Que la población de España sigue envejeciendo es una realidad al tiempo que la esperanza de vida ha aumentado. Una de las consecuencias de este envejecimiento es que hay quienes llegan a determinadas edades en las que resulta complicado levantar cierto peso o incluso dar un simple paseo. Así, como la ciencia no ha descubierto todavía el elixir de la vida, la tecnología —y, más en concreto, la robótica— se ha propuesto que las personas no noten los achaques del tiempo gracias a los exoesqueletos.
[Probamos un exoesqueleto: es cómodo, ligero y corrige la postura del trabajador]
Estos esqueletos externos han servido, entre otras cosas, para que alguien deje la silla de ruedas para volver a andar, levantar 28 kg sin esfuerzo o tener un fisioterapeuta en casa. Ahora, investigadores de la Universidad de Stanford (California) han llevado el concepto hasta unas botas robóticas que facilitan el caminar.
El hardware de esta bota exoesqueleto se ajusta mientras camina al aire libre, lo que han conseguido gracias a datos de 3.600 de pruebas anteriores realizadas en laboratorio. Un reto que rompe con dos de las mayores limitaciones de los exoesqueletos actuales: la necesidad de hacerlo en entorno controlado y la incapacidad de ajustarse en tiempo real a la diferente forma de caminar de cada usuario.
"Esta investigación podría hacer que los exoesqueletos sean finalmente prácticos y asequibles", explicaba Steve Collins, uno de los autores del estudio y profesor de la Universidad de Stanford, quien incluso bromeaba que "los exoesqueletos son mucho más complicados que como se ven en los cómics y las películas de superhéroes".
Objetivo: cansarse menos
Collins no solo calificó estas botas de "prácticas", sino también de "asequibles". Y es que están fabricadas con sensores y componentes que son fáciles de obtener. Entre ellos están el aluminio y la fibra de carbono para que el motor tirase de una palanca que, a su vez, ayudase a girar al tobillo y lograr que empuje con más fuerza los dedos de los pies.
Este exoesqueleto se sujeta en tobillo y pantorrilas que se complementa con un paquete de baterías en la cintura, todo, en una estructura que no supera los 300 gramos. El hito del sistema esta en que logra que el usuario pueda caminar un 9% más rápido al tiempo que reduce un 17% en el gasto de energía en comparación con un recorrido realizado con un calzado normal, según los resultados de los ensayos.
Teniendo en cuenta estos porcentajes, los investigadores calculan que el ahorro de energía podría equivaler aproximadamente a quitarse una mochila de 9,2 kilogramos. Además, los resultados de la prueba piloto sugieran que estas botas robóticas proporcionan beneficios similares en otro tipo de condiciones, como caminar con una inclinación de cinco grados o subir unas escaleras.
Ahora bien, el cuerpo —y los pies, cómo no— acaban notando el paso del tiempo. Es por este motivo por el que este diseño resulta tan innovador: "Se adapta constantemente a tus necesidades mientras caminas", explica Collins. De hecho, también cambia conforme los músculos se remodelen o se gane o pierda de peso.
Los diseños anteriores no resultaban prácticos porque se probaban en una cinta de correr, donde no se anda igual que como lo hacemos en la calle. Así, los investigadores se pusieron en marcha para conseguir un dispositivo que sin ataduras mantuviera las mismas características electromecánicas que los modelos previos. Collins recuerda que, cuando él empezó a investigar hace 12 años, las soluciones que existían en este sentido no solo no facilitaban la marcha a nadie, sino que incluso la entorpecían. "Creo que por fin lo hemos conseguido".
Una sensación natural
Collins se muestra tan seguro de estas botas robóticas porque han conseguido que este sistema recopile aproximadamente el 77% de los pasos que se dan en un día normal. Ésta era otra de las limitaciones que se encontraban quienes trataban de diseñar un exoesqueleto de este tipo, pues, como aseguran los investigadores, "no siempre se camina igual. Ni siquiera en una misma jornada".
A simple vista, puede que el tener este artilugio de aluminio y fibra para andar no resulte muy atractivo. Sin embargo, quienes ya han utilizado las botas robóticas durante la prueba piloto reconocen que "es fácil de usar y relativamente cómodo". Consideraron, además, que el exoesqueleto no interfería en ningún momento con la ropa que llevaran puesta. Y tampoco les pareció que tuvieran un peso excesivamente inaguantable.
Aun así, el 40% de los participantes se negaron a tener que usarle durante todo el día. Y aunque no se tratara del producto final, sino de un prototipo, afirmaban que era un producto fácil de quitar y poner. E incluso no tuvieron problemas con el exoesqueleto mientras lo llevaban puesto y caminaban tanto en interiores como en exteriores. Puede que entonces no quede mucho tiempo para que se produzca el 'salto' de los patinetes eléctricos a los exoesqueletos.