Las ciudades están en permanente evolución. Y con ellas, los sistemas de transporte, que tienen que adecuarse a las nuevas necesidades de la población y a las cada vez más restrictivas normativas para combatir los altísimos niveles de contaminación presentes en el aire urbano. Por eso, entre otras cosas, están triunfando en España las bicicletas eléctricas, y ciudades como Madrid se plantean ingeniosos sistemas para reducir el consumo energético y mejorar la eficiencia de la red de Metro.
Uno de los proyectos más prometedores para revolucionar el transporte empezará a probarse este octubre en Australia. En Stirling, uno de los suburbios de Perth, van a llevar a cabo un proyecto piloto con un tranvía eléctrico sin raíles en un tramo de 7 kilómetros, diseñado para conectar el centro urbano con la playa de Scarborough. El tranvía será uno de los primeros de este tipo en operar fuera de territorio chino, donde la Corporación Ferroviaria China (CRRC) lleva años diseñando y fabricando estos vehículos.
Las pruebas se iniciarán en las próximas semanas y durarán hasta noviembre, para evaluar aspectos como la capacidad de carga y el rendimiento de las baterías, la maniobrabilidad, el radio de giro y la experiencia de los usuarios. Así, cualquier ciudadano podrá probarlo y dar su opinión, para que los responsables municipales de Stirling y Perth tengan toda la información a su alcance para decidir si finalmente se implementa como un transporte público más. Sobre el papel, este tipo de tranvías, conocidos como Tránsito Rápido Autónomo (ART, por sus siglas en inglés), son menos intrusivos, más rápidos y más rentables que otros sistemas como los autobuses, el metro o los tranvías sobre raíles.
Cómo funcionan
Los tranvías sin vías no son una idea reciente, y proceden de las mismas innovaciones que han dado pie a la tecnología ferroviaria de alta velocidad. En ese sector, como en muchos otros, China es puntera desde hace décadas, con aportaciones recientes como el tren que levita suspendido de vías imantadas y sin consumir energía. Allí llevan casi 20 años desarrollando este tipo de vehículos eléctricos, a medio camino entre los tranvías, los trenes y los autobuses, con conducción autónoma y, en algunos casos, propulsados por hidrógeno.
Fue en 2017 cuando CRRC presentó el primer tranvía guiado de forma autónoma, que se desplaza sobre neumáticos de goma y está guiado de forma autónoma gracias a distintos sensores, como el LiDAR, el radar o el GPS. Son los sustitutos ideales para el tren o el metro ligero, ya que tienen un coste mucho menor y evitan la instalación de raíles en el asfalto. Eso sí, suelen utilizar carriles específicos, para facilitar la instalación de paradas y un tránsito más veloz.
Estos tranvías, que ya operan en varias ciudades chinas como Shanghai, Zhuzhou o Yibin, disponen de hasta 5 vagones, con una capacidad de unos 70 pasajeros por vagón, y cuentan con numerosos adelantos en términos de seguridad y tecnologías de comunicación que permiten una gestión óptima de la flota. Otra ventaja frente a tranvías convencionales o trenes ligeros es que estos vehículos pueden desviarse de su "vía virtual" hacia el pavimento convencional para evitar cualquier obstáculo temporal en su trayectoria.
Los ART son totalmente eléctricos gracias a sus baterías, funcionan sin cables aéreos y se recargan rápidamente en algunas estaciones específicas mientras los pasajeros suben y bajan. Son bidireccionales (tienen una cabina para el conductor en ambos extremos), están articulados para poder maniobrar mejor y suelen tener tres vagones. Con esta configuración, el modelo más extendido tiene algo más de 30 metros de largo, 3,2 metros de altura y 2,65 de ancho, para un peso total de 51 toneladas. Aunque disponen de sistemas de conducción autónoma, de momento y por razones de seguridad siguen necesitando de la presencia de un conductor.
Gracias a su motor eléctrico, estos vehículos logran una velocidad máxima de 70 km/h y pueden hacer frente a pendientes de hasta un 10% de inclinación. Además, cuentan con suelo bajo para facilitar la accesibilidad de los pasajeros. También disponen de numerosos elementos de seguridad y tecnologías de comunicación que contribuyen a la gestión de la flota en tiempo real.
El proyecto australiano
Los responsables del gobierno local de Stirling recibieron recientemente a una delegación de altos funcionarios de CRRC, el Grupo de Soluciones Tecnológicas de Infraestructuras (ITSG) y la Universidad Curtin, con los que han gestionado todos los preparativos para poder empezar a probar el ART desde principios de octubre.
La visita incluyó un recorrido por la ruta propuesta y una visita al Australian Automation and Robotics Precinct (AARP) de Neerabup, un hub de investigación y desarrollo donde se llevarán a cabo los últimos tests. "El AARP ofrece una oportunidad única para probar el tranvía en una de las mayores instalaciones de este tipo en el mundo. Junto con los expertos de la Universidad Curtin y nuestros otros socios en la prueba, podremos ver este vehículo en acción y recopilar información clave para nuestro caso de negocio", aseguró Mark Irwin, alcalde de Stirling.
Para este recorrido, CRRC ha seleccionado la segunda generación de una versión algo distinta del tranvía sin raíles, llamado Trásito Rápido Digital (DRT, por sus siglas en inglés), que incorpora nuevos avances tecnológicos. Este funciona con una pila de combustible de hidrógeno en lugar de una batería, lo que permite hacer trayectos más largos sin necesidad de recargarlo a lo largo del recorrido.
"Confiamos en que las pruebas realizadas aquí en Perth, así como las que se llevarán a cabo en China en los próximos meses para cumplir las normas australianas, refuercen el argumento comercial y nos acerquen un paso más a la implantación de esta tecnología de transporte público innovadora y sostenible", concluyó Irwin.
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