La parálisis, la ceguera o la depresión son algunas de las enfermedades que Elon Musk ha prometido curar en las próximas décadas con Neuralink. Necesita voluntarios para una operación que requiere extraer parte del cráneo y que un robot cirujano implante electrodos en el cerebro. Después, el trozo de cráneo será sustituido por un pequeño dispositivo. Por muy descabellado que parezca la idea y a pesar de todas las complicaciones que ha protagonizado el proyecto, Neuralink se acerca a sus primeras cirugías con humanos.
Ashlee Vance, autor de una de las biografías de Musk, detalla en un artículo en Bloomberg los planes futuros de la compañía. Tras conseguir la aprobación de la Administración de Alimentos y Medicamentos de EEUU (FDA) para realizar pruebas en humanos en 2024, Neuralink busca a su primer candidato a implantarse el chip entre las miles de personas que se habrían presentado voluntarias para esta cirugía.
Musk se ha marcado unos plazos casi imposibles para en cinco años realizar miles de cirugías, pero debe darse prisa pues otras empresas e investigaciones se le han adelantado implantando chips capaces de comunicar a las personas con ordenadores y facilitar la vida a las personas con parálisis y otras enfermedades. "Actualmente, nos están pateando el trasero", dijo Musk en una reunión, según detalla el artículo de Bloomberg.
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En esa reunión, el magnate aseguró a sus técnicos que la FDA aprobaría un ritmo más alto de cirugías si veía el interés de la gente. Después de que Neuralink recibiera miles de solicitudes de posibles pacientes, la agencia dio luz verde para realizar pruebas adicionales en 2024 y retiró la obligación de esperar un año entre uno y otro paciente.
Cirugías robóticas
La empresa necesita candidatos menores de 40 años (22 años mínimo) cuyos cuatro miembros estén paralizados para demostrar que su tecnología puede recopilar datos de la parte del cerebro que controla esas extremidades. Este es el primer paso de Neuralink para, en el futuro, convertir los pensamientos de las personas en comandos de ordenador y poder controlar máquinas con la mente. Aún no han elegido al primer paciente.
El implante tiene más de 1.000 electrodos en comparación con los casi 16 de los dispositivos rivales. Por su parte, el robot cirujano equipa cámaras, sensores y una pequeña aguja fresada con láser para empujar uno a uno los 64 hilos, cada uno revestido con 16 electrodos, hacia el cerebro. Al mismo tiempo, debe esquivar con cuidado los vasos sanguíneos, esta complejidad requiere de una precisión que no podría tener los cirujanos humanos, según la empresa. La docena de robots de Neuralink realizaron 155 de estas cirugías en ovejas, cerdos y monos en 2021 y 294 el año pasado.
Estiman que cada implante costará unos 10.500 dólares teniendo en cuenta los exámenes previos y posteriores, las piezas del implante, el uso del robot cirujano y la mano de obra, además cobrará a las aseguradoras unos 40.000 dólares. Con este coste, ha establecido realizar 11 cirugías en 2024, 27 en 2025 y hasta 79 en 2026.
Dentro de cinco años, según sus cálculos, este negocio debería recaudar 100 millones de dólares. Esa cifra se debe a que para 2030 tiene previsto ser capaz de realizar 22.204 cirugías de forma automática con su robot. Realmente espera implantar un chip en el cerebro de miles de personas en poco tiempo, así lo reflejan los documentos proporcionados a los inversores.
Un camino accidentado
Pero eso será únicamente si las pruebas en humanos tienen un buen resultado. Hay que recordar que la empresa ya ha puesto a prueba su invento con animales, algo por lo que ha sido muy criticada. Reportajes de The Wired, Reuters y demás medios de comunicación han indicado con anterioridad que los primates de Neuralink han tenido complicaciones quirúrgicas, efectos secundarios conductuales y sufrimiento prolongado.
The Wired, por ejemplo, describía episodios terroríficos en los que algunos monos implantados se rascaban y tiraban de la cabeza hasta sacarles sangre, o actuaban abatidos hasta que eran sacrificados. A finales del año pasado, la empresa era investigada por maltrato animal por el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos.
La empresa de Musk reconoce haber cometido errores durante las cirugías exploratorias, pero considera que son errores humanos y no un problema de su tecnología. Para tranquilizar a los posibles voluntarios, asegura que esos fallos se produjeron en sus primeros años y que ha trabajado mucho por mejorar las condiciones de vida de los implantados en las nuevas instalaciones de Fremont.