Seis millones de personas viven desde el 2 de febrero, en este estado de emergencia por sequía en Cataluña. Comunidades autónomas como ésta y Andalucía son las que más están acusando la escasez crítica de agua que sufre España. No es el único país que en pleno invierno se está planteando el uso que hace de sus recursos. Marruecos, ante la crisis, se está replanteando técnicas como la siembra de nubes para impulsar las precipitaciones. Un método realizado en numerosos países, que aún presenta dudas sobre su eficacia.
Ante la falta de lluvias, hace años que se investiga en tecnologías capaces de influir en el clima y controlarlo. Ya sea para obtener más precipitaciones o para detenerlas en caso de granizos y fuertes inundaciones. Entre 1979 y 1981, la Organización Meteorológica Mundial (OMM) llevó a cabo en España su primer intento para generar lluvia. En este país no se ha apostado por ella, mientras que en Emiratos Árabes o China han realizado importantes inversiones en diferentes técnicas.
Marruecos, tras años de uso, se plantea su uso frente a otras alternativas para proveer de agua a la población como la desalinización. El ejecutivo marroquí ha informado que la media nacional de las precipitaciones durante los últimos tres meses ha sido de 21 mm, un 67% menos que la media anual. El ministro de Abastecimiento y Agua de Marruecos, Nizar Baraka, compareció en el parlamento el pasado mes de noviembre explicando que el país ha utilizado esta tecnología en el programa "Al-Ghaith" entre 2021 y 2023, periodo en el que se ha invertido 160 millones de dirhams (14,7 millones de euros) con este propósito.
Nubes artificiales
Aunque las nubes artificiales existen desde hace décadas, estos métodos de geoingeniería han crecido en popularidad en los últimos años ante los problemas generados por el cambio climático. Sin embargo, la ciencia aún no ha obtenido pruebas suficientes para poder recomendar esta técnica como una solución eficiente.
Marruecos suele utilizar esta técnica entre los meses de noviembre y abril llegando a realizar aproximadamente 22 operaciones. Su sistema se basa en la siembra química que, como se explica a continuación, inyecta recursos como la sal y el yoduro en las nubes para forzarlas a descargar más cantidad de agua.
Aunque la técnica se conoce como "siembra de nubes", consiste en lograr que las nubes descarguen toda el agua posible, incluso en condiciones que no son adecuadas para provocar la lluvia, como en épocas de mucho calor. Por ejemplo, países como China también utilizan lanza misiles o aviones cargados de yoduro de plata, sal u otras sustancias químicas para favorecer que llueva o que caiga nieve.
Expertos de la AEMET aseguran que el yoduro de plata, el compuesto más utilizado, el cloruro sódico o el hielo seco, cuyo uso poco frecuente y en bajas concentraciones se considera inocuo para el medio ambiente. No obstante, en algunas regiones han preferido métodos más tecnológicos.
En Emiratos Árabes Unidos utilizan drones para alcanzar las nubes y aplicar en ellas descargas eléctricas con las que generar las precipitaciones. Con el uso de drones se puede conocer con mayor exactitud cuándo y dónde se deben dar las descargas eléctricas, como una especie de rayo falso. Las gotas pequeñas en el interior de las nubes se unen a causa de la electricidad y adquieren el tamaño adecuado para caer a la tierra en forma de lluvia.
Problema: efectividad
La comunidad científica lleva tiempo advirtiendo las escasas evidencias sobre la efectividad de esta medida. Algunos experimentos han mostrado incrementos moderados en las precipitaciones, pero no suponen pruebas suficientes que respalden la inversión económica y de efectivos en este método en todas las ocasiones que se ha llevado a cabo.
Desde la AEMET afirman que las técnicas que se están usando para la modificación artificial del tiempo tiene como base un conocimiento científico asentado, aunque todavía quedan muchas incertidumbres. La ubicación y circunstancias de cada precipitación hacen que está técnica se enfrente a situaciones únicas y cambiantes que dificultan la medición de los resultados.
Influye el tipo de nube, la humedad disponible, la distribución de los núcleos de condensación o congelación, así como la estabilidad atmosférica, entre otros factores, por lo que, expertos como un equipo de científicos de la AEMET aconsejan que los programas de siembra de nubes se apoyen en fuertes investigaciones centradas a cada territorio y clima.
En el país norteafricano también se han oído voces en contra de esta manipulación de la meteorología. "Las experiencias en todo el mundo muestran que las tecnologías de lluvia artificial son ineficaces porque requieren enormes presupuestos y condiciones climáticas específicas", afirmó al medio Atalayar, el experto Abdul Rahim Hindouf.
Otras alternativas
En España este método de influir en el clima no se usa para luchar contra la escasez de agua, pero sí se aboga por otras técnicas con las que se persigue obtener más agua de los recursos existentes como la niebla o el agua del mar. En Canarias se han utilizado colectores de niebla con el objetivo de mejorar el paisaje degradado.
Estas redes atrapan la humedad de las nubes bajas en plena montaña y agrupan las partículas de agua hasta que caen en los contenedores. Para su correcto funcionamiento se requieren de unas condiciones concretas de niebla y viento muy presentes en las montañas del archipiélago, pero menos frecuentes en el Mediterráneo.
Por otro lado, en Andalucía diferentes proyectos están apostando con fuerza por los beneficios que aportan las desaladoras sostenibles. Con placas solares u otros diseños, estos inventos prometen suavizar los estragos de la sequía, al mismo tiempo que generan electricidad limpia para las poblaciones cercanas.
Un ejemplo claro de esta tecnología es la start-up malagueña Agua+S capaz de producir hasta 20 hectómetros cúbicos de aguas anuales. A su vez, este sistema produce un excedente de energía diario de 200 megavatios.