El precio de la energía se ha reducido considerablemente en España con respecto a hace solo seis meses. Sin embargo, la cuestión de fondo, más allá de lo que pagamos cada mes en nuestras facturas de la luz y el gas, es la necesidad de desarrollar dispositivos y electrodomésticos capaces de ofrecer las mismas o mejores prestaciones que los convencionales pero con un consumo muy reducido, o incluso nulo.
En lo relativo al desarrollo de sistemas que permitan refrigerar viviendas o alimentos, este tipo de soluciones suponen el encuentro de materiales tradicionales con el diseño más innovador, como demuestra, por ejemplo, la revolucionaria nevera que mantiene la cerveza fría sin electricidad con el funcionamiento del botijo. En la misma línea, pero a una escala algo más doméstica, la diseñadora alemana Lea Lorenz ha presentado Tony, un sistema modular que utiliza la refrigeración por evaporación para mantener alimentos frescos en buen estado durante días.
"En mi papel de diseñadora, cuestiono el proceso de fabricación, la elección de materiales y la funcionalidad en el diseño de objetos que utilizamos en nuestra vida cotidiana", señala Lorenz en su página web, donde muestra con todo detalle Tony y otros inventos como un humidificador de madera o un candado de bicicleta eléctrica para permite asegurarla en cualquier estación de carga. "Desarrollo nuevos enfoques y soluciones de forma científica y experimental. Resuelvo los problemas de la forma más sencilla y funcional posible y siempre considero parte central de mi trabajo utilizar los recursos finitos de nuestro planeta de la forma más eficiente posible", añade.
Nevera de arcilla
En el caso de Tony, la propuesta no puede ser más sencilla e ingeniosa. Para evitar el desperdicio de frutas y verduras, que sobre todo en verano se deterioran rápidamente debido al calor, Lorenz pensó en la necesidad de crear una nevera pasiva, capaz de enfriar los alimentos a través de la refrigeración evaporativa sin consumir energía.
Para ello, la joven diseñadora alemana probó distintas mezclas de arcilla, ya que su invento es una reinterpretación de los enfriadores de barro utilizados tradicionalmente, sobre todo en países africanos y asiáticos. Para ponerlos a prueba, elaboró decenas de prototipos, cambiando las proporciones y los materiales hasta dar con la clave. La mezcla de arcilla porosa y arena elaborada con la técnica tradicional japonesa raku (que consiste básicamente en cocerla a una temperatura inferior a los 1.000 ºC) demostró ser la que ofrecía resultados óptimos.
El funcionamiento de Tony es muy básico. Cada uno de los módulos, disponibles en tres tamaños diferentes y apilables unos sobre otros, cuenta con su propio depósito de agua, el recipiente en sí para guardar los alimentos y una tapa. Se echa una pequeña cantidad de agua en el depósito y la arcilla raku se encarga de absorberla en poco tiempo. Al evaporarse en las paredes del depósito donde se encuentra la comida, el interior se enfría hasta conseguir una temperatura entre los 13 y los 17 ºC.
No es la temperatura ideal para conservar alimentos como la carne o el pescado frescos, pero sí la fruta, la verdura y algunos productos de panadería, que en muchas ocasiones pierden su sabor y sus propiedades al meterlos en el frigorífico de toda la vida. Y es que, en gran medida, son esos alimentos los que contribuyen al desperdicio alimentario, que en España se cifra en unas 1.245 toneladas al año.
Otra de las ventajas de Tony es su funcionamiento modular y autónomo. Cada uno de los elementos se puede utilizar por separado para situarlos en distintos lugares de la encimera o en estancias diferentes a la cocina y, sobre todo, la independencia de cualquier enchufe, ya que no necesita alimentación eléctrica de ningún tipo. Lo único de lo que hay que estar pendiente es de que siempre tenga un mínimo de agua en la base.
Para utilizar esta nevera como conjunto, Lorenz ha apostado por un sencillo soporte de cuatro patas fabricado en madera. Lo que se desconoce de momento es si su verdadera intención es comercializar el producto (y, en ese caso, su precio de venta al público), o si es un mero ejercicio para demostrar sus habilidades como diseñadora.
Refrigeración en edificios
Mucho antes de que Lea Lorenz presentara esta ingeniosa solución que utiliza los principios físicos de la refrigeración evaporativa para mantener frescos los alimentos, distintas civilizaciones han utilizado este sistema, generalmente para enfriar las casas. Hace más de 2.500 años, los egipcios abanicaban jarras de barro poroso llenas de agua para enfriar el aire.
Muchos siglos después, en La India medieval los edificios de la realeza y los fuertes militares se mantenían frescos gracias a la evaporación. Para ello, los arquitectos construían pozos escalonados que actuaban como disipadores del calor, o mezclaban chorros de agua con corrientes de aire mediante fuentes y cascadas para mejorar el confort térmico de quienes habitaban aquellos espacios.
Basándose en esas ideas del pasado, el arquitecto Monish Siripurapu y sus compañeros en Ant Studio fundaron la startup CoolAnt, que ofrece varias soluciones constructivas para reducir la temperatura ambiental hasta 15 grados. Son alternativas naturales y baratas al aire acondicionado basadas en piezas de terracota y en los principios de la refrigeración evaporativa, que consiguen mantener frescos los edificios y reducir los costes energéticos entre un 15 y un 40%, siempre dependiendo de las condiciones climáticas y la humedad del ambiente.
Con varios diseños patentados, CoolAnt ya ha montado más de 30 instalaciones de todo tipo en diferentes ciudades indias, y tiene varios proyectos internacionales en desarrollo. Aunque no pueda sustituir al 100% los sistemas de aire acondicionado, se postula como gran aliado de la eficiencia energética y del ahorro en la factura de la luz. Su otra gran ventaja es su bajísimo coste: el precio de las instalaciones de CoolAnt oscila entre 450 y 1.500 rupias por metro cuadrado, lo que al cambio suponen entre 5 y 17 euros.
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