecho de que una instalación de ese tipo, que tiene macrotuberías protegidas por 15 centímetros de acero y hormigón, sea vulnerable a estos ataques, ha centrado la atención en los cables que llevan internet, pues son notablemente más vulnerables.
Los cables submarinos de fibra óptica son más finos y delicados. Esta infraestructura invisible supone la base de la red mundial de telecomunicaciones. De hecho, el 98% de todo el tráfico internacional de internet circula actualmente a través de esta vía, según datos de Google. Cualquier ataque contra estas instalaciones implicaría graves daños para la red y pérdidas económicas.
Caída de internet
Justo en la zona de Nord Stream 1 y 2 hay depositados sobre el lecho marino, y durante cientos de kilómetros, una maraña de cables de fibra óptica submarinos cuya rotura potencial provocaría apagones de internet si se vieran afectados por las injerencias relativas a las fugas en los gasoductos o si sufrieran algún tipo de un corte.
Tres de ellos salen de la propia isla danesa: el Baltica, que tiene una longitud de 437 kilómetros y conecta con Kolobrzeg (Polonia), Ystad (Suecia) y Gedser, que es el punto más al sur de Dinamarca y Escandinavia; el cable Denmark-Poland 2, con 110 kilómetros de largo y que llega hasta Mielno (Polonia); y Rønne-Rødvig, de 153 kilómetros y que enlaza con Rodvig (Dinamarca).
Por un tramo de la isla de Bornholm también pasa parte de la instalación del cable submarino C-Lion 1, que tiene una longitud total de 1.172 kilómetros y conecta las ciudades de Hanko y Helsinki, en Finlandia, con la ciudad alemana de Rostock.
La mayoría de los cables submarinos transportan datos entre continentes. Es decir, las llamadas que se realizan a nivel internacional, las transmisiones que se hacen en internet y los mensajes de texto que se envían con el teléfono se transfieren a través de esta vía. Por tanto, una incidencia en ellos como la sufrida en los Nord Stream tendría importantes consecuencias.
En ese caso los servidores que comunican los cables submarinos verían afectados su rendimiento y, en el peor de los casos, el sistema quedaría incomunicado por completo. En cuanto aquellos instalados cerca de Nord Stream, si llegaran a sufrir cualquier corte las ciudades y países que conectan los cables y los próximos a la zona sufrirían una peor conexión o caída de internet durante un tiempo.
No llegaría a haber un apagón total de internet a nivel mundial, ya que a lo largo del mundo existen una gran cantidad de cables de fibra óptica submarinos instalados en el lecho marino. Por ejemplo, en 2012 el Huracán Sandy que asoló a la costa este de los Estados Unidos cortó algunos cables submarinos que conectan América del Norte con Europa provocando una interrupción importante de la red únicamente en esos continentes durante varias horas.
Cómo se instalan
Los cables de fibra óptica submarinos están repartidos por todo el mundo y cuentan con dos modelos: uno de 17 milímetros de ancho pensado para zonas profundas y otro destinado a áreas cercanas a la orilla y que son más anchos para resistir mejor cualquier choque. Ambos están protegidos por tubos y diferentes capas de acero, aluminio o policarbonato para que no les pase nada.
Unos dispositivos que pueden transmitir mucha información -cerca de 3.840 gigabits por segundo en cada hilo de fibra óptica- a un coste mejor que los satélites. El proceso de instalación de los cables no ha cambiado mucho desde que se colocara el primero de ellos hace más de 150 años.
Primero se estudia la zona y después se traslada uno de los extremos del cable hasta una estación instalada en la costa para que unos buzos lo entierren lo suficiente para asegurar su conexión. Una vez colocado, un barco especialmente diseñado va enterrando el resto del cable submarino mientras se mueve.
Dependiendo de su equipo de arado, el tipo de cable y la región, estos buques pueden colocar hasta 200 kilómetros de cable por día. Para enterrar los cables se utiliza una especie de azada que crea un surco donde se coloca el cable y después la propia corriente marítima se encarga de taparlo. En zonas de poca profundidad se debe tener cuidado con el contacto de los barcos y el ecosistema.
Cómo pueden dañarse
Existen varias razones por la que estos cables sufren daños que van más allá de un corte o sabotaje por parte del ser humano. Generalmente son causados por barcos y sus anclas, redes de pesca y la fauna marina, como los tiburones, que pueden comerse el recubrimiento de los cables atraídos por los campos magnéticos; aunque los nuevos diseños contemplan este problema.
Los desastres naturales son otro contratiempo. Por ejemplo, en 2006 un terremoto con magnitud 7.0 sacudió la costa suroeste de Taiwán y rompió ocho cables submarinos, afectando gravemente a las comunicaciones y servicios de internet en China y varios países asiáticos. Hicieron falta once barcos y 49 días para reparar los cables.
En caso de que un cable se rompa o estropee, unos robots submarinos se encargan de rescatar los extremos dañados para subirlos a la superficie. La reparación se realiza concretamente a bordo de un buque especial donde el ser humano los arregla o une para que vuelvan a funcionar.
En la actualidad también existen mecanismos para controlar los cables submarinos y evitar los deterioros causados por la industria de la pesca y la naval. En cuanto a la seguridad, la estación de amarre, que es el lugar donde se conecta el cable submarino a la tierra, garantiza su correcto funcionamiento gracias a una serie de herramientas tecnológicas que monitorizan en tiempo real todo el sistema.
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