Las lluvias que han caído a lo largo de las últimas semanas parecen solo un espejismo: el calor de este verano llegará niveles de récord y España sigue sumida en una peligrosa sequía que este año ha diezmado la producción agrícola. Y es que, debido al cambio climático y a la sobreexplotación de acuíferos en zonas como Doñana, hasta el 75% de nuestro territorio está en peligro de sufrir desertificación. Para solventarlo, muchos agricultores están apostando por tecnologías tan eficaces como el ingenioso invento español para regar el campo gastando hasta un 70% menos de agua o el sistema de microirrigación por gravedad que mejora el rendimiento de los cultivos.
Hay muchas opciones a la hora de adaptar los cultivos y el sistema de riego a esta situación crítica, pero para lograrlo la tecnología es la clave. Bien lo saben los responsables de New Growing System (NGS), una empresa de Pulpí (Almería) que lleva 27 años desarrollando soluciones innovadoras basadas "en un sistema de cultivo hidropónico sin sustrato que optimiza la utilización de recursos hídricos". Eso se traduce en un ahorro en torno al 50% de agua y fertilizante, aunque es una cifra que depende mucho del tipo de cultivo y el entorno.
"Lo que vendemos, más que un producto concreto, es un modelo productivo, fruto de nuestros avances tecnológicos y nuestra experiencia" señala a EL ESPAÑOL - Omicrono Antonio Oliva, director del departamento de I+D de NGS. Así, esta empresa que fabrica e instala invernaderos, sistemas de riego y equipos de automatización, ha conseguido ser un referente a nivel nacional e internacional, con presencia en más de 25 países a través de "proyectos de alta producción por metro cuadrado, muy rentables, capaces de producir fruta y verdura a bajo coste y con un consumo reducido de agua y fertilizantes".
Hidroponía recirculante
En el sistema NGS, las plantas se cultivan sin sustrato y se colocan en diferentes capas plásticas a diferentes alturas. Es el componente clave, conocido como multibanda, que sirve para albergar el sistema radicular de cada ejemplar y favorecer su óptimo crecimiento. Además, mejora la resistencia de las plantas a las enfermedades y es la base del circuito cerrado de riego recirculante, que se lleva a cabo con una solución nutritiva de agua y fertilizantes.
"Lo que la planta no consume después de cada riego regresa por gravedad al depósito de agua", afirma Oliva. "Eso implica que gastamos en torno a la mitad de agua y fertilizante que un sistema convencional. No se desperdicia ni una gota de agua, como sí ocurre en cultivos de suelo por culpa de las escorrentías o la evaporación".
La principal ventaja de NGS frente a otro tipo de instalaciones, además de ese ahorro, es que la planta se desarrolla más rápido. El sistema hidropónico le da al cultivo la máxima capacidad de crecimiento radicular, porque no hay nada que impida que esa raíz siga creciendo en cada una de las capas. También permite realizar riegos muy cortos y muy seguidos, por lo que la planta tiene más disponibilidad de nutrientes. Además, está protegida frente al estrés hídrico por exceso o por falta de agua. "La planta tiene lo que necesita, cuando lo necesita", sentencia Oliva.
Otra de las claves radica en que, cada vez que cae el agua de una capa a otra del sistema (situadas a una diferencia de unos 40 cm de altura entre ellas), se produce un efecto de oxigenación en cascada hasta la última capa de drenaje. "Eso es lo que permite que la planta tenga más oxígeno y mayor disponibilidad de absorción de los nutrientes. Por eso se desarrolla más rápido y con mayor producción que en cualquier otro sistema de cultivo disponible en el mercado".
Al ser cultivos que no utilizan suelo, NGS tiene otra ventaja competitiva importante frente a otros sistemas. Y es que, al basarse en la hidroponía y la recirculación del riego, la solución nutritiva que se utiliza no acaba ni en los ríos ni en los mares. "El problema que hay ahora en la Región de Murcia con el Mar Menor viene precisamente de ahí. Por eso estamos haciendo varias instalaciones en la zona, sobre todo de cultivos de hoja, porque los agricultores tienen un problema de contaminación terrible y ya no pueden cultivar nada. Con NGS tienen la opción de cultivar tanto en invernaderos como al aire libre sin contaminar absolutamente nada", se enorgullece Oliva.
