Amazon se está preparando para sumarse el próximo año al mercado del internet satelital y competir con Starlink de Elon Musk, empresa que ya ofrece su servicio en España. El Proyecto Kuiper va con algo de retraso y todavía está en pruebas, pero quiere comenzar a construir su propia constelación de satélites en un año, empezando por el lanzamiento de dos prototipos.
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Las constelaciones de pequeños satélites en la órbita baja de la Tierra ofrecen internet de banda ancha, incluso donde las conexiones terrestres no llegan como en la guerra en Ucrania. No obstante, frente a las ventajas comunicativas que suponen, también son un peligro astronómico en crecimiento. A los miles de satélites que ya ha lanzado el proyecto Starlink de Musk, hay que sumar otras empresas como One Web y más adelante llegará Amazon con el Proyecto Kuiper.
Amazon ha comunicado esta semana que está preparando el lanzamiento de sus dos primeros prototipos de satélites denominados Kuipersat-1 y Kuipersat-2, que estarán sometidos a varias pruebas durante unos 11 minutos antes de desintegrarse en la reentrada a la atmósfera. El lanzamiento de estos dos prototipos está programado para principios de 2023 con un cohete Vulcan Centaur de United Launch Alliance (ULA), un evento para el que todavía tienen mucho trabajo por delante.
Satélites y cohete en construcción
Amazon se había propuesto lanzar estos dos satélites en el cuarto trimestre de 2022 y con un cohete diferente de la compañía ABLSpace Systems. Sin embargo, al final ha optado por otro socio para este viaje inicial. Este tímido despliegue con dos satélites pretende ser una prueba inicial para su tecnología, el paso que dé pie al resto de la constelación de satélites con los que ofrecer conexión de internet por todo el mundo.
"Usaremos los hallazgos de la misión para ayudar a finalizar el diseño, la implementación y los planes operativos para nuestro sistema satelital comercial, que brindará banda ancha confiable y asequible a clientes de todo el mundo", explican en el comunicado.
Por delante tienen un arduo trabajo donde se pueden dar muchas complicaciones. Para empezar, los satélites aún no se han terminado de construir, pretenden completarlos en los meses de 2022 que quedan. Por otro lado, el cohete ULA también debe terminar de ensamblarse y ponerse a prueba, según un comunicado de la compañía, se terminará en noviembre y se probará en diciembre.
El cohete está aún sin motores, los cuales son los BE-4 fabricados por Blue Origin, empresa de Amazon. El Vulcan aspira a servir en la Fuerza Espacial de Estados Unidos, pero antes debe hacer dos lanzamientos con éxito antes del cuarto trimestre de 2023 para demostrar que es funcional. Los dos satélites compartirán viaje con el módulo de aterrizaje lunar Peregrine, una nave espacial de Astrobotic financiada por la NASA
Por el momento, Amazon está confiando en el cohete de ULA con quién ya ha reservado 32 lanzamientos para su constelación de satélites. Pero sus propias lanzaderas también forman parte del Proyecto Kuiper como medio de transporte. Amazon tiene asegurados hasta 92 lanzamientos con ULA, Arianespace y Blue Origin para desplegar su constelación de 3236 satélites. No hay que olvidar que Jeff Bezos, CEO de Amazon, viajó al espacio en un cohete de su empresa Blue Origin.
El internet de Amazon
Una vez su flota de satélites esté en órbita, Amazon dice que su plan es "brindar banda ancha rápida y asequible a comunidades desatendidas en todo el mundo". También tiene un acuerdo con Verizon para actuar como backhaul para torres de telefonía móvil LTE o 5G remotas.
El gigante de las ventas por internet estadounidense se ha propuesto construir una constelación de 3.236 satélites, teniendo como plazo para lanzar la mitad de estos a la órbita antes de 2027. La primera ola comprenderá 578 unidades que se emplazarán en una órbita de entre 590 y 630 kilómetros de altura. En comparación con los más de 30.000 satélites que aspira a tener Starlink algún día son una pequeña muestra para empezar, aunque la acumulación de estos pequeños satélites entre diferentes empresas preocupe a la comunidad de astrónomos.
La órbita baja en la que se colocan comprende desde los 160 a los 1.000 kilómetros de altitud, según la Agencia Espacial Europea, y supone varios problemas. Desde las interferencias que provocan en los telescopios terrestres, como en su reentrada en la atmósfera cuando dejan de funcionar y se desintegran al caer hacia la tierra.