En los últimos años hemos visto en España todo tipo de avances tecnológicos relacionados con la comida. La robótica y los gadgets tienen mucho que decir, con inventos como el chef robot que prueba la comida para ajustar el sabor o los palillos que añaden sabor salado a cualquier plato, pero el paso verdaderamente trascendental recae en la comida artificial o agricultura celular.
Sin embargo, productos como la carne sintética generada en laboratorio a partir de células madre de distintos animales tienen un gran rival: la soleína, una sustancia similar a la harina de trigo generada a partir del aire y de electricidad producida por energías renovables. La novedad es que Solar Foods, la startup finlandesa detrás de su patente, empezará a producirla y comercializarla a nivel industrial a lo largo de este mismo año.
Este revolucionario ingrediente, con el que se elimina por completo de la ecuación el origen vegetal y animal de la comida, se basa en el cultivo de microbios a través del CO2 del aire en un proceso que implica el uso de electricidad generada por paneles solares. Lleva en desarrollo desde 2019, pero será en 2023 cuando de su paso más decisivo: Solar Foods ya está construyendo en Helsinki la primera fábrica a escala comercial para producir alimentos basados en la soleína.
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Dado que el 30% de las emisiones de gases de efecto invernadero a nivel mundial provienen del sector agroalimentario, el bioproceso de la soleína puede ser clave para frenar el cambio climático y la pérdida de biodiversidad: no requiere el uso de grandes extensiones de tierra, así como de pesticidas y fertilizantes y también evita el sacrificio de animales. Además, los responsables de Solar Foods también están desarrollando una unidad de producción de soleína en miniatura para cubrir las necesidades alimenticias de los astronautas en misiones espaciales de larga duración.
Cómo se fabrica
El único organismo vivo que participa en la creación de la soleína es un microbio, uno de los mil millones diferentes que se encuentran en la naturaleza. El primer paso es cultivarlo en grandes depósitos a través de la fermentación, para luego utilizar el aire y la electricidad y lograr así su estado definitivo. Según aseguran en su propia página web los responsables de Solar Food, "el proceso es 20 veces más eficiente en términos energéticos que la fotosíntesis y 200 veces más que la carne".
El microorganismo crece como una planta, pero en vez de agua y tierra, se alimenta con electricidad generada por energías renovables y los principales componentes del aire: carbono, hidrógeno y oxígeno. La energía se utiliza precisamente para separar el agua del aire, para que los microorganismos puedan vivir en el medio acuático. Estos se alimentan con pequeñas burbujas de C02 y diversos nutrientes inorgánicos añadidos, como pequeñas dosis de nitrógeno, calcio, fósforo y potasio.
Este proceso permite que los microbios se multipliquen en el agua mientras el líquido se va a haciendo más espeso. Este se va retirando para someterlo a un proceso de secado, del que se obtiene un polvo que es la soleína. Luego se puede utilizar para disolverlo fácilmente en todo tipo de alimentos o para elaborar ingredientes, tanto dulces como salados, lo que lo hace perfecto para casi cualquier receta. En cuanto al sabor, Pasi Vainikka, CEO de Solar Foods, aseguró en una entrevista con TechCrunch que "es muy suave, muy neutro", por lo que se puede combinar fácilmente.
A nivel nutritivo, la soleína se parece a las algas o la soja y se adapta a todas las dietas, también las veganas. Contiene un 65-70 % de proteínas, un 5-8 % de grasas (principalmente insaturadas), un 10-15 % de fibras alimentarias y un 3-5 % de nutrientes minerales. Además, la soleína también aporta hierro, fibra y vitaminas del grupo B. 100 gramos de este ingrediente contienen 385 kilocalorías de energía y un 171% de la ingesta diaria de referencia de vitamina B2, más de cinco veces la ingesta de referencia de B9 y B12, además de otras vitaminas y los nueve aminoácidos esenciales que necesita el cuerpo humano.
En los diversos vídeos que la compañía ha ido publicando en los últimos meses, los técnicos de Solar Foods han elaborado distintas recetas con soleína, desde pasteles y helado hasta raviolis o bollos de pan bao y, a falta de probarlo, el aspecto resulta bastante apetitoso, siempre con su característico color amarillo.
La comida del espacio
Hace dos años, Solar Foods construyó su primera fábrica piloto de soleína, donde ha estado experimentando con sus posibilidades y su combinación con diversos alimentos. Ahora, gracias a una reciente subvención de 34 millones de euros del gobierno finlandés, ya está ultimando la construcción de su primera fábrica comercial, que estará plenamente operativa en 2024, y está proyectando la segunda.
"Vamos con un poco de retraso, pero la producción podría empezar aproximadamente en 2023", declaró a New Scientist el propio Vainikka. También detalló los objetivos de este nuevo centro, en el que prevé producir 100 toneladas de soleína al año, el equivalente a 4 o 5 millones de comidas.
Lo que ya está en marcha es su proyecto para desarrollar una unidad de producción para las próximas misiones espaciales de la ESA y la NASA. Y es que la comida es uno de los retos más importantes a los que se tienen que enfrentar los responsables de la exploración espacial, especialmente en las misiones más largas y en los futuros hábitats en la Luna y Marte.
Precisamente, la NASA y la Agencia Espacial de Canadá (CSA) están planteando esta necesidad a través del Deep Space Food Challenge, un proyecto que busca nuevas soluciones para alimentar a los astronautas en el espacio profundo. Solar Foods participó en el desafío con el diseño de una unidad de producción que resultó premiada gracias a su innovador planteamiento.
La propuesta de esta startup finlandesa, diseñada para una tripulación de 6 astronautas, consiste en una unidad alojada en un armario de 72x162x56 cm, con un consumo medio de 1.500 vatios. El problema es el peso, ya que este primer prototipo alcanza los 150 kg, algo excesivo para los estrictos límites de los viajes espaciales: cada kilogramo enviado al espacio puede costar más de 19.000 euros.
Así, una reducción de 50 kg en el peso de la unidad de soleína implicaría un ahorro de cerca de un millón de euros. Y ya tienen un plan para lograrlo: sustituir las piezas y estructuras de acero por materiales más ligeros, pero lo suficientemente resistentes, duraderos y fiables como para poder resistir las condiciones extremas del espacio.
El otro requerimiento es el energético, también bastante exigente. Según los cálculos de Solar Foods, para producir 1 kilo de soleína al día la unidad necesitaría unos 50 kWh de energía. Para la elaboración necesitaría un depósito de 50 litros de agua, lo que implicaría una ventaja añadida: es un buen escudo contra la radiación del espacio. Está por ver si este prototipo acaba siendo realmente funcional, pero abre unas enormes posibilidades de cara al diseño de las futuras misiones espaciales.
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