Invernaderos automatizados
El otro gran pilar de NGS son sus invernaderos, totalmente adaptables a las condiciones ambientales de cada lugar y tipo de cultivo. Para conocer con más detalle sus virtudes, en EL ESPAÑOL-Omicrono hablamos con Antonio Quirós, socio de Mochana Green, uno de los proyectos más recientes en los que NGS ha tenido un papel crucial.
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En funcionamiento desde hace un año en un olivar de 19 hectáreas en Antequera (Málaga), el cultivo de pitaya (también conocida como fruta del dragón) de Mochana Green ya ha dado sus primeros frutos. Para ponerlo en marcha, Quirós y sus socios, procedentes del mundo de la agricultura y la tecnología, estuvieron investigando distintos sistemas que podían ser interesantes antes de decidirse por NGS.
"Nuestro objetivo era lograr una buena inserción en el medio, ya que estamos en una zona compleja en relación con el agua. Por eso necesitábamos algo que ayudara a regular bien el consumo de los distintos elementos, para que el invernadero fuera eficaz en términos de producción y fácilmente controlable a través de la tecnología", admite Quirós.
El resultado salta a la vista: "el consumo de agua habitual en un cultivo de pitaya es de 750 metros cúbicos por hectárea y nosotros estamos consumiendo unos 240, menos de un tercio". Además, en Mochana Green también disponen de un sistema de recogida de agua de lluvia, con lo que aportan al acuífero del que procede más de lo que consumen.
Y eso también se debe al invernadero de NGS, que permite una automatización casi absoluta gracias a sistemas mecánicos que consiguen que la temperatura se mantenga en los valores que la planta necesita para su desarrollo y producción óptimas. "Todo funciona a través de un sistema informático que controla todos los parámetros. Por ejemplo, tenemos sondas en el sustrato que miden el nivel de humedad que hay en todo momento y, en función de su estado, el sistema habilita el riego en el momento en el que se necesita", reconoce Quirós.
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Sucede igual con la temperatura interior. "Antequera tiene un clima continental un poco duro y la pitaya es una fruta subtropical, por lo que hay que hacer una adecuación del clima. Por ejemplo, este invierno hubo momentos en que hemos tenido -6 ºC en el exterior. En el interior nunca hemos bajado de 5 o 6 ºC". Para conseguirlo, NGS instaló una malla de sombreo que en verano se extiende para reducir el calor y en invierno sirve para que las heladas no afecten tanto al cultivo. Además, "en función del lugar y de la velocidad del viento, el sistema abre o cierra automáticamente las cúpulas y los laterales, para permitir que el aire entre y salga".
Este control exhaustivo sobre cada parámetro permite a NGS adaptarse a distintos tipos de frutas y hortalizas, a cultivos tanto de invernadero como al aire libre, en los climas y condiciones geográficas más diversas. De hecho, algunos de sus proyectos más llamativos se han instalado en lugares desérticos, como Emiratos Árabes. "La agricultura va hacia proyectos muy intensivos de proximidad. Cerca de grandes ciudades, en este caso de Dubái, donde las condiciones climáticas son adversas, la clave de este tipo de cultivos intensivos son los invernaderos donde tú controlas las condiciones ambientales y cada elemento de la cadena de producción", indica el director del departamento de I+D de NGS.
Y esa es la mejor de las ventajas que ofrecen este tipo de sistemas, la adaptación y personalización a las necesidades de cada cliente, que puede elegir componentes concretos o proyectos completos 'llave en mano'. El socio de Mochana Green va un paso más allá y reflexiona sobre las dificultades que plantea la producción agrícola, un sector que debe producir lo suficiente para alimentar a una población de más de 8.000 millones de personas.
"Eso requiere ingentes recursos, en un momento en el que tenemos escasez de tierras de cultivo", razona Oliva. "Tampoco tenemos agua ni nutrientes suficientes, ya que las plantas necesitan fertilizantes, que también provienen del medioambiente. Lo único que nos puede salvar es la ciencia y la tecnología para lograr una mayor eficiencia productiva, algo que nos lleve a crear sistemas que con menos recursos nos permitan producir más".
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